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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Drama Rodada con los habitantes de la región montañosa de Barbagia, en la isla de Cerdeña, es tanto la historia de un pastor echado al monte tras ser injustamente acusado de un crimen, como la plasmación de un mundo de belleza hosca, árida y arcaico. (FILMAFFINITY)
19 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
304/14(17/08/21) Notable drama rural encuadrado en el neorrealismo italiano más crudo, que cumple ahora 60 frescos años desde su estreno (24/Agosto/1961), y que ganó el Premio a la Dirección en el Festival de Cine de Venecia (el director De Seta ya había ganado un premio en Cannes con “Isole di fuoco” en 1954 por un corto documental). Ópera prima en un largometraje dramatizado del siciliano de Vittorio De Seta, con guión liviano propio escrito junto a Vera Gherarducci, con gran influencia de obras como los semi-documentales naturalistas-humanistas de Robert Flaherty (por lo de los Hombres luchando contra las fuerzas de la naturaleza; la película, de hecho, ganó el venerado premio Flaherty), en miscelánea con cintas transalpinas como “Ladrón de bicicletas” (El Hombre pobre luchando contra las miserias Humanas) y “La Terra Trema” (también motor el Hombre vs Naturaleza), ambas de 1948, de las que tiene muchos puntos en común. De Seta era un documentalista que en 1958 dirigió un cortometraje en este género, “Pastori di Orgosolo”, así que cuando se estrenó en la ficción tiró de su experiencia en el tema, tirando fruto del más dogmático neorrealismo italiano de actores no profesionales (reales pastores sardos), destacando un sensacional Michelle Cousso de protagonista y Peppeddu Cuccu como su ascético hermano adolescente que le acompaña en su huida hacia ninguna parte, para hacer más difusa la línea entre realidad y ficción, sus nombres en la historia son los suyos propios. Por cierto actores acreditados en su conjunto como ‘Pastores sardos’.

Obra austera, seca, que destila autenticidad por todos sus poros, revestida de una gran poesía visual, gracias a una formidable cinematografía en portentosa luz natural del mismo De Seta, con hermosas tomas de las áridas montañas cerdeñas, con esos picos, esos cielos nublados de fondo moviéndose, esa luna, con encuadres emocionales, con dramáticos contrapicados, jugando con los claroscuros expresionistas, este agreste panorama da forma a estos pastores, formándoles un carácter lacónico y racial de estos seres que viven con único techo el cielo, supervivientes que han elegido esta vida porque no conocen otra. Ello con gran lirismo en su estética de contrastes de grises, evocando cuadros de paisajes turbadores, con profundidad de campo. Un estudio de la vida de estos pastores, una denuncia de la grieta existente geo-social entre la vida en el campo y la sociedad ‘moderna’ con sus maleables leyes. Ello para hablarnos del orgullo, de la dignidad, el sentido del deber, la vocación, los círculos viciosos, la fuerza del destino.

Michele, pastor de Orgosolo injustamente acusado de robo y asesinato, se ve obligado a huir de los carabinieri por las inhóspitas montañas de Orgosolo (Cerdeña), lo hace junto a su hermano Peppeddu llevando un rebaño de cabras necesario para pagar una deuda con el aval de su casa donde vive su madre.

La cinta comienza de modo áspero, marcando a fuego sus cartas. Con esa visión cruda de la vida pastoral en las montañas de Orgosolo la Barbagia de Cerdeña. Allí el protagonista Michelle debe acoger a la fuerza a unos bandidos con uno de ellos heridos, que huyen de los carabinieri. Pero estos llegan y se produce un tiroteo, uno de ellos policías muere, y aunque Michelle ha quedado al margen de todo, será el objetivo de las autoridades, por ser el único conocido. Michelle que no confía en la justicia decide huir con su hermano menor. Embistiendo su travesía de una enorme dureza melancólica, no vemos interpretaciones, vemos a dos pastores conducir a un rebaño por los agrestes montes ello con destino parece a ninguna parte, sintiendo con ellos la presión claustrofóbica de un entorno que los asfixia poco a poco. Ello en un paisaje donde nunca da sensación de haber luz de sol, los nubarrones siempre presentes, y nunca terminando a romper en lluvia. Es la eterna Batalla del Hombre contra los elementos, aquí representados en la Naturaleza y en el propio cainismo humano, una existencia aislada prácticamente del mundo, en cuasi-comunión (forzada) con el entorno rocoso y gris (cual vidas de estos pastores). Ello con un rush final cortante y muy satisfactorio en su metáfora, y recordando en gran medida al de “Ladrón de bicicletas” (spoiler).

Se le puede achacar lo de su débil argumento, donde la mayor parte del tiempo vemos a los pastores levar a su rebaño por las montañas, guiarlo de un lado a otro, donde ellos silencios son muchos, pero es que la cinta no pretende ser más que un cuadro y homenaje a estas gentes que parecen vivir anclados en el tiempo. Donde el par de acercamientos al pueblo es en la nocturnidad y parece ser un lugar irrespirable para los pastores, dan la impresión de que las paredes y callejuelas les ahogan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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