En una funeraria de Louisville, Kentucky, se esconden secretamente unos bidones repletos de ácido enviados por equivocación por el Ejército a una Industria Química. La torpeza de los empleados (veterano contra novato) provoca un incidente que deparará devastadoras secuelas: y es que la substancia reconvertida en gas emana a través de lluvia ácida o es engullida por el terreno de un cementerio lo que provocará la reanimación de los muertos. Un grupo de jóvenes, entre ellos una chica apodada Trash y un tiparraco de nombre Suicidio, vestidos a la última moda “punk”, verán aguada su fiesta cuando una horda de zombis los intentarán retener como cena.

Sin tomárselo nada en serio el guionista Dan O´Bannon (que había colaborado con directores como John Carpenter y George Lucas) homenajeoó a su manera la magistral “La Noche de los Muertos Vivientes” (Night of the Living Dead, 1968) de George A. Romero concibiendo como una risible comedia éste festín zombiesco en que destacan algunos revividos caracterizados de marionetas autómatas. No obstante los efectos especiales reinan por encima de un argumento escueto, previsible y unas interpretaciones de lo más pésimas. Como entretenimiento, es un film de los añorados años ochenta, prevalece aunque haya quedado más enterrado que la mayoría de figurantes que aparecen interpretando a cadáveres revividos.