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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama. Comedia En una residencia de ancianos de Jerusalén, un grupo de amigos construye una máquina para practicar la eutanasia con el fin de ayudar a un amigo enfermo terminal. Pero cuando se extienden los rumores sobre la máquina, otros ancianos les pedirán ayuda, lo que les plantea un dilema emocional y los implica en una aventura disparatada. (FILMAFFINITY)
15 de septiembre de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
147/02(03/09/15) Interesante film israelí que dirigen y guionizan Sharon Maymon y Tal Granit, una apreciable oda a la vejez, a la vida y al derecho a morir en dignidad. Un relato centrado en personas en el otoño de la vida, que se toman esta con sentido del humor, el argumento se desarrolla mezclando con esmero la comedia con el abrupto drama de gente en el ocaso de su existencia. Juegan a tratar un tema tan espinoso como la eutanasia con naturalidad, analizando diferentes salidas, lo abordan sin entrar en componentes religiosos o políticos, lo hacen desde una óptica humanista, de ética moral, sobre los dilemas que acarrea, sabiendo ensalzar lo que es una vida plena.
En una residencia de ancianos en Jerusalén vive un matrimonio de setenteros, Yehezkel (Zeev Revah) y su esposa, Levana (Levana Finkelshtein), allí un amigo, Max (Shmuel Lobo), agoniza lentamente por una enfermedad letal, la esposa de este, Yana (Aliza Rozen), pide ayuda a Yehezkel para acabar con su desgarrador sufrimiento, este con la ayuda de un anciano veterinario jubilado, Dr. Daniel (Ilan Dar), y de su amante Raffi (Rafael Tabor), un policía jubilado, decide inventar una máquina para la autoeutanasia, es decir, que el propio enfermo pulse el botón de suicido. Tienen éxito, y “su acto de misericordia” se propaga y otro anciano, Dubek (Yossef Karmon), les pide ayuda para poder utilizar la máquina para su maltrecha esposa.

La cinta rehúsa ser un maniqueo canto a la eutanasia tipo “Mar adentro” (2004), de Amenábar, ni un doliente y cruento tipo “Amour” (2012) de Haneke, se acerca mucho más al estilo vitalista del canadiense Denys Arcand en su “Las Invasiones bárbaras” (2003), es un cálido homenaje a la vida, y un sutil ataque a la muerte en vida que es la lenta agonía, por que estar sufriendo una lenta degradación física y psíquica no es vida, el valor absoluto de la vida como dogma es relativo y discutible, hay momentos en los que se de aceptar la muerte como parte última de un camino, camino que es lo importante, y donde llegar a la meta se ha de intentar acometer con dignidad, los seres queridos han de aceptar que todo tiene un principio... y un fin, donde lo importante es el amor, el cariño, la comprensión, la aceptación, el saber afrontar que la vida puede llevarnos por situaciones espinosas. Es también una oda a la vejez, a como por mucha edad que se tenga se puede disfrutar, se puede tener un sentido vitalista, se habla de cómo tratamos a la tercera edad, como la arrinconamos en nuestra sociedad como se mete en un cajón el móvil obsoleto, son “material” oxidado. También se pone en valía la amistad, el sacrificio por el ser querido, la piedad, la compasión, la autoestima, la solidaridad, Se muestran imágenes del padecimiento de ancianos, pero no se regodea en ello, de hecho lo que hace digerible el film es su meritorio sentido del humor, necesario para afrontar un relato que sin él sería demasiado seco, un humor que no es negro, más bien blanco, esto la hace una película accesible a todos los públicos, esto es una virtud y a la vez u defecto, pues le impide ir un poco más allá, y ser políticamente incorrecta (aún tratando un tema como la eutanasia). Todo esto la hace una dramedia por momentos conmovedora, que te toca la fibra sensible.

Y es que el film tiene sus defectos que le impiden volar más alto, tener un calado mayor, el referido humor es blandito, nada mordaz o corrosivo, le falta punch y valentía para un poquito más lejos, esto hace que el humor no pase de una mueca, la veas con agrado pero no haya sonrisas. El desarrollo en el guión es un tanto apresurado, por momentos con situaciones atropelladas, como es la entrada de la nada del personaje Dubek, y sobre todo se nota una cambio abrupto en el tono entre su dos tercios primeros, más encaminados a crear momentos de humor, con el último donde la acción se torna mucho más seria y adusta. Como bien he leído, y estoy de acuerdo, deberían haber incluido a un personaje joven que supusiera un contraste con los ancianos y que además se pudiera empapar de la sabiduría por viejos zorros de estos, hubiera dado más juego.

El guión construye a personajes muy humanos, con defectos, con aristas, tridimensionales, con los que se empatiza con facilidad. Ayudado esto por unos actores septuagenario excelentes. Zeev Revah está estupendo, desbordando simpatía y picardía bonachona, demostrando gran amor por su esposa, afamado actor de comedias israelís. Levana Finkelshtein desborda ternura, y una fragilidad que la hace muy dulce, con un arco de desarrollo conmovedor, punzante, como cuando dice <Estoy desapareciendo>, posee con Zeev una gran química. Ilan Dar está muy bien en su rol, con una bonita historia con su amante, y su amor escondido. Rafael Tabor cumple muy bien en su papel de amante gay adultero. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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