Doug (David Tennant) y Abi (Rosamund Pike) están en pleno proceso de divorcio. Padres de tres niños, deciden viajar a Escocia para celebrar el cumpleaños del padre de él (Billy Connolly), que sufre una enfermedad terminal. No quieren darle el disgusto de la separación, así que deciden guardar el secreto y comportarse como una pareja feliz para esa fiesta. Pero viajar con niños tiene sus inconvenientes…

Dirigida por Andy Hamilton y Guy Jenkin, es el primer largometraje que dirigen tanto uno como el otro, a pesar de que ambos han superado ya los sesenta años de edad, lo que no deja de ser algo peculiar. A pesar de ello, Hamilton y Jenkin han logrado una película inteligente y divertida, por lo que su proyecto será un absoluto éxito.

Esta pareja de directores logran llegar al espectador tratando temas tremendamente serios (la muerte, la vejez, el ocaso del amor, el drama para los hijos de la separación de sus padres, etc.) desde un punto de vista repleto de humor corrosivo y un desbordante optimismo. Quizá el truco es dar más protagonismo a los niños que a los adultos, hasta el punto de terminar por poner en duda si son ellos más maduros y sensatos que los mayores.

Además, la película funciona porque rezuma bondad intrínseca. Se diría que es una película con buen fondo, si es que eso es posible. Detrás de los chistes, las risas, los paisajes escoceses, hay un trasfondo de ternura que el espectador percibe y provoca que cojas cariño a los personajes y salgas del cine con la sonrisa puesta.

No es la típica comedia de enredos familiares que estamos acostumbrados a ver. No es americana, sino británica, y eso se nota mucho. El humor de las islas es especial, mucho más inteligente, irreverente y mordaz que el americano. Al menos, eso me parece a mi. Ese humor negro que coquetea con el absurdo, ese surrealismo ingenioso, me priva.

Es cierto que la historia recurre a tópicos muy sobados (los viejos y los niños como portavoces de la lucidez ante el egoismo de los adultos, la familia desunida que se une ante la adversidad, el triunfo de los buenos sentimientos, etc.) pero uno traga con eso porque está contada con mucho salero y cuando algo o alguien nos cae bien se le perdonan los pequeños fallos.

Uno de los puntos fuertes del film es la interpretación de todo el elenco, cuyo buen trabajo individual y colectivo hace que todo fluya. Especialmente brillantes están Billy Connolly, que hace una maravillosa interpretación del excéntrico abuelo al que le queda poco de vida, y los tres niños que actúan con una naturalidad sorprendente, aportando a la película la dosis de credibilidad que necesita para que funcione. En cuanto a la pareja principal, David Tennant y Rosamund Pike (la inolvidable protagonista de “Perdida”) trabajan correctamente sumando puntos a la película, sin intentar un excesivo protagonismo, dejando a los niños y al abuelo en el foco del film.

Personalmente, creo que la película pierde algo de fuerza en la última media hora, y hubiera preferido un final distinto, pero globalmente la película es más que satisfactoria y muy disfrutable. Además, para cualquier tipo de públicos.

Y es que no solamente es divertida, también da que pensar sobre las relaciones familiares, sobre la dificultad del funcionamiento de la pareja, sobre qué ganamos y qué perdemos cuando pasamos de niños a adultos, sobre lo difícil que es sentirnos plenos, sobre la desdramatización de la muerte… Hay mucho escondido detrás de cada gag.

Si todo eso fuera poco, la belleza de los paisajes de las tierras altas de Escocia ponen el colofón perfecto. Pasar un buen rato, reirte, disfrutar del paisaje, plantearte cosas… ¿qué más le puedes pedir a una película?

Es cierto que las comedias parecen películas menores, y que en este caso la historia carece de mucha originalidad, pero yo me lo pasé muy bien, y eso para mí es muy importante, más que cumplir unos determinados cánones cinematográficos.

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