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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Comedia Un infeliz gendarme, fiel cumplidor de su trabajo, se enamora perdidamente de una prostituta a la que detiene en una redada. Por ella dejará su trabajo, se enfrentará al chulo que la explota y, gracias a un golpe de suerte, se convertirá en el nuevo matón del pintoresco barrio de "Les Halles", el mercado de abastos de París. A partir de ese momento, aunque con ciertos escrúpulos, vive de la chica, que lo considera su nuevo protector, y ... [+]
1 de enero de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
167/06(11/12/18) Desequilibrada comedia romántica del gran Billy Wilder, protagonizada por Shirley MacLaine y Jack Lemmon, que tanto éxito tuvo años antes en la también wilderiana “El apartamento”, en un relato con grandes paralelismos la que antes fuera una ascensorista (MacLaine), es ahora una prostituta (con color fetiche verde) que derrama su ternura en una perrita mimosa, el que antes (Lemmon) era un empleado del que se aprovechaban sus jefes, utilizando su piso como un picadero, es ahora un policía de calle al que su rectitud le juega una mala pasada, y en las dos terminan teniendo una tensión sexual entre los dos donde en la primera el muro era el gran mandamás de su compañía, aquí es la profesión (la que se dice es la más vieja del mundo) a la que se dedica ella de modo vocacional, aunque el resultado final dista dela de en b/n. Se basa en el musical francés de 1956 “Irma La Douce” de Marguerite Monnot y Alexandre Breffort, aunque la película no es un musical, ganó André Previn el Oscar a la Mejor puntuación: Adaptación o Tratamiento. También hay una escena en la película, en la que Shirley MacLaine exclama "Dis-donc!", mientras baila en una mesa de billar, lo que parece ser un tributo deliberado al musical del que se deriva la película, fue nominada para otros dos premios de la Academia, Mejor actriz en un papel principal (Shirley MacLaine), y Mejor cinematografía en Color. Billy Wilder se sintió atraído por la farsa de Breffort por el desafío de representar a un hombre que está celoso de sí mismo. Eliminando las canciones que se habían agregado para la musicalización de Broadway, Wilder y el co-guionista IAL Diamond inventaron una historia de humor negro y engaño, en la que las buenas intenciones terminan siendo manchadas por su entorno. Concebida como un vehículo para Marilyn Monroe en 1962, el proyecto la habría reunido con el director Billy Wilder y el actor Jack Lemmon, quienes habían trabajado con ella en “la tentación vive arriba” (1955) y en “Con faldas ya a lo loco” (1959). Después de la muerte de Monroe, la película fue rehizo con Shirley MacLaine (tras caerse del proyecto Brigitte Bardot y Elizabeth Taylor), quien había trabajado con Wilder y Lemmon en 1960 en The Apartment, MacLaine recibió un pago de $ 350,000 más un porcentaje. Fue un gran éxito recaudando $ 25,246,588 a nivel nacional con un presupuesto de $ 5 millones. Fue la quinta película de mayor recaudación de 1963, con un estimado de $ 11 millones en taquilla. Irma la Douce ganó más de $ 15 millones en taquilla en todo el mundo, pero debido a la participación de Wilder y las dos estrellas, United Artists solo obtuvo una ganancia de $ 440,000 durante su carrera teatral.

El film tiene un arrollador arranque con la presentación del colorido barrio parisino de Les Halles, protagonismo para el microuniverso de la prostitución, visto desde óptica amable, sin malos rollos, ni dramatismos, siendo el epicentro Irma, una chica que tiene su “oficina” en el Hotel Casanova, donde los clientes le preguntan cómo ha llegado a este trabajo y a cada uno le cuenta una historia distinta buscando con moverlos para le den más dinero. Vemos la presentación del policía de barrio, Nestor es un tipo tan ingenuo como estoico en su labor. Pero la cinta en su último tercio se desinfla de modo penoso, estirándose sin motivo, como si Wilder no hubiera sabido meter la tijera necesaria para dar ritmo y vigor.

Es una farsa con mucho humor irreverente, como le gustaba de ensalzar Billy Wilder, haciendo una radiografía retorcida del amor en un marco tan paradójico para ello como el de las meretrices, sabe sacarle partido en muchos aspectos, es incisivo, mordaz, con momentos cargados de cinismo, con unas actuaciones punzantes y divertidas, pero conforme avanza el metraje va perdiendo fuelle.

La trama una vez se asienta se convierte en algo exagerado cercano al absurdo, teniendo que dar licencia para saltarse la realidad, donde los enredos y celos se van enroscando de modo jolgorioso. Hay detalles que la hacen recomendable, como esos toques Lubitsch en el modo de manejar los gestos (el modo en que Nestor tapa la cristalera con periódicos para no vean a Irma desde fuera), o las elipsis (el fundido a negro de la primera noche que pasan juntos Irma y Nestor, y cuando vuelve la imagen Nestor lleva el antifaz de Irma;…), o como maneja los fuera de campo con exquisitez (la pelea de “gatas” entre Irma y Lolita), o simbolismos sexuales claros (como el de la porra alegóricamente se convierte en el pene de Nestor, la mueve alegremente al inicio, la utiliza para azuzar a las prostitutas en la redada, en el despacho del inspector la tiene erguida orgulloso, y cuando le abronca el jefe la porra cual flacidez se abate), delicioso manejo del slapstick (todo lo referente a la huida de prisión; o el registro policial en el piso de Irma); Además contiene toques genuinos de Wilder en diálogos afilados y rebosantes de humor ingenioso (ejemplo es el modo en que el dueño del bar explica a Nestor porque no puede declararse inocente), hay un gusto por el fetichismo de objetos (la botella de sifón, la mencionada porra, el ascensor, el bastón de Lord X,…). Se hace humor con los malentendidos, con la confusión de identidades, con los dobles sentidos de las palabras, con las muchas profesiones realizadas por Moustache (camarero, abogado, ginecólogo, economista,…)

Wilder lanza dardos contra la hipocresía de nuestra sociedad, que critica la prostitución, pero a la vez se sirve de ella, arremete contra el amor, contra las falsas apariencias, contra la visión sórdida de que las prostitutas son infelices, contra la aburrida burguesía acomodada, contra la corrupción de las autoridades, hace una loa a precisamente la libertad de elección de tu profesión, sin importar lo que digan de ti, un canto a la dignidad, no sin algunos michelines que chirrían, como que la mujer se someta por imperativo a que tenga un “macarra” que las “proxenetice” (válgame el palabro).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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