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Voto de Pepe Alfaro:
6
Comedia Año 2018. Torrente sale de la cárcel, y se encuentra aturdido ante una España convulsa y dividida. Debe encontrar respuestas en su interior para despejar su confusión, y por ello decide convertirse en un "fuera de la ley". Así que se propone atracar un casino con una banda de incompetentes. A través de un contacto de su estancia en prisión, localiza a John Marshall, la persona que se ocupó de supervisar la seguridad cuando se planificó ... [+]
29 de septiembre de 2017
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Torrente se ha convertido en la saga más dilatada y más taquillera del cine español, convirtiendo cada nueva entrega en un revulsivo para nuestra machacada industria cinematográfica. Por otro lado, este indiscutible éxito supone para su creador el riesgo de un peaje cuyo precio le conduciría a ser fagocitado por su personaje, sin posibilidad de demostrar su ingenio y capacidad creativos más allá del perímetro delimitado por aquel brazo tonto de la ley. El mejor logro de esta quinta entrega es que ha conseguido romper el esquemático corsé de un personaje demasiado emblemático: no es una película más de Torrente, más bien se trata de una película en la aparece Torrente; y este es un matiz importante.
El talento de Segura le ha permitido dar un giro de tuerca al personaje para adaptarse a la realidad de un país en descomposición material y moral, impregnado de ese empaque casposo permanentemente asociado al universo torrentino. La acción se desarrolla en un futuro inmediato que presenta una realidad tan distópica como factible, donde la única concesión a la ficción es la posibilidad de que la selección catalana pueda disputar la final del próximo mundial de fútbol. Para ello el guionista y director se nutre de indelebles referencias del cine de atracos (desde la autóctona y cercana Atraco a las tres a Ocean’s eleven, pasando por La cuadrilla de los once) aderezadas con los ingredientes más reconocibles de las películas de James Bond: títulos de crédito, música casi mimética (Mónica Naranjo interpretando el tema Eurovegas), escenas de acción trepidante, efectos especiales…
En esta entrega Torrente se ha desprendido de su parte más grasosa para, sin abandonar del todo sus toque zafio, aspirar a conquistas más ambiciosas desde un punto de vista meramente cinematográfico, sin desdeñar la crítica social con referencias directas a la evolución del salario mínimo, a las condiciones de trabajo de los niños y a las corruptelas e ineptitudes de los gobernantes que, según la película, pronto conseguirán que el país progrese hacia el pasado. Lo único que se echa de menos es que el tema de las tarjetas de crédito negras (¿o eran opacas?) de los directivos de Bankia (antes Caja Madrid) se haya destapado cuando la película estaba en cartel, pues seguro hubiera dado mucho juego (tragaperras especialmente) para que Blesa o Rato interpretaran el papel de su vida sin el menor esfuerzo. Entre tanto cameo de amiguetes y famoseo en general son los únicos que se echa en falta: está hasta el mismísimo Urdangarín, aunque no se le vea porque la historia comienza en el momento que Torrente abandona la cárcel, donde ha compartido algún que otro partido de balonmano con el antiguo duque de Palma, con una asombrosa habilidad para robar los balones. Una vez fuera, lo primero que encuentra son las ruinas de sus dos iconos, el Calderón y el Fari, como metáfora de la bancarrota del país.
Lo de Eurovegas es otra cosa. Aquel proyecto de convertir parte de la Comunidad de Madrid en un gran casino con su propia legislación autónoma, le sirve a Santiago Segura para demostrar lo fácil que resulta preparar un plan para atracar, si se tercia, la reserva federal del tesoro norteamericano, siempre que se cuente con un buen plan y con un buen equipo de profesionales, formado por una esperpéntica fauna de fikis marca de la casa (Cañita Brava y el señor Barragán) a los que se han unido conocidos humoristas del presente (desde Leo Harlem a Florentino Fernández) y del pasado (Mari Carmen sin muñecos o Fernando Esteso, que resucita sin haber perdido nada de su vis cómica), y con un homenaje muy especial a la figura del entrañable Toni Leblanc (a quien está dedicada la película) y que una vez más, por arte de la técnica, comparte escena con Segura, por otra parte bien flanqueado por la estrella Alec Baldwin y por el simpático y solvente Julián López; en cuanto a Jesús Janeiro torea como puede con el papel (y con los pantalones), y logra que no le pille el morlaco, que para empezar no está mal.
Pepe Alfaro
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