Sin estridencias y con mucha honestidad en un trasfondo realista Eduardo Pinto nos da su ópera prima la cual está muy bien para ser parte del llamado "Nuevo cine argentino", el cual como sabemos sus sufridos espectadores sólo nos depara tedio, incoherencia, grandilocuencia (inútil), megalomanía direccional con recursos pobrísimos, risas burlonas (del público), escapadas apresuradas a los 20 minutos de proyección (del público más impaciente), aburrimiento al por mayor, deseos asesinos (del público hacia los directores y hacia los actores y por supuesto al creador del bodrio el cual coincide en que es el realizador-productor-autor-guionista-escenógrafo-iluminador-maquillador-vestuarista-etcétera-etcétera, es decir, el proyecto de fracaso-director del engendro).
Pero todos estos problemas habituales del nuevo cine argentino no se encuentran en Palermo Hollywood, el cual nos mete en una realista historia que nos lleva al corazón de cierta juventud porteña descreída, drogona y con el sino de la tragedia latente producto de la sociedad anárquica, vacía y acomplejada de este comienzo de siglo. Bien por este cine que a fuerza de sinceridad y simpleza logra entretenernos sin despertarnos el sopor invencible de tantas películas argentinas que se olvidan del espectador. En el camino de Mundo Grúa y Bolivia, aunque con mayor nivel de producción la cual se nota. Recomendable para todos los que amamos el buen cine argentino (el BUEN CINE, dije), el cual es posible de realizar con un poco de sentido común, originalidad y honestidad al contar una historia y pensar, al menos un poquito, un poquitito (no pido mucho más) en el espectador medio argentino, ya que somos muchos los que estamos abiertos a películas nacionales que tengan un poco de inteligencia, de sentido común, no necesariamente comerciales ni industriales, realizadas con actores con mediano oficio (no necesariamente grandes actores, ni siquiera profesionales), alejadas de los nefastos tics y clichés de los prepúberes neocineastas argentinos, a los cuales la falta de cultura, mundo, inteligencia, sentido común y del ridículo, buen gusto y verdadero arte les desborda por todos los poros.