No fue esporádico que el director neoyorkino se citara a principios de los sesenta con el escritor Arthur C. Clarke para que ambos discutieran sobre el interés que tenia el primero en adaptar de un modo más que ambicioso el relato corto "El Centinela", de modesta acogida y que estaba semienterrada en el olvido de los lectores asiduos de la ciencia-ficción de bolsillo. A los dos les fascinaba la cuestión de la condición humana en el si del Universo y, mediante consecutivas reuniones, elaboraron esta incondicional pieza del género.
Si la ya compleja sugerencia de la relación hombre-Universo daba fruto a más preguntas que respuestas, así se materializó en la construcción del film. Kubrick substituye la narración por la metáfora (los veinte minutos finales del metraje són cien por cien poesia abierta a varias interpretaciones). Des de el instinto de caza que los primates adquieren del monolito sin más preocupaciones de su débil situación como animales indefensos a la elipsis del millón de años en que esos mismos monos, tecnológicamente avanzados, se preguntan sobre el origen del mismo en una base lunar. El hombre ha desarrollado su inteligencia gracias a un ser inteligente ajeno (el monolito) hasta el gran salto al espacio con lo que resurge un segundo encuentro en unas excavaciones lunares. En términos teológicos semidioses asentados sobre las bases de un dios o dioses que los llevan hasta su respuesta, la conclusión de la condición humana en relación con el cosmos. Un ser poderosamente avanzado aunque imperfecto a la hora de crear otros seres de fibra cibernética (HAL) y que será llevado a la deriva de los confines del Universo inexplorado; a la auténtica cuna del conocimiento, el aura central y giratorio del film. El ojo de la computadora, la estación espacial que orbita alrededor de la Tierra, la cabina principal y giratoria del Discovery, el ojo de HAL que lo ve todo...
Hay que citar a Einstein: "Si estamos solos en el Universo, cuanto espacio desaprovechado" y arrastrarnos ante nuestras propias dudas sobre lo desconocido (misterioso no seria la palabra adecuada) e irracional para nuestro entendimiento. Este paradigma se cumple con esta obra maestra que hay que visionar repetidamente. A ser posible léanse la novela de Clarke después, como así hizo en extenderla poco después del estreno de la película. Encontraréis respuestas pero la Duda y la Cuestión sobre nuestra situación en el Universo sigue allí. Somos la mosca que vuela alrededor de una vaca en medio de una vía a punto de ser arrollada por un tren a trescientos quilómetros por hora. ¿Hasta qué punto nos toca llegar a ser seres ridículos y minusculos? La insignificancia de nuestra ignorancia puede llegar a ser bella ante la sabiduría aún por conocer.