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Voto de Natxo Borràs:
8
Drama. Romance Retrato de la vida cotidiana de un matrimonio burgués que atraviesa una crisis de pareja. En Milán, tras visitar a un amigo enfermo terminal en un hospital, el escritor Giovanni Pontano (Marcello Mastroianni) acude a una fiesta por la publicación de su último libro. Mientras, su mujer Lidia (Jeane Moreau) visita el lugar donde vivió muchos años atrás. Luego, durante la noche, ambos acuden a una fiesta en la mansión del Sr. Gherardini, ... [+]
13 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La denominada trilogía existencial de Michelangelo Antonioni llegaba en su ecuador firmando ésta lúgubre obra maestra, en pleno apogeo de un emergente cine italiano en que otros directores como Federico Fellini o Dino Risi mostraban desde ópticas distintas y menos personales. Pero en esa década se expuso total y completamente el descaro del acelerado acomodamiento de las nuevas clases emergentes burguesas. Así asistimos a una deshumanización de esa nueva élite claramente con sus verdaderos pensamientos y deseos que, en la exposición de Antonioni, se cierra con una virulenta como magna demostración de un nuevo poder reflejado en la arquitectura especialmente evidenciada en la primera parte del film cuando la pareja protagonista visitan al amigo enfermo.

Dicho esto caben en esa frustración los encerrados sentimientos albergados en ese matrimonio protagonizado por Jeanne Moreau y Marcello Mastroianni como Lidia y Giovanni respectivamente. Aparentan aún una vivaz juventud que aún no ha llegado a la mediana edad pero ya son prisioneros de suS propios intereses lo que lleva a una completa incomunicación entre ambos. Posteriormente, tras la visita de su amigo Tomasso (Bernhard Wicki) en el hospital se dirigen a la presentación de un nuevo libro de Giovanni y posteriormente a la fiesta de un amigo, el industrial Gerardhini (Vincenzo Corbella) . Em todo el dia la actitud de Lidia será constante, nula y sin demostrar lazo de afectividad sin que tenga que repercutir en la atención de su esposo, desviado hacia sus preocupaciones intelectuales y a la fijación exclusiva hacia la solitaria hija (Monica Vitti) del anfitrión de la fiesta.

El modo en que se pervive esa crisis de pareja puede resultar algo desalentador pero poco a poco se va descubriendo con un lenguaje cinematográfico imponentemente vigoroso sumado a las magníficas por gélidas actuaciones de Moreau y Mastroianni, la fuente del problema que se gratifica con el perturbador mensaje final.
Natxo Borràs
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