Palermo Hollywood

Palermo Hollywood es una película dirigida por Eduardo Pinto. Esta "fábula porteña" mezcla fantasía y crudeza en un interesante cóctel.
La trama gira en torno a Pablo y Mario, dos amigos que pasan sus días perpetrando robos de poca monta y haciendo trabajos a encargo para figuras importantes del crimen organizado. Sin embargo, un encargo que termina en catástrofe pondrá a prueba la amistad de los protagonistas, así como el amor entre Pablo y la hermana de Mario, Julieta.
El primer tercio de la película es un tanto flojo, pero una vez que la trama se pone en movimiento y las tribulaciones internas de los personajes toman mayor protagonismo, la producción toma un impulso que la mantiene a flote hasta el final.
Los dramas personales de Pablo y Mario fueron el aspecto que más me sorprendió. Estas partes del guión se destacan por su autenticidad (sobre todo cuando las comparamos con las de otras producciones del género) y es gracias a ellas que se desarrollan las escenas más humanas de la película. Sin lugar a dudas este factor humano es el mayor fuerte de Palermo Hollywood.
Otro aspecto muy admirable del guión es su capacidad de alternar entre el humor, el romance y, en última instancia, el más cruel realismo de manera natural. Estos saltos que se suceden a lo largo de la película sorprenden pero no perjudican la credibilidad de la historia. El éxito de estas fluctuaciones también se debe a la calidad general de las actuaciones. Salvo contadas excepciones, todos los actores están más que correctos en sus papeles.
El apartado técnico es de gran calidad. La película está elegantemente filmada, disimulando las carencias del presupuesto e incluso produciendo un par de secuencias muy atractivas visualmente por el uso poco ortodoxo de la cámara. Si a esto le sumamos el buen uso de sets y locaciones reales (gran parte de la película fue grabada en el barrio porteño que le da nombre), obtenemos un resultado más que admirable.
La banda sonora, que mezcla canciones de artistas tan disimiles como Sandro, Catupecu Machu y Damas Gratis, resulta interesante, aunque no siempre adecuada. En particular destacan las escenas filmadas al son de las canciones de Sandro, que no combinan particularmente bien con el estilo de la película. Otro aspecto negativo de la mezcla de sonido es el uso de ciertos efectos sonoros bastante malos que recuerdan a las telenovelas de Polka producciones y dañan el aire profesional de la película.
En conclusión, Palermo Hollywood es una muy buena pero poco conocida producción argentina que me tomó por sorpresa. Su mayor falla consiste en querer abarcar demasiado; hacia el final el aspecto más importante de la trama se ve diluido en un mar de historias paralelas y personajes secundarios, haciendo que por momentos se pierda el foco de la narrativa. Sin embargo, todas las fallas mencionadas no son suficientes para echar a perder a esta película, que recomiendo a todo aquel que guste del genero delictivo y quiera ver algo distinto.

Palermo Hollywood es una película que durante su mayor parte es muy buena. Esto se debe a que calca a la perfección a una parte de la juventud argentina, en particular a los jóvenes metidos en la parte oscura de la ciudad, y nos da personajes bastante interesantes; desde el que se mete en la joda por rebeldía, hasta el que ya es de barrio de nacimiento pero se quiere salir de lo turbio. El único problema en sus personajes son sus diálogos, con actuaciones que -creo yo- se vieron afectadas por un guión no muy acorde; no en la historia, si no mas bien a la hora de crear conversaciones demasiado clichés y poco naturales.

Por otro lado, la dirección es muy buena y nos presenta planteos de escenas con planos bastante interesantes y un montaje excelente, sobre todo al final con algunas secuencias. Se destaca que en toda la película no hay ningún plano fijo -que no sea recurso-, así generando esa sensación de descontrol que, a mi parecer, caracteriza tanto este género como la Ciudad de Buenos Aires. El único problema en esta es tal vez algún que otro encuadre que no me termina de convencer, pero que veo su origen en un bajo presupuesto.

La critica sigue en spoilers, y es que allí es el único lugar donde puedo describir su mayor desacierto.

Sin estridencias y con mucha honestidad en un trasfondo realista Eduardo Pinto nos da su ópera prima la cual está muy bien para ser parte del llamado "Nuevo cine argentino", el cual como sabemos sus sufridos espectadores sólo nos depara tedio, incoherencia, grandilocuencia (inútil), megalomanía direccional con recursos pobrísimos, risas burlonas (del público), escapadas apresuradas a los 20 minutos de proyección (del público más impaciente), aburrimiento al por mayor, deseos asesinos (del público hacia los directores y hacia los actores y por supuesto al creador del bodrio el cual coincide en que es el realizador-productor-autor-guionista-escenógrafo-iluminador-maquillador-vestuarista-etcétera-etcétera, es decir, el proyecto de fracaso-director del engendro).
Pero todos estos problemas habituales del nuevo cine argentino no se encuentran en Palermo Hollywood, el cual nos mete en una realista historia que nos lleva al corazón de cierta juventud porteña descreída, drogona y con el sino de la tragedia latente producto de la sociedad anárquica, vacía y acomplejada de este comienzo de siglo. Bien por este cine que a fuerza de sinceridad y simpleza logra entretenernos sin despertarnos el sopor invencible de tantas películas argentinas que se olvidan del espectador. En el camino de Mundo Grúa y Bolivia, aunque con mayor nivel de producción la cual se nota. Recomendable para todos los que amamos el buen cine argentino (el BUEN CINE, dije), el cual es posible de realizar con un poco de sentido común, originalidad y honestidad al contar una historia y pensar, al menos un poquito, un poquitito (no pido mucho más) en el espectador medio argentino, ya que somos muchos los que estamos abiertos a películas nacionales que tengan un poco de inteligencia, de sentido común, no necesariamente comerciales ni industriales, realizadas con actores con mediano oficio (no necesariamente grandes actores, ni siquiera profesionales), alejadas de los nefastos tics y clichés de los prepúberes neocineastas argentinos, a los cuales la falta de cultura, mundo, inteligencia, sentido común y del ridículo, buen gusto y verdadero arte les desborda por todos los poros.