Es un film entrañable, que logra conmover hasta las lágrimas. Destacada actuación de Benigni, que le saca a su desdichado personaje todo lo mejor de la especie humana: pese a la brutalidad de sus captores, pese a lo trágico de su situación, el protagonista destila optimismo y es un padre enternecedor. Otro punto a favor de Benigni es la calidad de la producción; fotografía, escenas y música, al unísono, cautivan y entretienen. El argumento, de otro lado, supera lo raído del tema y le infunde nuevo vigor: no sólo es resistencia a la barbarie nazi, también es fe, es alegría, en ocasiones juego. Y, para los que no sólo buscan arte sino un poco de filosofía política, es una buena fuente de reflexiones.