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Voto de Natxo Borràs:
10
Drama Kanji Watanabe es un viejo funcionario público que arrastra una vida monótona y gris, sin hacer prácticamente nada. Sin embargo, no es consciente del vacío de su existencia hasta que un día le diagnostican un cáncer incurable. Con la certeza de que el fin de sus días se acerca, surge en él la necesidad de buscarle un sentido a la vida. (FILMAFFINITY)
11 de enero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vejez y las ganas de vivir ante la inminente llegada de la Muerte, expuestas por Akira Kurosawa no podría definirse mejor con el desencanto y la indiferencia en el paso de los años y representado por el protagonista, un funcionario de los servicios públicos, en ésta imprescindible película ambientada en una invernal ciudad y en que el film nos lleva al principio del fin de un buen hombre al que le surgen las buenas intenciones e intenta atender a lo que contrariamente ha decidido llevar en su vida profesional e incluso personal, desatender.

Después de que Kanji Watanabe (Takashi Shimura) le diagnostican un cáncer de estómago, decide llevar a cabo todo lo que ha dejado atrás, por terminar, entre otros asuntos por resolver. El director de “Los Siete Samurais” (Sichinin no samurai, 1954) nos lleva así a una profunda reflexión sobre el sentido de la vida cuando Watanabe, hastiado de tanta rutina y cotidianidad, decide emprender su largo viaje por las calles, conociendo la vida nocturna al lado de un escritor de “novelas baratas” que lo lleva a diferentes locales. La influencia beat del escritor y en esos bares dónde se toca de jazz, podría resultar chocante en un film nipón pero acusa la influencia de Kurosawa, hecho que nunca ha negado al contrario, hacia el cine americano. Pero también podría brindar su aportación al neorrealismo (las míseras calles dónde Watanabe quiere intentar proyectar el sueño de los demás pero que resumirían (en la secuencia del columpio cantando una triste canción de despedida) la conclusión de una vida que termina.

La juventud (la compañera de trabajo del protagonista a quién le sigue durante el día en su intento de recuperar el tiempo perdido) y la familia (un hijo ansioso de herencia con quién habla bien poco) también están representados como una carencia de valores en el si de la sociedad nipona de la época, avanzando progresivamente después de la II Guerra Mundial. Watanabe es viudo, está solo y decide emprender esa última acción imprescindible antes de dejar el mundo de los vivos y del que el título de ésta gran película hace referencia.
Natxo Borràs
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