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España España · burgos
Voto de CANéO:
6
Drama Daniel Larusso llega a Los Ángeles procedente de la costa Este de Estados Unidos dispuesto a hacer nuevos amigos. Sin embargo, se convierte en el blanco de los ataques de los Cobras, un hostil grupo de estudiantes de kárate, cuando comienza a salir con Ali, la antigua novia del cabecilla del grupo. En tal situación, no tiene más remedio que pedirle ayuda a Miyagi, un maestro de artes marciales, para que le enseñe kárate. Bajo la tutela ... [+]
17 de enero de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desconozco lo que hacen los alumnos de la E.S.O. en Ética o Religión. Si fuera profesor les pondría Karate Kid.
Con el tiempo se ha convertido en una película sobre modas y modos. Los buenos modos y la doctrina del profesor miyagui y la moda ochentera de las artes marciales. Personalmente, me quedo con los modos de Miyagui. No tanto con los "daños colaterales" que supuso la prodigación de karatekas made in spain.
Hay que entender que la cosa por esas fechas estaba muy mala y había mucho pedigüeño de carteras por las calles. Los papás preferían pagar una mensualidad al chico para que aprendiése defensa personal en un gimnasio a que fuese por ahí con una navaja de doble filo.
Salían gimnasios de los bajos como setas en octubre. "GIMNASIO KARA-TEKA, te regalamos el kimono".
Los chavales acababan eslomaos de tanto tirarse por el suelo y de tirar patadas al aire y no salían del gimnasio con muchas ganas de más defensa personal en caso de necesitarla, ni con fuerzas para la que yo considero la mejor de todas, patada en los huevos y salir corriendo.
En mi clase de 1º de bachiller éramos 46 y siempre había algun enyesado. La escayola fue otra gran ochentera.
Hasta la llegada de los fisios, el método de la escayola tuvo mucho éxito en el gremio de la medicina, algunos médicos de pueblo hasta tenían sacos de yeso en la consulta. Entrabas con un esguince y salías como la momia de Tutankamón. Dos meses con la puta escayola.
Acababa con más mierda que el palo de un gallinero y todo dios te ponía chorradas, sobre todo los más pringaos y alguna chavala que quería temita. La escayola también afectaba a tu vida sexual, bueno, quién dice sexual, dice MONOsexual, por lo de compartir aficiones con nuestro hermano evolutivo. Básicamente o aprendías a hacértelas con la otra mano o corrías el riesgo de romperte la cadera. Y con qué cara le dices tú al médico que te has roto la cadera. Si por un esguince de muñeca te escayola el brazo, por una rotura de cadera te deja como el muñeco de la michelín. Y con cara de... "a ver cómo cojones te haces las pajas ahora".
Asi que cuando te la quitaban (qué momento) era una sensación única de libertad, salías a la calle como un cerbatillo cuando le devuelven al bosque. Ya estabas preparado para dar cera y pulir cera.
Y ahora es cuando toca hablar de las putas muletas. Hay pocas cosas más incompatibles que un pupitre y unas muletas, y hay pocas cosas que jodan más que un compañero de pupitre con muletas. El que lo ha sufrido sabe de qué hablo.
Si las aparcaba para sentarse, no se sentaba como Dios manda, se abalanzaba sobre su lado desplazando todo el pupitre medio metro contigo incluido.
Y si se sentaba con ellas era peor aún, una se le solía enganchar a la cartera lo que hacía descuidar a la otra con la que si no estabas vivo te sacaba un ojo. Y encima le tenías que llevar la cartera al autobús. Como pesa poco una cartera llena de libros..., toma dos.
CANéO
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