Christopher Nolan es un director ambicioso. Para muchos de sus detractores es uno de sus defectos, por pretencioso se entiende. Para mi es una de sus virtudes.
Me gusta que se devane los sesos en guiones ampulosos, que no se haga la vida fácil. A veces le sale bien y otras no tanto.
¿A qué categoría pertenece “Insterstellar”? La respuesta no es fácil.

“Interstellar” no supone ninguna revolución para la Ciencia Ficción. Los conceptos que maneja esta película (la relatividad del tiempo, los agujeros de gusano, la criogenización, la terraformación, la posible vida extraterrestre, la existencia de dimensiones fuera de nuestra percepción, ...) no resultan ajenos a los aficionado del género.
No obstante esta película ha sabido manejarlos con bastante habilidad a la hora de trasladar sus consecuencias a la experiencia humana, en concreto a la de los tripulantes de la Endurance.

Uno de los puntos fuertes de “Interstellar” es la capacidad de transmitir sensaciones. Al igual que “Gravity” sabe poner al espectador en la piel de los astronautas.
Puedes experimentar el vértigo del inmenso vacío espacial, la emoción del pionero pisando por primera vez un planeta inhabitado tan lejano al nuestro, la devastadora soledad de saberse el único ser vivo en un mundo inerte, la abrumadora nostalgia de tener a tus seres queridos a una distancia inconcebible en tiempo y espacio...

Y sin embargo, y este quizá sea el mayor error de Nolan en mi opinión, la faceta emocional acaba apoderándose del film en su último tercio y retuerce hasta lo imposible todos los conceptos teórico-científicos antes planteados para buscar su catártico final.
También se le puede echar en cara haber desaprovechado actores tan buenos como Casey Affleck, o no haber dado algunas pinceladas más a la Tierra apocalíptica que nos dibuja.

En cualquier caso, puedo estar agradecido a “Interstellar” por haberme devuelto las ganas de volver a ver “Cosmos”. Y por supuesto por la poderosa lírica de Dylan Thomas alcanzando nuevos horizontes en la Épica.
Por favor Mr. Sagan, vuelva a contarme eso de la manzana que visita el mundo bidimensional.