En cuanto ví esta película sentí la necesidad de escribir sobre ella para no correr el riesgo de encerrar el trauma en mí o simular indiferencia.
El film en sí no sabría muy bien cómo comentarlo. En realidad el comentario más adecuado que se me ocurre es que no se me ocurre ningún comentario adecuado.
Es una película que hay que ver, como leí en una critica periodística, pero sin comentarios. Y no se admiten reclamaciones (ni devoluciones).

Ha habido escenas que han pasado a la historia del cine por su carga poética, su contenido épico, su trascendencia filosófica, la rotunda eficacia de una frase, u otro giro del guión, por la fuerza contenida en una imagen, por los movimientos de la cámara durante una secuencia, por lo sorprendente del desenlace, por el sonido de la música (tócala otra vez Sam) o por lo buena que está la protagonista (o lo bueno que está el protagonista, aunque yo no recuerde ninguna por eso).

Ésta pelí contiene unas cuantas escenas memorables.
Por nada de lo anteriormente dicho, eso quede claro. Pero os aseguro que algunas se grabarán en vuestra mente y no conseguiréis olvidarlas nunca.


Por mucho que lo deseéis.