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Voto de Javier:
9
6,1
25.380
Terror. Thriller. Drama
Un psicólogo, que quiere ayudar a su mujer a superar la muerte de su hijo en un accidente, decide llevarla a una cabaña perdida en medio de un bosque, donde ella había pasado el último verano con el niño. Sin embargo, la terapia no funciona, y tanto ella como la naturaleza empiezan a comportarse de un modo extraño. (FILMAFFINITY)
15 de septiembre de 2009
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá sea la ópera lo más próximo al murmullo célico que el oído humano pueda percibir. Siendo así, quizá sea el prólogo en ese parsimonioso blanco y negro lo más cercano al cielo que la vista humana pueda atisbar. Ahora, imaginen lo que es experimentar en carne propia ambas sensaciones, y sincrónicamente. Sublime. Sí, es así como la obra del danés nos posa delicadamente sobre la primera parada de esta excursión a la naturaleza, una naturaleza que gradualmente se irá desentrañando a nuestra vista y así arrancándonos las entrañas a nosotros también.
La naturaleza vertida en imágenes de preciosa fotografía y de la que escuchamos en los diálogos intensos de la pareja no es más que una alegórica visión de nuestra propia naturaleza, la naturaleza del ser humano, tema recurrente en la filmografía de Von Trier.
Será la presencia de los tres “mendigos” el derrotero del que se valdrá el filme para desplegarse. Cada uno de éstos aparecerá ante nuestra vista y ante la del ridículo e ingenuo marido (quizá el único desacierto, como personaje) a medida de que el pulso asesino de la mujer va llegando a su cauce.
La naturaleza vertida en imágenes de preciosa fotografía y de la que escuchamos en los diálogos intensos de la pareja no es más que una alegórica visión de nuestra propia naturaleza, la naturaleza del ser humano, tema recurrente en la filmografía de Von Trier.
Será la presencia de los tres “mendigos” el derrotero del que se valdrá el filme para desplegarse. Cada uno de éstos aparecerá ante nuestra vista y ante la del ridículo e ingenuo marido (quizá el único desacierto, como personaje) a medida de que el pulso asesino de la mujer va llegando a su cauce.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Primero, en un claro del Edén, nos toparemos con un cervatillo, símbolo de la maternidad salvaje de la hembra y fuente de la pena exacerbada de la mujer por la pérdida de su cría. Tras callar el llanto, escondido entre el forraje del Edén encontraremos un zorro, que en el momento con su propio hocico estará desgarrándose las vísceras, aludiendo al dolor de la mujer, que no verá como límite el propio cuerpo con tal de expulsarlo; en consecuencia, empezará a reinar el caos. Si creíamos que los impulsos de violencia eran el límite, pues nos sorprenderá descubrir que enterrado en lo más recóndito de la naturaleza (la nuestra) un cuervo de plumaje más negro que la oscuridad dará inició a un aleteo que no aflojará, representando la maldad inherente al humano, en esencia, sin norte ni sur, en pleno quiebre de la desesperación. Y ya nada importará: la penumbra se respira, las babosas se nos adhirieron, las bellotas llueven sin cesar sobre el techo, y aun los árboles más recios se rindieron hasta el suelo. Y entonces sólo quedará arrancar al mal de raíz, cercenarlo desde su origen. O para ella, mutilar el placer. Aquel que provocara la mirada impasible de la noche en blanco y negro, aquel al que recurriera en sus cuadros de histeria crónica con tal de retornar a ese instante en que el cielo, como su bebé, cayó.
Quedará ante nosotros uno de los cuadros más hermosos que me haya podido llevar de un filme: la mujer desnuda, recostada sobre la madera, con el alma más deshecha que el cuerpo y los tres mendigos reunidos a sus pies. Las estrellas convergían en ella. Era la mujer la constelación que el marido jamás había visto.
Para el final, el marido recién comprenderá el padecimiento interno de la mujer cuando ésta se lo retorne con sufrimiento corporal. Mareos, la garganta seca, los problemas de audición, el temblor, la respiración acelerada, las nauseas.
- ¿Ansiedad? –Replica ella– Esto es físico. Es peligroso.
- No, no es peligroso.
La matarás. La incinerarás, como a una de las tantas brujas que ahora, en un canto de reivindicación, suben la colina a tu encuentro.
Es así, el Anticristo y sus infiernos son universales a la naturaleza del ser humano, y los cielos, inherentes a la individualidad del alma humana. De ello es que en nuestro proceso de aprendizaje resulte inútil enseñar a hacer el bien sin antes haber aprendido a repeler el mal.
Quedará ante nosotros uno de los cuadros más hermosos que me haya podido llevar de un filme: la mujer desnuda, recostada sobre la madera, con el alma más deshecha que el cuerpo y los tres mendigos reunidos a sus pies. Las estrellas convergían en ella. Era la mujer la constelación que el marido jamás había visto.
Para el final, el marido recién comprenderá el padecimiento interno de la mujer cuando ésta se lo retorne con sufrimiento corporal. Mareos, la garganta seca, los problemas de audición, el temblor, la respiración acelerada, las nauseas.
- ¿Ansiedad? –Replica ella– Esto es físico. Es peligroso.
- No, no es peligroso.
La matarás. La incinerarás, como a una de las tantas brujas que ahora, en un canto de reivindicación, suben la colina a tu encuentro.
Es así, el Anticristo y sus infiernos son universales a la naturaleza del ser humano, y los cielos, inherentes a la individualidad del alma humana. De ello es que en nuestro proceso de aprendizaje resulte inútil enseñar a hacer el bien sin antes haber aprendido a repeler el mal.