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Voto de pikyturiellos:
8
Cine negro. Thriller España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas. (FILMAFFINITY)
30 de octubre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando dentro de un tiempo los estudiosos repasen el policial español de estos tiempos incluirán a buen seguro La isla mínima en cualquier selección crítica. Junto a ella me gusta pensar que estarán La caja 507, y tal vez alguna otra de Urbizu, y La celda 211 de Daniel Monzón. La isla, al contrario que La caja y La celda, no se desarrolla en el presente en que ha sido realizada, sino que nos cuenta una historia que transcurre en 1980.
Estamos en Andalucía, la de los señoritos y los jornaleros mal pagados, en los primeros años de una democracia tan endeble como citada por todos a todas horas.
Dos policías se desplazan desde Madrid para investigar la desaparición de dos muchachas. Ellos constituyen uno de los grandes atractivos de una película que posee varios. Son bien distintos, su forma de ver la profesión, sus métodos, sus aspiraciones se encuentran muy alejados. Uno veterano, lobo solitario, con un pasado que aun duele, resolutivo, capaz, con tics de los viejos tiempos, y otro, idealista, con una familia recién formada, sobrio, que representa el futuro que está llegando. La relación entre ellos -suspicacia, evitación, ocultación, comprensión, respeto y podríamos seguir – es uno de los grandes activos de una película que cuenta, además, con personajes secundarios muy atractivos, bien trazados, en algunos casos en apenas unos cuantos planos y sin apenas diálogos. Así, el padre y la madre de las niñas, el joven guapo oficial del pueblo, el cazador furtivo que tan útil resulta para hacer creíbles los recorridos y persecuciones, muy bien resueltas, por un territorio perfectamente elegido como telón de fondo de la trama. Además, esas localizaciones de marismas y poblaciones avejentadas, de cortijos abandonados y acequias malolientes, que tan bien le van a la historia, están filmadas con una pericia perfectamente funcional que no reniega de la belleza (los planos cenitales de las tierras pantanosas, del cementerio, de la lluvia cayendo, …).
Otros elementos que merece la pena destacar son la convincente resolución de las secuencias violentas y la cuidada ambientación en la que abundan detalles que nos sitúan en contexto de forma sutil (de la torpeza de la Guardia Civil a la presencia de esas carreteras y caminos polvorientos que luego serán barrizales cuando se desate la lluvia, de los cacharritos de la feria al fotógrafo de El Caso).
Las interpretaciones también merecen ser mencionadas. Todo el reparto mantiene un buen nivel pero Javier Gutiérrez sobresale por encima de todos en la que será seguramente una de las interpretaciones de su vida, sino la mejor. Borda su papel.
Alberto Rodríguez, en fin, logra una película sobresaliente, bien narrada, con excelentes personajes y un ritmo narrativo de premio, ¡Ah! Y además, intriga de la buena.
pikyturiellos
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