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Voto de Natxo Borràs:
6
Ciencia ficción. Terror. Fantástico Morgan y sus amigos se encuentran de viaje en una remota isla canadiense cuando, de repente, son atacados por un enjambre de avispas gigantescas. Mientras buscan ayuda, se encontrarán con un granjero que les habla sobre el "alimento de los dioses", una sustancia que emana de la tierra de la isla en la que se encuentran, y que aumenta el tamaño de todo aquel que la ingiere. Así, descubren que la isla entera está habitada por animales que ... [+]
25 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una década después de que hubiese extraído del libro “El Alimento de los Dioses” del escritor H.G. Wells para realizar la película “The Village of the Giants” (1965), (en ése caso era la raza humana que adquiría unas proporciones tan altas como la copa de un pino), el realizador de serie B, Bert I. Gordon quiso sacar más jugo y provecho de la imaginería sustraída del autor británico, añadiéndole un mensaje ecologista en uno de los últimos reductos donde la naturaleza no es atacada por las garras del hombre. No obstante, la industria ha vertido allí sus residuos químicos que engrandecen, no sólo físicamente sino también la capacidad agresiva, de las gallinas y polluelos de una granja, así como las avispas y las ratas que merodean por los bosques.

Morgan (Marjoe Gortner, actor que en su infancia gozó de cierta fama en el seno de la Iglesia Evangelista al ser ordenado Ministro de dicha Iglesia con tan solo cuatro años) es el capitán de un equipo de rugby que, en un período de descanso, se desplaza en una isla boscosa del norte de los Estados Unidos y es testigo directo de lo que se avecina. En su desesperada lucha para paliar el ataque de insectos y roedores se ayudará de otras desesperadas presas entre los que se incluyen un matrimonio de granjeros (interpretados por Ida Lupino y John McLiam) y una bioquímica (Pamela Franklin).

Producida por la American International Pictures y rodada en los magníficos exteriores de la Columbia Británica en Canadá, la película gozó de una cierta notoriedad para los fans del género aunque inevitablemente el paso de los años ha quedado relegada a un segundo plano, debido en parte a la sofisticación en el empleo de los efectos especiales (e informáticos) en producciones de Ciencia-Ficción y Terror mucho más ambiciosas. Por lo que es reivindicable su revisión aunque solo sea para pasar un buen rato, que lo ofrece.

Un año más tarde, Bert I. Gordon repetiría otro experimento similar y haciendo sufrir de lo lindo a Joan Collins en “El Imperio de las Hormigas” (Empire of the Ants, 1977).
Natxo Borràs
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