Había leido muy malas criticas de Elegy y si hubiera vivido en Barcelona ( por ejemplo) no la hubiera ido a ver pero vivo en Ibiza y aquí la oferta es muy escasa, además la mayoría de las cintas se proyectan dobladas lo cual cuando la película es mala y, esta lo es, la tortura es doble. Me dije: la Coixet tiene oficio, los actores son buenos, el libro en el que esta basada es espléndido, por lo menos será entretenida. Pues no. La peli es una tabarra pedante para decirlo en un lenguaje sencillo del que tanto abomina la directora por lo menos en su última obra. Creo que lo que le ha pasado ha sido algo parecido a lo que le paso a Aznar cuando se hizo amigo de Bush y de repente se le cambió la voz como a la niña de El Exorcista. Desde la oscuridad de mi butaca y ante mis desorbitados ojos , a pesar del tedio que me invadía, se sucedían escenas, diálogos a cual más pretencioso y carente de interés. En su afán por impresionar a su nuevo público (el americano) se ha centrado en lo accesorio y se ha olvidado de lo esencial. Como unos anfitriones que reciben en casa al jefe o al pretendiente rico de la niña, todo les parece poco y su delirio les hace desplegar mantelerías, cuberterías, aficiones y conversaciones nunca antes mostradas ante los átonitos ojos de su familia. Confío en que Isabel Coixet se reconduzca y vuelva a la normalidad