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España España · Madrid
Voto de Barfly:
6
Drama. Intriga En 1913, en vísperas de la Gran Guerra (1914-1918), extraños acontecimientos, que poco a poco toman carácter de castigo ritual, se dan cita en un pequeño pueblo protestante del norte de Alemania. Los niños y adolescentes del coro del colegio y de la iglesia dirigido por el maestro, sus familias, el barón, el encargado, el médico, la comadrona, y los granjeros conforman una historia que reflexiona sobre los orígenes del nazismo en ... [+]
8 de diciembre de 2009
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún coincidiendo en varias cosas que apuntó Motta, en esa intensa y laboriosa crítica que resplandecía aquí como un diamante en el lodazal, no comparto su euforia madridista por esta vuelta de tuerca de Peneke, más necesaria que certera, en mi opinión.

Es evidente que el ídolo del gorras, tras ese condenable acto de fotocopiar Funny Games para el público yanqui, con caras conocidas en el reparto para facilitar el trance y con el imbécil de Michael Pitt dilapidando él solo el escaso crédito que podía tener el absurdo remake, necesitaba un golpe de efecto para encauzar su carrera.

Y sí, ha enderezado el rumbo, lo ha logrado con la que es su película más sobria, clásica y equilibrada de su carrera, con la que menos urgencias luce por escandalizar. Pero, por desgracia, la sensación de desapego y de desapasionamiento a mí me persiguió como un moscón buena parte del metraje, y sólo con una recta final indiscutiblemente potente, y quizá también con la ayuda de una yonquilata de cerveza, pude espantarlo.

Las fuentes de Bergman y Dreyer yo también las aprecié. Del católico panfletario asimila perfectamente ese modo reflexivo de filmar, ese ascetismo, esa espiritualidad. Y supera el examen con nota, porque es indudable que la atmósfera siniestra y crispada está muy bien lograda. En cambio, cuando dirige su pubis hacia el humorista sueco, cuando quiere abrir en canal a sus personajes, el compatriota de Gerard Rodax yerra el tiro y se queda con el molde, con la pólvora mojada, y con el corazón del espectador ileso y sonriente, por desgracia.

Y no, eso no se soluciona poniendo en la portada a un niño llorando.

A mí no me emocionó, no me alteró, no me tocó. Y Funny Games y Cache, mis películas favoritas de este hombre sí lo hicieron, sí me perturbaron, esas explosiones de violencia sin vaselinas morales, esas películas donde no necesitaba subterfugios éticos, así como tampoco las coartadas didácticas y reivindicativas que aquí asoman la pezuña, aunque en este caso están libres de toda culpa.

En fin, no es ni mucho menos un descalabro, aplaudo esta reinvención pese a mis reservas y a buen seguro que un segundo visionado le sentará bien, pero me da la sensación de que en otras ocasiones este hombre había cumplido el objetivo propuesto, gustara o no, con más tino que aqui.

En este mundo de aplausos arbitarios y en este foro de listones por los tobillos auguro una euforia colectiva en las próximas semanas, pese a todo, y ojalá algún día me pueda unir yo a esa barra libre, ojalá.
Barfly
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