Biopic sobre el despertar del Arte en la figura de Séraphine de Senlis (1864-1942), interpretada aquí con la sobresaliente actuación de Yolande Moreau. Séraphin era una mujer analfabeta que trabajaba en el campo, de lavandera, de señora de la limpieza y criada, amén de una inseparable y profunda conversión hacia Dios. En 1914, Wilhem Uhde (Ulrich Tukur), marchante de pinturas alemán y atraído por los nuevos movimientos artísticos, se fijó en los trabajos de esa polifacética mujer de los que se dedicaba su escaso tiempo libre encerrada en un habitación que tenía alquilada, único reducto de hogar que poseía debido a una sencilla y miserable vida.

Las pinturas "naifs" (propias de los denominados "Primitivos Modernos") eran la mejor forma en que Séraphine se expresaba en el Arte, mostrando un profuso autodidactismo y amor por la naturaleza y todo lo que le rodeaba. Con los juncos extraidos a la orillas del río o incluso sangre animal que aprovechaba cuando estaba en la cocina de sirvienta, extraía los colores y sus connotaciones para plasmar así sus cuadros naturales; desde plantas silvestres, frutales o zarzamoras.

Martin Provost (Tortilla y Cinéma; el Vientre de Juliette) dirige correctamente un drama autobiográfico en que destaca, por encima de todo, la actuación de la actriz belga Yolande Moreau (que interpretó en su día la atormentada vecina de Audrey Tautou en "Amelié", aunque hay que recordarla en otro papel anterior, también como sirvienta, en "Sans Toit Ni Loi" de Agnès Varda).

Lo Mejor: sin duda, Yolande Moreau
Lo Peor: la lentitud del film en lo referente a su exposición