Una nueva comedia española de enredo. Interesante de entrada e irregular en el desarrollo. Basada en confusiones, se queda a medio camino de hacer algo diferente.

Tiene, como ya he dicho, un buen comienzo. Engancha e interesa. Incluso promete, pero termina pecando de un desarrollo obvio y sin sorpresas. Parece imposible hacer una comedia española sin plagarla de insultos. De “mecagonenlaputas” y “jodetios” para señalarnos, como si de un neon se tratara, que tiene que hacer gracia. El luminoso que te indica el momento para reirte. Todos muy exasperados y nerviosos, ya que es de enredo. Si fuera comedia chabacana, saldrían prostitutas y drogas. Aquí solo hay, en algún momento, drogas. Así mismo, resulta desalentador que las únicas comedias producidas tengan que ser o de enredo o románticas. En ese aspecto, esta cinta destaca por evitar en lo posible la aparición de personajes femeninos a los que hay que salvar/reconquistar/llevarse al huerto. Alguno hay, desde luego, pero no es su eje central.

Quim Guiérrez es un actor sin registros. Poner caritas no equivale a saber actuar. Y menos si lo que vas ofreciendo en esta cinta va desde la conversación en un tono normal, hasta los gritos desquiciados. Clara Lago está infrautilizada. Sabemos de ella que puede dar más, porque así lo demostró en La cara oculta (2011), pero aquí parece una primeriza que no encuentra su sitio. El único a destacar es Ernesto Alterio, en un buen papel de empresario psicópata arruinado. Carmina Barrios (Carmina o revienta) es una buena sorpresa dentro del reparto. Ella sí arranca risas, aunque por desgracia su intervención es anecdótica.

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