Definitivamente no conecto con la sensibilidad de Takeshi Kitano. Sus películas más violentas en ningún caso las he disfrutado con el entusiasmo de la mayoría. Con esta película cambia de registro totalmente y, pese a las excelentes críticas que tuve, me interesa menos si cabe.
La historia de este niño que acompañado por un peculiar personaje se va de viaje con la intención de encontrar a su madre puede resultar emotiva y profundamente divertida sobre el papel, pero ni su sentido del humor ni sus desangeladas imágenes consiguen captar en ningún momento la atención de mi embrutecida sensibilidad.
Lo que todo el mundo encuentra original, tierno y divertido, para mí no pasa de ser primario vulgar y aburrido. Y digo aburrido porque la película carece de una estructura interna medianamente sólida y coherente, y es una sucesión de situaciones inconexas, en las que se puede adivinar una pequeña evolución en la relación que se establece entre los protagonistas.
Solo en el aspecto más emotivo creo que la película funciona moderadamente bien, ya que se consiguen algunos momentos en los que de la relación entre los protagonistas se desprende un sentimiento algo más auténtico. No se si esto es mérito de Takeshi Kitano o de la sencilla música que acompaña a las imágenes en esos momentos.
Este es para mí uno de esos lamentables casos de película inflada por los críticos en los que casi nadie se atreve a decir que se ha aburrido profundamente.