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España España · bilbao
Voto de ernesto:
7
Drama Sandra dispone sólo de un fin de semana para ir a ver a sus colegas y convencerlos de que renuncien a su paga extraordinaria para que ella pueda conservar su trabajo. Su marido la acompaña para apoyarla. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A falta de ver El Hijo y El silencio de Lorna, tengo que reconocer que el cine de los hermanos Dardenne no se encuentra entre mis favoritos. Sus dos Palmas de Oro, que son precisamente las dos películas que más gustan a sus incondicionales, son las que menos me interesan. Aunque guardo un buen recuerdo de la ya lejana La promesa, no fue hasta su anterior película, El niño de la bicicleta, que conecté emocionalmente con una de sus historias. En cualquier caso tengo que reconocer que como cine social, aquel que Ken Loach dirigió en su mejor época (pienso en los primeros 90), me parece bastante superior.
Su última película, Dos días una noche, recibida con verdadero entusiasmo por la crítica, mantiene el tono, más cercano y menos agresivo, del que ya había disfrutado en su anterior obra, pero sin perder su capacidad crítica, más conectada con la actualidad que nunca.
La película cuenta la historia de Sandra, una mujer que, tras salir de un depresión, se encuentra con que su puesto de trabajo es puesto en manos de sus compañeros. Tienen que elegir entre una paga especial de mil euros para cada uno o que Sandra mantenga su puesto de trabajo, ya que la delicada situación económica impide que ambas cosas puedan ocurrir a la vez. Sandra tendrá dos días y una noche para tratar de convencer, uno a uno, a sus compañeros para que renuncien a la paga y voten por su permanencia. Las reacciones a las que se enfrentará Sandra serán de todo tipo.
La emocionante interpretación de Marion Cotillard, y la relación que su personaje mantiene con su marido son lo mejor de una película que, aunque honesta, peca de un cierto didactismo en su vertiente solcial. Se nota demasiado el esfuerzo que hacen los Dardenne para incluir en el peregrinaje de Sandra todas las opciones y actitudes posibles ante su situación, rozando en algún caso la falta de naturalidad.
Afortunadamente cuando la monotonía narrativa se había adueñando de la historia los Dardenne la rematan con un giro que deja el dilema planteado en lo más alto, mientras que la decisión final de la protagonista apuntala de manera notable la calidez humana de la que hacen gala tanto esta como su anterior película, El niño de la bicicleta.
Vuelvo a insistir en que, seguramente, nada de esto sería posible sin la entregada presencia de la actriz Marion Cotillard que hace absolutamente creíble el miedo ante el incierto futuro de Sandra, un personaje que dignifica al ser humano.
ernesto
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