Obra cumbre del Neorrealismo y magnífica demostración de cómo se puede hacer un gran película con pocos medios materiales pero con mucho talento. El guión es de argumento sencillo, historia cotidiana que sirve para mostrar la realidad de una Italia bajo las penurias ecónomicas de la postguerra, en realidad el personaje nos va mostrando, en su busqueda de la bicicleta por las calles, distintos aspectos de la sociedad del momento. Así nos encontramos desde el funconario de la agencia de colocación, la casa de empeño, los que ensayan en el local, los personajes de la alta sociedad que hacen caridad, las casas de mal tono, el barrio marginal en el que los vecinos encubren al ladrón, que en realidad es otro pobre infelíz, otro desheredado de la sociedad. Ese es su toque de modernidad, el argumento principal no parece tener tanta fuerza como los distintos ambientes que va recogiendo, cómo el retrato social que hace.

La película incluye algunas escenas que para algún espectador acostumbrado al cine clásico (en el que todo lo que aparece en el guión ha de terner una justificación narrariva, es decir, que aporte al desarollo de la historia )parece estar de sobra, como el agarrón a la mujer, o la bofetada al niño; sin embargo en este tipo de cine, contribuye a la descripción de la cotidianidad a través del matíz, el bofetón injusto no es más que la puesta en escena de que quién al final paga los platos rotos es el más debil de la cadena,(a quién de nosotros que pasemos de los 30 no nos cayó alguna de esas alguna vez) y el agarrón es una descripción de un momento de intimidad, todo eso contribuye a crear el ambiente de la pelicula. Es en esa descripción lateral donde se encuentra una escena que a mi me gustó especialmente, que es esa procesión de la boda que hacen unos niños que juegan en la calle y que se cruzan con los protagonistas, y es que la presencia de los niños es muy importante y determinante en el Neorrealismo, ya que quizá fueron la mayores víctimas de aquella situación.