Grande y épica y sin más contenidos. Así se podría definir ésta magnífica pieza del western concebida como un “tour de force” a manos del gran Raoul Walsh ( que forma triunvirato junto con Howard Hawks y John Ford como maestros indisctuibles del género) y que a lo largo de los años consolidaría la posición de las películas del Oeste como lo que eran: inmortales e indestructibles.

De larga trayectoria, Raoul Walsh ya se había ganado su puesto antes de la llegada del sonoro junto a otros realizadores como King Vidor o D.W. Griffith (que lo contrató para que figurara como asesino de Abraham Lincoln en “El Nacimiento de una Nación” (The Birth of a Nation, 1916). Walsh había dirigido westerns como “The Conqueror” (1917) o “En el Viejo Arizona” (In Old Arizona, 1928) y es de los pocos directores que sobrevive la transición del mudo al sonoro y “The Big Trail” es una prueba de ello.

Western tratado al cuidado, al más mínimo detalle y que desde un punto de vista histórico nos lleva a los tiempos de las diligencias, donde todos buscaban una tierra prometida donde vivir en un peligroso recorrido vigilado por los tramperos y exploradores pero también por los indios, hostiles o no, como los Pawnee o Cheyenne. Y ese destino, no exento de peligros, es la aún virgen y no conquistada California.