Allá por el año 1989 Akira Toriyama lanzaba al mundo su obra cumbre y es precisamente la que nos tiene en crítica. Cambiaría el animé para siempre y es gracias a ella que las productoras de todo el mundo tomarían a troche y moche cualquier serie que pulule por Japón y la traería a nuestros pagos, algunas con éxito, otras sin pena ni gloria.
Es preciso decir que muchos como quien escribe fuimos marcados por la serie, la que disfrutaríamos hasta el hartazgo. Es cierto que la serie tiene sus aciertos, posee un ritmo movido y las batallas son sensacionales pero algunas cosas son demasiado traídas de los pelos. Ya llegando a sus últimas temporadas podría decirse que se convirtió en un culebrón por demás disfrutable.
Las acciones transcurren en un mundo totalmente aparte al nuestro, plantea sus propias leyes (recurriendo con mucha frecuencia los llamados deux ex machina) aunque algunas cosas terminan siendo un misterio para el espectador (de donde salen por ejemplo todas esas criaturas abominables que viven entre los humanos) los cuales interpreto son una inclusión del Director para darle un toque de humor, las esferas del dragón y las semillas del ermitaño le quitan dramatismo a las luchas, los cambios de bandos no tienen demasiada coherencia (como pro ejemplo Vegeta, un asesino destructor de mundos por naturaleza, es metido con calzador dentro del bando de los buenos para no eliminar el personaje) y algunas decisiones estúpidas como tener al villano de turno al borde de la destrucción y no matarlo, lo que le permite ser más poderoso e indestructible para el héroe que lo enfrenta, lo cual es una duda total con la lógica y una bobada monumental del guión.
Sin embargo y pese a todo ello, hay que destacar que Toriyama se ha despachado aquí con unos personajes que sin exagerar son de los mejores que se han visto en el mundo de los dibujos animados. Tanto el buenazo inocentón de Gokú, cuyo instinto de superación es francamente memorable, el decidido y sabiondo Picolo, el vengativo Vegeta, el bueno, llorón pero fulminante Gohan y la lista sigue y sigue, son un conjunto de clices pero generados de una manera sabrosa y disfrutable, que cuando entran en escena es sencillamente memorable. Y claramente es preciso decir que otro tanto pasa por el lado de los villanos de turno ya que cualquiera de ellos son personajes asesinos sin ningún tipo de escrúpulos. Tanto Raditz, como el mismo Vegeta, pasando por Freezer (el mejor de la serie, que en algunos puntos llega a ser odiable y uno desea constantemente que alguien lo elimine del mapa), Cell y en menor medida Majin Boo. Esto hace que las luchas sean intensas, vividas, pasionales e incluso a veces, dramáticas.
También hay dentro ciertas ideas, que si bien han sido sobrexplotadas, tienen en este anime su mejor desarrollo y están expuestas de manera gradual, con lo cual el espectador no se satura de las mismas. El concepto de la transformación (el famoso Súper Saiayin), lanzar energía con las manos y la fusión, están recreadas de gran manera. Inclusive algunos han sido copiados por algún que otro cómic.
DRAGON BALL Z es un animé disfrutable, los más chicos lo amarán, ya que es pasional, sus batallas son épicas y sus personajes son completamente carimáticos y para los más grandes será un recuerdo nostálgico de la ninñez, que se podrá disfrutar siempre y cuando ponga su cerebro en off y pueda perdonar los problemas del guión.