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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama Dura y polémica película sobre la corrupción policial. Un policía (Harvey Keitel) agobiado por las enormes deudas contraídas en el juego y que comete toda clase de abusos de autoridad, decide replantearse su vida y su profesión cuando investiga el caso de una joven monja que ha sido violada. (FILMAFFINITY)
9 de marzo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
61/29(30/02/24) Sugestivo film de culto, sobre todo por la Homérica actuación de Harvey Keitel, en un tour de forcé apoteósico en como refleja el descenso a los infiernos del protagonista, el teniente titular del que nunca sabremos su nombre, un tipo carismático, lo vemos caer paulatinamente física y mentalmente, en medio de latrocinios, abusos de poder, consumo de drogas (esto en cantidades industriales) y alcohol, abusos sexuales, orgias, apuestas enfermizas, un compendio de vicios que lo llevan a una crisis de clara resonancia católica, que lo llevan a delirios con epifanía, arrollador el neoyorkino todo un caudal expresivo omnipotente, poderoso, frágil, sollozando (con las prostitutas), iracundo, hundido (frente a la Epifania), Kolossal.

Es un thriller psicológico dirigido por Abel Ferrara, su cinta más aclamada, con guión coescrito por el propio Ferrara con la actriz y modelo Zoë Lund, actriz que interpreta el papel de la yonqui, esgrimiendo el leit-motive del relato cuando dice sobre el lumpen de yonkis: "Tenemos que devorarnos hasta que no quede nada más que apetito", cuando vemos a Tamerlis/Lund clavarse la aguja en el brazo e inyectarse heroína es ella inyectándose frente a la cámara sin trucos. "Los vampiros tienen suerte, nosotros tenemos que consumirnos" espeta su rol, en la vida real Lund fue una activista en favor de la legalización de la heroína que acabaría falleciendo en 1999 por una sobredosis. Película con claras influencias en el cine de Martin Scorsese, teniendo mucho de “Malas Calles” y de “Taxi Driver”, tocando temas mantras en Marty, desde una vertiente de militante católico, como son las tentaciones, el pecado, los sentimientos de culpa, las ansias de redención, o la búsqueda del perdón. el poder en la fe cristiana, en Dios y en Jesucristo (primero a través de símbolos que no dejan de rodear al protagonista, más tarde personándose éste con sus heridas de la cruz en un momento impactante de delirio y redención ante el pecado).

Aunque todo lo mencionado bueno se ve socavado por una trama atrompicada, sin un hilo conductor definido, todo son viñetas en la vida de este despojo humano que es este antihéroe, muy reiterativa, un conjunto de set -pieces cual exposición de caída libre sobre los siete círculos del infierno de Dante. No hay desarrollo alguno del personaje, solo un más y más hasta el forzado final. No te puedes creer que este desarrapado pueda ser teniente de policía, no te puedes creer no lo expulsen de la policía como poco, ni tan siquiera lo vemos en comisaria, no tiene compañeros de labor. No aprovecha los conflictos familiares, estos solo se intuyen muy de refilón, pero de modo plano. La sub trama de la monja violada (Frankie Thorn en una actuación lamentable) está bastante medita con calzador, (casi) toda su evolución me resulta grimante, desde la morbosa secuencia fragmentada de la vejación, el desnudo gratuito que nos ‘regalan’ (porque tiene que tener un cuerpo escultural que me hace fruncir el ceño por lo inverosímil) durante la inspección médica (de vergüenza ajena), que no se sabe que pinta por allí el protagonista, pues no le han asignado el caso, está la ridícula forma en que se entera de el teniente quien fueron los violadores (dos tipos que cuando aparecen, sobre todo uno de ellos se tira todo el rato mirando a cámara, ridícula interpretación) , y está la coda final con estos cafres. No hay trama detectivesca en este sentido, esto es una excusa para indagar en la psique atormentada del teniente. Lo único bueno en esta parte es cuando el prota siente en la Iglesia la epifanía, tras chocar sus ansias de venganza con el sentimiento de perdón que esgrime la monja.

Keytel llena la pantalla con su superlativa actuación, un tipo sin empatía alguna, egoísta, chantajista, alguien capaz de tras despertar la mona en su casa quitar lo que ven sus hijos (igual no lo son, esto nunca se menciona) para ver un partido de baseball en el que ha apostado, capaz de tomar cocaína sobre una foto de los niños frente a su suegra (creo), en la casa nadie le dice nada, como si le temieran. Roba droga en escenarios de asesinatos por ajustes de cuentas, roba a ladrones que acaban de asaltar una tienda, tiene bacanales sexuales adornadas por drogas mientras de fondo se oye “Pledding my love” (Titánico desnudo en la escena Keitel en trance). Incluso con arrebatos divertidos en su furia infantil, esto cuando estando en su coche oye por radio como pierden los Mets y con ello pierde la apuesta, saca su arma y dispara a la radio, coloca la sirena y gritando ‘Puto negro!’, ello ante la mirada impactada de la gente de los autos que le rodena en la calle neoyorkina.

Pero las dos escenas más famosas del film son otras: Una es una demasiado estirada con 8 minutos en que el teniente detiene un coche con dos jóvenes (una de ellas la niñera del propio Keitel) en new Jersey y las chantajea para que le gana un espectáculo de mímica obsceno de felación una mientras la otra le debe mostrar su trasero, mientras el policía se masturba ente ellas, de una incomodidad para el espectador hedionda; la otra escena es la de una epifanía (spoiler).

Durante todo el film vemos como el teniente va apostando mucho dinero por el ganador de las series finales de beisbol entre los Mets y los Dodgers (serie ficticia entre Dodgers y Mets sintetizada a partir de clips de televisión reales). Los Dodgers lideran la final tres partidos a cero sobre los Mets, el teniente convence a sus colegas policías para apuesten por la improbable victoria de los Mets con el argumento de que “las series tienen que durar más de tres partidos; hay demasiados intereses publicitarios en ello”, él sin embargo apuesta por los Dodgers. Esto entiendo yo, es una especie de prueba de índole mística, pues si pierde las apuestas será una señal divina que hará perdonar los pecados del teniente y le sacarán de sus problemas, pero si pierde será que está condenado al infierno pro todo el mal provocado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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