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Voto de TOM REGAN:
6
7,0
15.747
Thriller. Ciencia ficción
Una joven descubre en plena autopista un museo que contiene objetos criminológicos supuestamente auténticos... y que ofrece una perturbadora atracción principal. Episodio de la cuarta temporada de Black Mirror. (FILMAFFINITY)
10 de enero de 2018
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
302/22(31/12/17) Sexto, último e irregular capítulo de la cuarta temporada de la serie de culto “Black Mirror”,esrito por su creador Charlie Brooker con partes adaptadas de un cuento, “Pain Addict” escrito por Penn Jillette y dirigido por Colm McCarthy (“Sherlock”o “Peaky Blinders”). Mientras que las temporadas uno y dos se estrenaron en la británica cadena Channel 4, en septiembre de 2015 Netflix encargó la serie por 12 episodios, y en marzo de 2016 superó a Channel 4 por los derechos de distribución de la tercera serie, con un oferta de $ 40 millones. La orden de 12 episodios se dividió en dos sesiones de seis episodios cada una. En esta última entrega Brooker maneja la misma estructura que el especial navideño, “Black Mirror: Navidad Blanca” (2014), tres historias relatadas en flash-back por un tipo en el “supuesto” presente y que en su tramo final son conectadas. El capítulo es una mezcla de ideas ya antes vistas, como si Brooker se sintiera cansado y se reversionara a si mismo alejando la originalidad y frescura de antaño, pues lo del dispositivo conectado con el cerebro colocado tras la oreja está ya ajado, o el contener conciencias en objetos tecnológicos está ya muy sobado, llegan a parecer descartes de ideas mejores ya usadas en otros episodios. La mejor y más homogénea de las subhistorias es la primera, precisamente la que no es original de Brooker, donde se radiografía con esmero la fina línea que separa el sufrimiento del placer, eso que se llama sadomasoquismo, de cómo esto va degenerando hacia la psicopatía; El segundo me queda harto increíble, que alguien se deje acompañar por otra personalidad en su cerebro me es idiota de primero de Forrest Gump, una idea bastardeada del universo Philip K. Dick, aquello de querer vivir más alá dela muerte física; Y el tercero me es de un enorme simplismo, no da ni juntándolo con su final previsible, muy remasticado y si un capacidad de emocionar. Se mantiene la capacidad de reflexionar sobre nos puede afectar las nuevas tecnologías a nuestro día a día, pero le falta esa mala leche y ácido fresco de un mundo complejo. La serie es un formato antológico, en que cada capítulo es autoconclusivo, y el siguiente es con diferentes personajes en diferentes historias, así que en esta nueva temporada he decidido empezar por el último (ERROR!!!), el motivo no es otro que parte del mismo ha sido rodad en mi patria chica, Almería, n su desierto de Tabernas, donde se sitúa físicamente el “Black Museum”, y resulta que me entero a posteriori que esta temporada este última edición es un compendio de easter eggs (“huevos de pascua”), es decir, por el metraje se sueltan guiños –referencias a elementos de otros capítulos de esta temporada y de anteriores, en una especie de interconexión en la que a lo mejor sigue jugando Brooker en años posteriores.
El episodio se presenta como una serie de tres historias contadas por Rolo Haynes (gran Douglas Hodge), propietario en medio del desierto delo "Museo Negro", donde colecciona todo tipo de artilugios de terror relacionados con las nuevas tecnologías aplicadas al cerebro humano, llega una visitante solitario Nish (justita Letitia Wright), a la que Rolo atiende explicándole la historia de tres de estos artefactos: En el primero presenta a un médico llamado Dawson (buen Daniel Lapaine), aceptó de Rolo, empleado de una compañía biotecnológica implantarse un microchip por el que adaptando una malla a la cabeza de otra persona puede sentir las sensaciones de esta, el doctor lo ven un principio en una vía para curar enfermedades y dolencias; En la segunda historia Carrie (ni fu ni fa Alexandra Roach) sufre un accidente, cayendo en coma, su marido Jack (correctito Aldis Hodge), es tentado por Rolo para mediante un chip trasplantarse la conciencia de su mujer que nunca volverá a despertarse de su cuerpo, y acepta; Tercera historia involucra una conciencia digital (otra vez), Rolo convence con dinero a un condenado a la silla eléctrica, Clayton Leigh (cumplidor Babs Olusanmokun), para que su conciencia sea digitalizada para ser exhibida en una celda en el museo.
La cinta se abre de modo atractivo y enigmático, toma aérea de un coche retro surcando en un día soleado un desierto indeterminado, entre montañas y vías sin más autos, sin rumbo determinado, ello al ritmo del tema de Dionne Warwick " (There’s) Always something there to remind me" (tema circular que volvemos a escuchar en el final), llega a una gasolinera (BRB Connect) abandonada, la conductora saca un cargador solar, lo conecta al turismo y comienza recargar las baterías, vemos que pone serán tres horas necesarias para “full complet”, entonces la chica observa hay cerca un edifico con un enorme cartel en el terrado, “Black Museum”, y decide acercarse a ver lo que es, sale un tipo sudoroso, Roloi Haynes, dice ser el dueño y guía, la invita a pasar y mostrarle el micromundo de rarezas que se esconden en el lugar.
La primera historia nos habla de las adicciones, cómo estas pueden empezar como algo loable, pero pueden derivar en patologías tóxicas, que en nuestras obsesiones malsanas pasen a ser nuestra maldición; Esto es tratado de modo gradual, muy bien trazado, analizando con esmeradas elipsis como la mentalidad altruista sigue una perversa travesía buscando nuevas sensaciones, algo intrínseco a la Condición humana, el avanzar, el ir un paso más allí de lo permisible, romper techos de cristal, aunque en este caso el destino sea la demencia sociópata-sadomasoquista.
Segunda historia: Nos habla el amor, sobre alargar la felicidad romántica, sobre alargar nuestras vidas artificialmente (sueño eterno) hasta el infinito, pero su núcleo central en que una mente es encapsulada cual huésped ruidoso en un cerebro que como leyenda urbana solo utilizamos un pequeño porcentaje de él; es un relato al que hay que darle muchas licencias dramáticas para digerirlo, no sostiene un mínimo análisis el comportamiento absurdo de los protagonistas.
(sigue en spoiler)
El episodio se presenta como una serie de tres historias contadas por Rolo Haynes (gran Douglas Hodge), propietario en medio del desierto delo "Museo Negro", donde colecciona todo tipo de artilugios de terror relacionados con las nuevas tecnologías aplicadas al cerebro humano, llega una visitante solitario Nish (justita Letitia Wright), a la que Rolo atiende explicándole la historia de tres de estos artefactos: En el primero presenta a un médico llamado Dawson (buen Daniel Lapaine), aceptó de Rolo, empleado de una compañía biotecnológica implantarse un microchip por el que adaptando una malla a la cabeza de otra persona puede sentir las sensaciones de esta, el doctor lo ven un principio en una vía para curar enfermedades y dolencias; En la segunda historia Carrie (ni fu ni fa Alexandra Roach) sufre un accidente, cayendo en coma, su marido Jack (correctito Aldis Hodge), es tentado por Rolo para mediante un chip trasplantarse la conciencia de su mujer que nunca volverá a despertarse de su cuerpo, y acepta; Tercera historia involucra una conciencia digital (otra vez), Rolo convence con dinero a un condenado a la silla eléctrica, Clayton Leigh (cumplidor Babs Olusanmokun), para que su conciencia sea digitalizada para ser exhibida en una celda en el museo.
La cinta se abre de modo atractivo y enigmático, toma aérea de un coche retro surcando en un día soleado un desierto indeterminado, entre montañas y vías sin más autos, sin rumbo determinado, ello al ritmo del tema de Dionne Warwick " (There’s) Always something there to remind me" (tema circular que volvemos a escuchar en el final), llega a una gasolinera (BRB Connect) abandonada, la conductora saca un cargador solar, lo conecta al turismo y comienza recargar las baterías, vemos que pone serán tres horas necesarias para “full complet”, entonces la chica observa hay cerca un edifico con un enorme cartel en el terrado, “Black Museum”, y decide acercarse a ver lo que es, sale un tipo sudoroso, Roloi Haynes, dice ser el dueño y guía, la invita a pasar y mostrarle el micromundo de rarezas que se esconden en el lugar.
La primera historia nos habla de las adicciones, cómo estas pueden empezar como algo loable, pero pueden derivar en patologías tóxicas, que en nuestras obsesiones malsanas pasen a ser nuestra maldición; Esto es tratado de modo gradual, muy bien trazado, analizando con esmeradas elipsis como la mentalidad altruista sigue una perversa travesía buscando nuevas sensaciones, algo intrínseco a la Condición humana, el avanzar, el ir un paso más allí de lo permisible, romper techos de cristal, aunque en este caso el destino sea la demencia sociópata-sadomasoquista.
Segunda historia: Nos habla el amor, sobre alargar la felicidad romántica, sobre alargar nuestras vidas artificialmente (sueño eterno) hasta el infinito, pero su núcleo central en que una mente es encapsulada cual huésped ruidoso en un cerebro que como leyenda urbana solo utilizamos un pequeño porcentaje de él; es un relato al que hay que darle muchas licencias dramáticas para digerirlo, no sostiene un mínimo análisis el comportamiento absurdo de los protagonistas.
(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tercera historia: Un mejunje de las dos anteriores, nos habla de temas parecidos pero desde un punto de vista desde el principio pesimista (al contrario que las dos primeras, que en su arranque tenían buenas intenciones), utilizando la inmaterial conciencia a modo de holograma sufridor eterno, en un idea con mucho en común con otro episodio de la serie, “Osos Blanco”, que también se tocaba el tema de las ansias de vengativas, del castigo sin fin, y a la vez se escudriña en el perverso mo0rbo de asistir al dolor ajeno. Pero mientras en esta era tratado con misterio, con intensidad, con un final arrollador, en esta todo se da subrayado, lineal, predecible (spoiler).
Las puesta en escena resulta lo exquisita que la muy cuidada serie nos tiene acostumbrados, con un gran mimo en los escenarios creados por el diseñador de producción de Joel Collins (“Guía del autoestopista galáctico” u “Objetivo: Londres”), se suman con excelentes efectos visuales supervisados por David Holt (“Wonder Woman” o ”Rey Arturo: La leyenda de Excalibur”), con gran manejo de la fotografía de Peter Robertson (“Line of duty” o “Vikings”) en modo emisor del estado de ánimo, sumado a una labor de edición de Stephen Haren (“El último Rey der Escocia” o “Strike”) que sabe jugar con las elipsis dotando de gran ritmo al film.
Incluye easter eggs, referencias a cada episodio previo de Black Mirror, incluidos los de la cuarta temporada, según el director Colm McCarthy, con muchos colocados por el escenógrafo Joel Collins. Estos incluyen la tableta utilizada en el " Arkangel ", y los vestidos usados por Yorkie y Kelly de " San Junipero " en exhibición en el Museo Negro. Daniel Lapaine aparece en este episodio como el Dr. Peter Dawson, después de aparecer en un papel no relacionado en el episodio de la serie uno "The Entire History of You". El episodio hace muchas alusiones a otros episodios de Black Mirror , como el comic Jack de "Fifteen Million Merits" y la entrada del museo con una pantalla que muestra una imagen de Victoria Skillane de "White Bear"; está en el museo una ADI de "Hated in the Nation"; la piruleta que Daly usa para clonar al hijo de Walton en "USS Callister"; la tablet utilizada por Marie en "Arkangel"; la bañera ensangrentada donde el esposo de Shazia fue asesinado en "Cocodrilo". Además, el episodio hace múltiples alusiones a "San Junipero", presentando a la compañía TCKR y nombrando un hospital Saint Juniper's.
Spoiler:
Elemento chusco que convierte en previsible su desenlace es cuando sin venir a cuento la chica visitante da de beber agua de una botella que saca de su mochila al maestro de ceremonias del museo Rolo, cruje y te hace esperar el envenenamiento.
En conjunto, desigual tríptico, apreciable el primero que quizás hubiera merecido un episodio para él solo, el resto te hace añorar lo mucho que te ha ofrecido la serie, el listón tan alto que ha puesto en varios hitos de episodios, y la segunda y tercera parte no cumplen ni de lejos las expectativas. Fuerza y honor!!!
Las puesta en escena resulta lo exquisita que la muy cuidada serie nos tiene acostumbrados, con un gran mimo en los escenarios creados por el diseñador de producción de Joel Collins (“Guía del autoestopista galáctico” u “Objetivo: Londres”), se suman con excelentes efectos visuales supervisados por David Holt (“Wonder Woman” o ”Rey Arturo: La leyenda de Excalibur”), con gran manejo de la fotografía de Peter Robertson (“Line of duty” o “Vikings”) en modo emisor del estado de ánimo, sumado a una labor de edición de Stephen Haren (“El último Rey der Escocia” o “Strike”) que sabe jugar con las elipsis dotando de gran ritmo al film.
Incluye easter eggs, referencias a cada episodio previo de Black Mirror, incluidos los de la cuarta temporada, según el director Colm McCarthy, con muchos colocados por el escenógrafo Joel Collins. Estos incluyen la tableta utilizada en el " Arkangel ", y los vestidos usados por Yorkie y Kelly de " San Junipero " en exhibición en el Museo Negro. Daniel Lapaine aparece en este episodio como el Dr. Peter Dawson, después de aparecer en un papel no relacionado en el episodio de la serie uno "The Entire History of You". El episodio hace muchas alusiones a otros episodios de Black Mirror , como el comic Jack de "Fifteen Million Merits" y la entrada del museo con una pantalla que muestra una imagen de Victoria Skillane de "White Bear"; está en el museo una ADI de "Hated in the Nation"; la piruleta que Daly usa para clonar al hijo de Walton en "USS Callister"; la tablet utilizada por Marie en "Arkangel"; la bañera ensangrentada donde el esposo de Shazia fue asesinado en "Cocodrilo". Además, el episodio hace múltiples alusiones a "San Junipero", presentando a la compañía TCKR y nombrando un hospital Saint Juniper's.
Spoiler:
Elemento chusco que convierte en previsible su desenlace es cuando sin venir a cuento la chica visitante da de beber agua de una botella que saca de su mochila al maestro de ceremonias del museo Rolo, cruje y te hace esperar el envenenamiento.
En conjunto, desigual tríptico, apreciable el primero que quizás hubiera merecido un episodio para él solo, el resto te hace añorar lo mucho que te ha ofrecido la serie, el listón tan alto que ha puesto en varios hitos de episodios, y la segunda y tercera parte no cumplen ni de lejos las expectativas. Fuerza y honor!!!