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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama Cuando la famosa historiadora norteamericana Deborah E. Lipstadt acusó a determinados periodistas e historiadores de negacionistas en su libro "La Negación del Holocausto", fue denunciada por el negacionista británico David Irving, un famoso periodista e historiador admirador de Hitler, y que se querelló en 1996 contra ella por difamación. Entonces Lipstadt se propuso derrotar a Irving y los negacionistas en Inglaterra únicamente con ... [+]
10 de julio de 2017
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
143/08(08/07/17) Drama histórico necesario por la historia que cuenta, con dirección de Mick Jackson, el guión de David Hare (“El lector” o “Las horas”) basándose en el libro de la historiadora Deborah Esther Lipston “History On Trial: My Day In The Court with Holocaust Denier”, narra los detalles del juicio, que en 1993 escribe un artículo arremetiendo contra los negacionistas (los que niegan el Holocausto), causó un gran impacto en la prensa y acabó siendo denunciado por David Irving, un reputado negacionista inglés, seguidor de Hitler y cooperante con fuerzas neonazis. Irving escribió varios artículos sobre su admiración a la Alemania nazi, y negando cualquier barbarie del ejército alemán sobre el pueblo judío. Lipstadt viaja a Inglaterra y se pone en manos de un importante abogado-Anthony Julius (cliente suyo famoso fue Lady Di, le llevó el divorcio del príncipe Carlos), siendo sorprendente que en la justicia inglesa ella como acusada es quien tiene que demostrar su inocencia y por lo tanto enseñar pruebas de que la Shoah fue real, ella junto a Julius y el jurista Richard Rampton- será quien lleve el caso- se embarca en un caso sin precedentes por demostrar verdad en que millones de personas fueron víctimas. El Negacionismo aplicado al Holocausto es el rechazo a aceptar una realidad verificable, sigue la doctrina según la cual el genocidio perpetrado por la Alemania Nazi contra los judíos no existió; afirman que es producto de la fabulación, un mito y fraude. Estos negacionistas se autodefinen pomposamente como revisionistas históricos, principalmente son antisemitas y simpatizantes nazis. Este film supuso el caso más famoso en torno al Negacionismo, David Irving, llevó a los tribunales a Deborah Lipstadt por difamación. Proceso que puso en tela de juicio los crímenes del Holocausto, negando el ínclito la existencia de las cámaras de gas en los campos de concentración (como en Auschwitz), en que también se afirmó que Hitler no tenía conocimiento (ni responsabilidad) sobre las ejecuciones en masa, con la particularidad de que durante el litigio solamente hubo testimonios de expertos en el ámbito académico, sin llamar a declarar a supervivientes del Holocausto. Esto que sobre el papel supone una atractiva y sugestiva propuesta con muchas sub-lecturas, sobre el Peso de la Historia, sobre la perversidad de tergiversarla, retorcerla e intentar degradarla con mentiras y medias verdades, sobre como el paso del tiempo puede hacer flexible la realidad (para algunos), y siguiendo la máxima del “sesgo de justificación” la verdad puede ser moldeable según las ideas políticas de cada uno. Pues bien hasta aquí lo bueno, en lo defectuoso está su realización plana, convencional, académica, sin alma, le falta valentía, dimensión dramática, picos emocionales que nos saquen de la monotonía, esto atomizado en unas escenas judiciales que debieran ser el fuerte por el duelo de ideas que queda en algo naif y sin fuerza incisiva. En lo buenos está su potente elenco actoral destacando más los secundarios Tom Wilkinson (fenomenal), Andrew Scott (notable, el eterno Moriarty para los fans del nuevo “Sherlock”), y Timothy Spall (magnífico villano), en contraparte de una Rachel Weisz bastante monocorde.
Es una cinta que en su sinopsis y su arranque cautiva, con ese duelo en una conferencia entre Irving y Lipstadt, en una especie de resurgir del nazismo, en que hay gente que le quiere lavar sus (Colosales) estigmas, quiere sanearlo alterando la verdad, frente a ello la Verdad, esta puede ser discutible en lo micro (cifras de muertos, experimentos a que eran sometidos los presos, número de deportados, …), pero no en lo macro que el holocausto existió como una trama organizada para eliminar a todas las “lacras” que eran dañinas para los “puros arios”, mayormente judíos, pero también había gitanos, comunistas, homosexuales, etc. Es interesante el modo en que se afronta el pre-juicio, la singular estrategia de los abogados defensores, las motivaciones para no llamar a “supervivientes”, de no hacer testificar a la acusada, la cena de Lipstadt con un grupo de judíos condescendientes, la sentida visita al Campo de Exterminio de Auschwitz, todo crescendo, como una bomba que escuchas el tic tac, y entonces comienza el juicio y el globo se desinfla, se cae en lo lineal, en lo plano, se redunda, se caricaturiza a Irving, no se le da espacio para expresar sus argumentos, estos quedan en un esbozo, no dándose cuenta que al hacerlo se va contra el mensaje del film, y con esto se pierde el vigor que se suponía, te alejas del relato, no hay giros, no hay grandes revelaciones, no hay un momento de clímax que te eleve, todo cae en lo rutinario, en redundancias. Te deja con una sensación agridulce de lo que pudo haber sido y no fue, de un material tocado superficialmente, de modo complaciente, sin duelos actorales que lo pedían a gritos entre los antagonistas, al final pienso que mejor habría sido dedicarle un documental, pues una película debe ofrecer algo más que ser un cronista frío de los hechos, con lo que su poder de perduración en la mente es escaso, la recordaras por la raíz de lo que se trata, no por su dramatización.
Es un argumento que en cierta medida tiene mucho que ver con la extraordinaria novela de Umberto Eco “El cementerio de Praga”, donde se escribe un libro supuestamente real sobre las “conspiraciones” hebreas por controlar el Mundo, por supuesto mentiras, que cogen algunas verdades y las acomodan a su gran falsedad para ayudar a una causa espuria racista.
La puesta en escena cumple bien deleitando con mimo los lugares de los hechos, en exteriores del auténtico Royal Courts of Justice, zona en el Strand londinense, como la construcción de decorados para el interior de la sala del juicio en una antigua fábrica de máquinas de tabaco en las afueras de High Wycombe, y sobre todo ese vibrante paseo por el verdadero epicentro del Horror de las miserias de la Condición humana que fue Auschwitz en Polonia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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