El olimpo de las series está cobrando muchísima fuerza últimamente, con Lost, True Blood, 24 y Heroes, por poner ejemplos. Pero a mi parecer, ninguna tan, digamos, llamativa como Dexter. Todo un ejemplo de serie inteligente, con ritmo y entretenida.

Esta serie nos propone un dilema interno sobre por qué nos atrae el protagonista y nos empuja a ver más y más capítulos, mientras que otras series se dejan ver con heroes moralistas que imparten justicia y bondad. En Dexter no se hace apología de la violencia, ni de la tortura, ni del gore, sino que más bien nos invita a reflexionar sobre una persona que tiene un problema serio, que él nunca quiso tener, y que intenta canalizar como puede para encajar en un mundo donde nadie está libre de pecado.

Las escenas de violencia más explícitas se nos ocultan, intentando ser lo menos desagradable posibles para poder llevar a buen puerto el desarrollo del personaje. Es sorprendente como, a lo largo de las tres temporadas, Dexter va aprendiendo cosas sobre el código que le enseño su padre, su papel en la sociedad, su relación con Rita, su novia (una convincente Julie Benz a la que vimos en Rambo IV) y sus hijos, y como lo compagina todo con su trabajo de forense. Sin duda, un buen trabajo en lo que a guión se refiere.

La serie no sería lo que es sin la genial interpretación de C. Hall, un verdadero monstruo a la hora de permanecer impasible ante sus víctimas y sin embargo fingir ante sus amigos y familia con toda clase de intentos de expresividad. Porque Michael C. Hall actua de Dexter que a su vez actua ante el mundo que le rodea, un mundo que lo aborrecería de saber su naturaleza, y sin embargo, como Dexter dice al final de la primera temporada, "soy uno de ellos, en sus más profundos sueños".

Queda recomendada por mi parte.