Fernando Meirelles hizo la gran Ciudad de Dios y se quedó ahí perdido en la inexistencia, no iba ni para detrás ni para adelante, no conseguía remachar los clavos cinematográficos que se le ponían delante.
Pero si digo que Los dos papas es una gran película no sé si estoy en lo cierto y algunos dirán que es un aburrimiento. Por eso creo que en lo que hay que centrarse es en los actores principales, Jonathan Pryce y Anthony Hopkins, lo hacen tan bien y son tan buenos que lo aburridas que puedan resultar sus conversaciones se salvan con sus miradas, sus silencios, sus bromas, que no sabemos si serán ciertas o no pero que lo parecen.
Pryce es un Papa Francisco bonachón y divertido, algo que sí que da la impresión cuando se le ve en la tele. Hopkins es un Ratzinger serio y adusto, pero con una gran capacidad de raciocinio. Los dos bordan sus papeles y demuestran que en la tercera edad también se puede actuar de manera sobresaliente y que no es necesario que la mayoría de las películas vayan dirigidas a jovencitos en celo sin ningún fuste.
Muy interesante.

Bill de Caledonia