Desde luego no es este un film que aspire a la grandeza y probablemente nunca estará en las cumbres del Olimpo cinematográfico.
En realidad esta película es una pequeña rareza, cine menor, pero que posee en su esencia un "algo" difícil de definir, que la hará ser recordada por muchos de los que la visionen.
Porque, no nos engañemos, "El baile de los vampiros"es principalmente una comedia.
No te hará reir a carcajadas, pero probablemente sí esbozar alguna sonrisa.
Tiene una cara amable y divertida presentada en pinceladas de humor "cartoon" (Alfred huyendo de Herbert, el amanerado vampiro de tendencias homsexuales), cierta sátira social (hasta en el vampirismo hay clases sociales, observen sino al infeliz de Shagal), parodia (caricaturiza los arquetípos de las películas de terror de la Hammer) e incluso ironía (véase el final).
Otro aliciente adicional, especialmente para los espectadores del género masculino, es la sutil
sensualidad que desprenden ciertos personajes femeninos, especialmente el encarnado por la malograda Sharon Tate, que luce particularmente hermosa en este trabajo.
En cualquier caso, en mi opinión, lo que hace especial a esta obra, pese a todos los recursos
cómicos antes mencionados, es que muchos espectadores (entre los que yo me cuento) advierten un cierto tono sombrío en algunos pasajes del relato, los cuales parecen beber del terror clásico más tradicional.
Probablemente ello se deba, en buena parte, a la magnífica ambientación que adorna el film,la
desasosegante atmósfera de ciertas escenas y la inquietante banda sonora compuesta por Krzysztof Komeda, a ratos siniestra a ratos burlona.
El resultado: una entretenida comedia impreganada de un cierto aire macabro, marca de la casa de su célebre director (aquí también intérprete) Roman Polanski.
A falta de la película defintiva sobre vampiros me quedo con la presente.
Ideal para solitarias
noches de invierno.