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Voto de TOM REGAN:
8
7,0
7.360
Drama
El sheriff Wade Whitehouse es un hombre gris y menospreciado por todos. Su vida cambia cuando se produce la muerte de un sindicalista en una partida de caza. Aunque la mayoría cree que se trata de un accidente, él está convencido de que se trata de un asesinato. Resolver el caso es la oportunidad que estaba esperando para demostrar su valía a su propio padre -un hombre dominante y alcohólico- y a sus vecinos. (FILMAFFINITY)
2 de diciembre de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
278/22(28/11/17) Notable drama (rural gélido) realizado con pulso pétreo abrasivo por el guionista y realizador Paul Shrader, incisiva propuesta, radiografía uno de sus mantras, fina línea separa la cordura de la locura, como las personas en su debilidad y vacío existencial pueden ser abocados al desvarío, ejemplo es el protagonista de “Taxi Driver”, Travis Bickle. El director adapta el libro homónimo de Russell Banks de 1989, desgarrador descenso al infierno interior, una lenta caída al vacío con el combustible de un pasado familiar tormentoso, una visión desesperanzadora de la Condición Humana, donde la violencia es una espiral que te arrolla, engañoso thriller de tintes coenianos (influencias a “Fargo” por su violencia latente, y sobre todo por su ambientación, con esos paisajes nevados, carreteras blancas, granjas aisladas , gente híper-abrigada), pero que discurre por derroteros sinuoso-opresivos, donde todo esto es atomizado por un duelo actoral cumbre, entre Nick Nolte y James Coburn, un brutal choque de trenes que ves colisionar a cámara lenta de modo sugestivo, imantando en cada encuentro al espectador en sus espinosas redes, un descarnado lienzo paterno-filial que duele por el realismo que desborda. Según Paul Schrader, se encontró con una copia de la novela en una librería y la compró después de que fue "atrapado" por su primera frase. Después de que terminó de leer el libro, Schrader compró los derechos de la película de Russell Banks. El director dijo en una entrevista con Filmmaker que se identificó con los personajes de la historia: "Tenía un padre muy fuerte y un hermano mayor. Mi padre no era abusivo, no era alcohólico, pero había suficientes similitudes. Venía de esa parte del país con largos inviernos fríos, así que conocía a esta gente, y conocía su violencia". Tuvo dos nominaciones a los Oscar para sus intérpretes, como principal para Nick Nolte perdió (incomprensiblemente) ante el histrión (insoportable) Roberto Benigni, y para James Coburn que ganó el primero de su dilatada carrera a los 69 años.
El realizador nos induce a un ejercicio de inmersión apabullante en la mente convulsa del protagonista, lo hace con una cámara que pega a su rostro con incisivos primeros planos, haciendo de espejo con nosotros, padeciendo con él su lenta agonía, notando en su demacrado rostro la degradación física (genial el dolor de muelas) y la del alma, notamos como es una nave a la deriva que cada vez tiene más agujeros por donde se cuela la alucinación y los delirios, es volcán en constante ebullición con pequeñas señales de que va a explotar, has que cuando lo hace se hace insoportable, donde el subconsciente del dolor sufrido en la infancia por parte de un abusivo padre no hacen más generar tensión latente, un tic tac permanente de que la bomba va a hacer Boom! Infancia traumática en la que dos hermanos fueron vejados por un cruento padre, esto lo vemos en escasos pero muy descriptivos flash-back (con esas tonalidades adustas que hacen aún más sugestivo y doliente las imágenes), un progenitor alcohólico, opresor, tiránico, machista, haciendo mella en el hijo mayor, el que se quedó en el pueblo, y a la vez en el que ha depositado su venenosa semilla de misantropía y patetismo social, inoculando en el la claustrofobia anímica de alguien pusilánime; Esto lo encarna de modo fascinante un Nick Nolte impresionante, una hiriente deconstrucción física de la contrarreloj de alguien despeñándose por el abismo emocional hasta la fatal implosión, es la frustración personal andante, un perdedor sin rumbo, que busca un sentido en su vida creando en su mente conspiraciones que lo saquen de la inanidad existencial en que se ha convertido, anhela respeto y dignidad, su mundo se desmorona y él intenta ver Gigantes donde solo tal vez son Molinos, tipo divorciado y con un hija que no lo soporta, víctima de un entorno geosocial que lo asfixia. El actor lo encarna con un carácter indómito, una fuerza desatada de la naturaleza, con una gestualidad híper-expresiva, con una gestualidad estupenda, abruma, con esa voz hosca que corta la respiración, de una intensidad epidérmica, tipo que deja traslucir sus demonios que lleva en la mochila, con una sonrisa que hiela, con una mirada modulada para hacernos sentir, conmovedoramente Apoteósico; Y su némesis es un James Coburn de una labor Titánica, desde la primera imagen en el flash-back arrasa con todo, su poderosa y contundente fisicidad aterran por el modo despótico de su comportamiento avieso, domina la escena con ardor y mordacidad siniestra, poseedor de un carisma de maldad que desborda la pantalla, con una sonrisa que remueve las entrañas, Devastadora encarnación del mal padre. (P.D. Le pasaba algo en los dedos delas manos? Los tenía desproporcionadamente chupados).
Sissy Spacek hace de contraparte afectiva y enternecedora de Nick Nolte, sabe impregnar con su amor de humanidad a Wade; Holmes Osborne cumple como el visceral jefe de Wade; De Dafoe y la menuda actriz que encarna a la hija de Wade habló en sección taras.
El epicentro es Wade, y a través de él se entrelazan diferentes subtramas: El McGuffin que es la trama de thriller en que un empresario inmobiliario muere en extrañas circunstancias, un accidente oficialmente, pero Wade sospecha que hay algo más, y comienza una atropellada investigación espoleada por su hermano; Está la subtrama con su ex esposa y su hija adolescente, con la que no conecta, viven en mundos opuestos, esto conectado con las ganas de enderezar su vida, pidiéndole el matrimonio a su actual pareja Margie, y queriendo emprender un pleito para recuperar la custodia de su niña; Y está la que se convierte en el núcleo central del relato, la que irradia toda la narración, la relación de Wade con su autoritario padre Glen, las chispas saltan a cada entente entre ellos, la rabia, los fantasmas del pasado sobrevuelan entre ellos, el hedor a naufragio personal lo impregna todo,… (sigue en spoiler)
El realizador nos induce a un ejercicio de inmersión apabullante en la mente convulsa del protagonista, lo hace con una cámara que pega a su rostro con incisivos primeros planos, haciendo de espejo con nosotros, padeciendo con él su lenta agonía, notando en su demacrado rostro la degradación física (genial el dolor de muelas) y la del alma, notamos como es una nave a la deriva que cada vez tiene más agujeros por donde se cuela la alucinación y los delirios, es volcán en constante ebullición con pequeñas señales de que va a explotar, has que cuando lo hace se hace insoportable, donde el subconsciente del dolor sufrido en la infancia por parte de un abusivo padre no hacen más generar tensión latente, un tic tac permanente de que la bomba va a hacer Boom! Infancia traumática en la que dos hermanos fueron vejados por un cruento padre, esto lo vemos en escasos pero muy descriptivos flash-back (con esas tonalidades adustas que hacen aún más sugestivo y doliente las imágenes), un progenitor alcohólico, opresor, tiránico, machista, haciendo mella en el hijo mayor, el que se quedó en el pueblo, y a la vez en el que ha depositado su venenosa semilla de misantropía y patetismo social, inoculando en el la claustrofobia anímica de alguien pusilánime; Esto lo encarna de modo fascinante un Nick Nolte impresionante, una hiriente deconstrucción física de la contrarreloj de alguien despeñándose por el abismo emocional hasta la fatal implosión, es la frustración personal andante, un perdedor sin rumbo, que busca un sentido en su vida creando en su mente conspiraciones que lo saquen de la inanidad existencial en que se ha convertido, anhela respeto y dignidad, su mundo se desmorona y él intenta ver Gigantes donde solo tal vez son Molinos, tipo divorciado y con un hija que no lo soporta, víctima de un entorno geosocial que lo asfixia. El actor lo encarna con un carácter indómito, una fuerza desatada de la naturaleza, con una gestualidad híper-expresiva, con una gestualidad estupenda, abruma, con esa voz hosca que corta la respiración, de una intensidad epidérmica, tipo que deja traslucir sus demonios que lleva en la mochila, con una sonrisa que hiela, con una mirada modulada para hacernos sentir, conmovedoramente Apoteósico; Y su némesis es un James Coburn de una labor Titánica, desde la primera imagen en el flash-back arrasa con todo, su poderosa y contundente fisicidad aterran por el modo despótico de su comportamiento avieso, domina la escena con ardor y mordacidad siniestra, poseedor de un carisma de maldad que desborda la pantalla, con una sonrisa que remueve las entrañas, Devastadora encarnación del mal padre. (P.D. Le pasaba algo en los dedos delas manos? Los tenía desproporcionadamente chupados).
Sissy Spacek hace de contraparte afectiva y enternecedora de Nick Nolte, sabe impregnar con su amor de humanidad a Wade; Holmes Osborne cumple como el visceral jefe de Wade; De Dafoe y la menuda actriz que encarna a la hija de Wade habló en sección taras.
El epicentro es Wade, y a través de él se entrelazan diferentes subtramas: El McGuffin que es la trama de thriller en que un empresario inmobiliario muere en extrañas circunstancias, un accidente oficialmente, pero Wade sospecha que hay algo más, y comienza una atropellada investigación espoleada por su hermano; Está la subtrama con su ex esposa y su hija adolescente, con la que no conecta, viven en mundos opuestos, esto conectado con las ganas de enderezar su vida, pidiéndole el matrimonio a su actual pareja Margie, y queriendo emprender un pleito para recuperar la custodia de su niña; Y está la que se convierte en el núcleo central del relato, la que irradia toda la narración, la relación de Wade con su autoritario padre Glen, las chispas saltan a cada entente entre ellos, la rabia, los fantasmas del pasado sobrevuelan entre ellos, el hedor a naufragio personal lo impregna todo,… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… su tóxica relación deriva en un clima áspero y rugoso que nos pincha, sublime la química malsana entre los dos actores; Todas las subtramas se retroalimentan entre ellas cual puzle perfecto que deriva en un crescendo dramático maravilloso en un final cuasi-apocalíptico, de resonancias bíblicas.
Taras: El personaje Rolfe hermano de Wade, nebulosa que llega estorbar ya desviar la atención, ello desde el principio con una narración en off innecesaria y lastrante, y luego con su rol, bastante difuso, nunca sabremos porque él se fue del pueblo y el hermano mayor quedó, va al pueblo al funeral y desaparece para el resto, no sabiéndose que pinta en la historia, no es por Dafoe, es por lo mal incrustado que está; Tampoco la hija de Wade encarnada por Brigid Tierney suma, resulta cargante e insoportable su comportamiento, como si estuviera en otra película, no se entiende que Wade tenga ese cariño por una niña que no desprende pizca de cariño, error el no haberla endulzado para haber empatizado con el padre que la quiere.
Puesta en escena fundamental para crear el estado de ánimo crucial para hacernos sentir en esta vorágine de ahogo, sobresaliente diseño de producción de Anne Pritchard (“Atlantic City”) rodando en exteriores de Quebec-Canadá (Huntingdon; Beloeil; Hudson; Montréal; Saint-Hilaire), escenarios claustrofóbicos por su frialdad y adustez, lares permanentemente nevados, esa granja a medio camino de ningún sitio, ese pueblo típico, esto realzado por la cutánea fotografía de Paul Sarossy (“El dulce porvenir”), con los mencionados primeros planos que extraen cual cirujano lo mejor en cada situación, ejemplos a destacar ese plano cuasi-catatónico de Nolte en posición (no casual) de crucifixión (brazos abiertos) parando el tráfico, o el del protagonista extrayéndose la muela (hay más), con tomas que juegan hábilmente con la simbología, con sublime plano en el clímax (spoiler), ello con tonalidades pálidas, grisáceas, inducen a la nostalgia macilenta, labor conjugada con el relato de modo formidable. La música es obra de Michael Brook (“Heat”), acunando en melodías melancólico-dramáticas los fotogramas, añadiendo sonidos ominosos que calan en el espectador en miscelánea con las situaciones tensas a las que asistimos, notable trabajo.
Momentos recordables, aparte de los ya mencionados: El clic que supone el desgarrador momento en que Wade decide acabar con el dolor de muelas (nada de dentistas), coge unas tenazas y en la cocina frente a un espejo se extirpa en primer plano la muela, da dentera verlo, ello ante la indiferencia del padre que por allí pulula, sangrando de modo feista por la boca, esto es el detonador en que todo comiza a ir cuesta abajo sin frenos, el choque con su hija, su pareja lo abandona y el padre le atosiga, y la implosión llega en el garaje, tras un golpe de su progenitor, Wade responde con otro en la cabeza con una llave inglesa, Glen cae al suelo vahído, Wade se lo toma a broma y coge una escopeta, le apunta y dispara, no tiene balas y sonríe, entonces se da cuenta que el padre está muerto, de modo flemático coge el cuerpo, le sube en una mesa, lo riega con gasolina y le prende fuego, Wade se aleja sin mostrar sentimiento alguno, se mete en la casa y desde la cocina vemos un bíblico plano del garaje ardiendo ante la mirada fría de Wade, horripilante y estremecedor final.
Glen Whitehouse a Margie "Siempre ha sido un quejica (Wade), mi padre sí que era un hombre de verdad. Ninguna mujer le dominaba! Trabajó hasta el día que murió. Sí, los hombres como él, eran hombres de verdad. Y las mujeres estaban en su sitio no había confusiones. Las mujeres respetaban a los hombres, no era como ahora con todas esas...!
Sugerente y subyugante propuesta que indaga sobre los orígenes de la violencia, sobre los fantasmas del pasado que nos acompañan cual losa pesarosa, sobre las insidiosas relaciones paterno-filiales. Fuerza y honor!!!
Taras: El personaje Rolfe hermano de Wade, nebulosa que llega estorbar ya desviar la atención, ello desde el principio con una narración en off innecesaria y lastrante, y luego con su rol, bastante difuso, nunca sabremos porque él se fue del pueblo y el hermano mayor quedó, va al pueblo al funeral y desaparece para el resto, no sabiéndose que pinta en la historia, no es por Dafoe, es por lo mal incrustado que está; Tampoco la hija de Wade encarnada por Brigid Tierney suma, resulta cargante e insoportable su comportamiento, como si estuviera en otra película, no se entiende que Wade tenga ese cariño por una niña que no desprende pizca de cariño, error el no haberla endulzado para haber empatizado con el padre que la quiere.
Puesta en escena fundamental para crear el estado de ánimo crucial para hacernos sentir en esta vorágine de ahogo, sobresaliente diseño de producción de Anne Pritchard (“Atlantic City”) rodando en exteriores de Quebec-Canadá (Huntingdon; Beloeil; Hudson; Montréal; Saint-Hilaire), escenarios claustrofóbicos por su frialdad y adustez, lares permanentemente nevados, esa granja a medio camino de ningún sitio, ese pueblo típico, esto realzado por la cutánea fotografía de Paul Sarossy (“El dulce porvenir”), con los mencionados primeros planos que extraen cual cirujano lo mejor en cada situación, ejemplos a destacar ese plano cuasi-catatónico de Nolte en posición (no casual) de crucifixión (brazos abiertos) parando el tráfico, o el del protagonista extrayéndose la muela (hay más), con tomas que juegan hábilmente con la simbología, con sublime plano en el clímax (spoiler), ello con tonalidades pálidas, grisáceas, inducen a la nostalgia macilenta, labor conjugada con el relato de modo formidable. La música es obra de Michael Brook (“Heat”), acunando en melodías melancólico-dramáticas los fotogramas, añadiendo sonidos ominosos que calan en el espectador en miscelánea con las situaciones tensas a las que asistimos, notable trabajo.
Momentos recordables, aparte de los ya mencionados: El clic que supone el desgarrador momento en que Wade decide acabar con el dolor de muelas (nada de dentistas), coge unas tenazas y en la cocina frente a un espejo se extirpa en primer plano la muela, da dentera verlo, ello ante la indiferencia del padre que por allí pulula, sangrando de modo feista por la boca, esto es el detonador en que todo comiza a ir cuesta abajo sin frenos, el choque con su hija, su pareja lo abandona y el padre le atosiga, y la implosión llega en el garaje, tras un golpe de su progenitor, Wade responde con otro en la cabeza con una llave inglesa, Glen cae al suelo vahído, Wade se lo toma a broma y coge una escopeta, le apunta y dispara, no tiene balas y sonríe, entonces se da cuenta que el padre está muerto, de modo flemático coge el cuerpo, le sube en una mesa, lo riega con gasolina y le prende fuego, Wade se aleja sin mostrar sentimiento alguno, se mete en la casa y desde la cocina vemos un bíblico plano del garaje ardiendo ante la mirada fría de Wade, horripilante y estremecedor final.
Glen Whitehouse a Margie "Siempre ha sido un quejica (Wade), mi padre sí que era un hombre de verdad. Ninguna mujer le dominaba! Trabajó hasta el día que murió. Sí, los hombres como él, eran hombres de verdad. Y las mujeres estaban en su sitio no había confusiones. Las mujeres respetaban a los hombres, no era como ahora con todas esas...!
Sugerente y subyugante propuesta que indaga sobre los orígenes de la violencia, sobre los fantasmas del pasado que nos acompañan cual losa pesarosa, sobre las insidiosas relaciones paterno-filiales. Fuerza y honor!!!