Mira tú por donde, el Soderbergh tenía ganas de rodar una cinta clásica, con su femme fatale y todo eso, así que cogió un personaje de “Los olvidados”, una trama de espías y científicos nucleares, la escena final del aeropuerto de “Casablanca” y, como la Stanwyck tuvo el mal gusto de estar muerta, no le quedó más remedio que fichar a la Blanchett. Después, lo rodó todo en blanco y negro y a esperar que la crítica lo ensalzara (se quedó con un palmo de narices, por cierto).
No, ya en serio, la película es bastante decente, y, aunque peque de pretenciosidad, no se puede negar su impecable factura técnica y artística, si bien en este último apartado hay que decir que los secundarios se meriendan a los principales en todas las escenas que pueden. La trama es algo confusa, más por cómo la desarrollan que por su dificultad intrínseca, y la cinta se hace algo larga. Sin embargo, y pese a todo lo dicho, el resultado final es satisfactorio: una película entretenida, bien hecha y con un regusto a cine clásico muy poco habitual en estos tiempos.