El brillante Sam Mendes propone al espectador acompañar a una par de jóvenes soldados británicos, Schofield y Blake, en una misión contra el tiempo para avisar al 2º Batallón del Regimiento de Devonshire de que cancele el ataque planeado por el coronel Mackenzie a las líneas alemanas, creyéndolas en franca retirada, puesto que es una trampa que puede costarle la vida a 1600 hombres, entre los que se cuenta el hermano de Blake.

Con esta premisa arranca “1917”, una película que hace ser testigo al espectador de la 1ª Guerra Mundial desde la perspectiva de estos dos jóvenes a través de un plano secuencia de 2 horas que atraviesa con ellos las trincheras, la tierra de nadie, que muestra los horrores que deja atrás la guerra y te mantiene angustiado y en tensión.

Aunque sólida, la historia no supone ninguna revolución en el género bélico. Sin embargo la forma narrativa sí lo es. Hace que te inmersas en ella, que sufras con los protagonistas, que sientas su miedo, su extenuación, su determinación.

Todo ello gracias al mencionado plano secuencia, al hábil montaje de escenas y sobre todo por la fotografía de Roger Deakins, un auténtico GENIO del cine. Con un curriculum como el suyo poco más se puede decir, pero si alguien aún guarda algún reparo para admitirlo que venga a contármelo después de ver las escenas de Écoust-Saint-Mein de noche bombardeada.

Tampoco quiero olvidarme del dúo de actores protagonistas, George MacKay y Dean-Charles Chapman. Sinceramente no los conocía, pero me ha encantado su actuación. Natural, convincente, sin ningún tipo de histrionismo y una gran química entre ellos. Merecen reconocimiento.

Y naturalmente resaltar al artífice de esta maravilla, Sam Mendes. Cualquier premio que reciba por este film será más que merecido. Desde ahora mi favorito en su filmografía junto a “Camino a la Perdición”.

Finalmente congratularme de que existan películas como “1917” que despojan a la guerra de cualquier encanto y enmiendan el mensaje bélico del Hollywood más rancio. Una que me ha hecho ser testigo de una de las muertes más crueles que he visto en una película bélica (spoiler).

Porque la Guerra nunca cambia.