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Voto de TOM REGAN:
7
7,8
12.788
Drama
Jefferson Smith (James Stewart), un joven ingenuo e idealista, que parece fácilmente manipulable, es nombrado senador. Ignora que en Washington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder la fe. Sin embargo, gracias a su secretaria, una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en el Senado una espectacular y maratoniana intervención en la que, además de defender ... [+]
3 de noviembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
190/26(28/10/19) Aclamado film dirigido por el siciliano Frank Capra, vista (en mi modesta opinión) 80 años tras su estreno se nota algo envejecida y con tufillo a infantiloide traducido en edulcoramiento por momentos no apto a diabéticos. Dramedia enmarcada en Washington como epítome de la Libertad y la Democracia (vanagloriándose de tenerla frente a otras naciones que no) mundo de la política estadounidense protagonizada por Jean Arthur y James Stewart, y que tiene de grandes secundarios a Claude Rains, Thomas Mitchell, Edward Arnold y Harry Carey jr. La película trata sobre un nuevo senador de los Estados Unidos que lucha contra un sistema político corrupto, siendo escrita por Sidney Buchman (“Cleopatra”), basada en una historia inédita de Lewis R. Foster "The Gentleman from Montana", siendo controvertida cuando se estrenó por primera vez por hacer un retrato de la corrupción en el senado USA, pero tuvo éxito en taquilla y convirtió a Stewart en gran estrella. Frank Capra defendía el idealismo, la decencia y la amabilidad, con esa creencia propia del karma de que las personas honestas y decentes podrían lograr cosas buenas, y este film irradia ese utópico idealismo humanista, donde a la vez que ensalza patriotamente los símbolos y proclamas de la nación USA (George Washington, Lincoln, Jefferson, el capitolio, La Declaración de Independencia,…), ataca la podredumbre moral que hace posible que se cuelen parásitos que carcoman la Democracia, pero esto es reflejado de forma muy simplista, sin capacidad alguna para ahondar en reflexiones sobre el poder de los lobbys, sobre la corrupción, o sobre la compleja política, todo un reduccionismo simplista propio de una fábula para niños. Ello en un clásico estilo capriano donde el noble héroe es primero ensalzado por todo el mundo, pero por los malvados y carroñeros capitalistas se hunde, debiendo de volver a renacer de algún modo, sumándose una puesta en escena muy buena en su función de transmitir este microcosmos de la alta política. Nominada para once Oscar, ganando a Mejor Historia Original. La película fue seleccionada por la Biblioteca del Congreso para su conservación en el Registro Nacional de Películas de los Estados Unidos en 1989, considerándola "cultural, histórica o estéticamente significativa".
Cinta que rezuma ingenuidad, queriendo mostrar el mundo de la política en dos bandos, los buenos y los malos, cuando todo es mucho más complejo, incluso la buenista idea del héroe de crear un campamento para niños financiado por ellos mismos donde se les educará en los valores americanos se puede discutir por su tufillo a campos dereeducación, o puede que hasta la presa que el “malvado” Taylor quiere construir sea buena para el estado, y es que nada es blanco y negro. Es una fábula bienintencionada desarrollada con mucha ingenuidad a la par que tendenciosa, donde se quiere hacer ver que la integridad y el honor deben triunfar por encima de las componendas y pasteleos. Me quedo con el modo en que se retrata al mundo de los medios de comunicación, han pasado ocho décadas pero la importancia del cuarto poder sigue siendo extrapolable de entonces a ahora, como malean estados de opinión, o como su monopolio puede crear realidades ficticias.
Capra estaba en una etapa de cine en la que gustaba de proyectar a héroes erigidos desde lo ordinario de nuestro mundo, ello como reflejo de que cualquier persona con fuerza de voluntad puede cambiar el mundo a mejor si es íntegro y se lo propone, el hombre común en la American Way Of Life de Roosevelt puede tocar el Sueño Americano. Y este lo encarna Jefffrey Smith (apellido escogido por ser el más común en USA), joven idealista cree que todo el mundo es bueno, organiza sesiones de orquesta en su casa para los jóvenes, con los que además organiza campamentos de Boy Scouts, perdón, Boy Rangers (los Boy Scouts prohibieron utilizaron su nombre en el film). Llega Washington DC de modo entusiasta, enfermo de la imaginería de los Padres Fundadores, cargado de ilusión, cargado de buenismo, cargado sobre todo de inocencia, y esta será hecha añicos por toparse con una realidad pragmática, donde reina el individualismo, el egoísmo, la avaricia, y sobre todo la corrupción. Demostrándose a sí mismo que su cándida felicidad solo esconde ser un infeliz, se da cuenta que ha sido escogido por su ingenuidad que lo hace manejable por el verdadero poder. Viéndose por el azar (menudo juego del destino forzado que es que su sueño de campamento de niños sea en el mismo lugar de la presa) en medio de una batalla contra Goliath (Taylor representando a los capitalistas corruptores del poder), se da de bruces contra las ruedas de molino cual Quijote (como bien le llama la co-protagonista Saunders en varias ocasiones), se encuentra solo y siendo triturado por una maquinaria bien engrasada, pero Capra acostumbra a dar un vía de esperanza a sus Quijotes, en este caso el llamado filibusterismo del senado (bloquear el senado tomando la palabra y no dejándola). James Stewart lo encarna de modo superlativo, la gran expresión del “every man”, su límpida mirada ilusionada, su entusiasmo, su evolución, su forma de expresar la frustración, la rabia, la pasión, como durante el clímax proyecta su físico como se va encorvando y enjutando, esos andares, el modo de hablar, lo vemos al borde de derrumbarse, sensacional.
Capra deja su sello de elegancia en multitud de momentos, como ese inicio de teléfonos ardiendo en que se van pasando la noticia de la muerte del senador y deben buscar a otro, ejemplo de ritmo y presentación de situación; forma en que veremos por vez primera al protagonista Smith, no lo veremos aceptar su elección, asistiremos a la ceremonia de despedida de su pueblo, sentiremos como lo quieren los niños, y lo iremos conociendo en su idealismo utópico charlando en el tren a Washington DC; modo en que tras darse cuenta que sufrió una encerrona de la prensa hay un montaje de cámara en subjetivo,... (sigo en spoiler)
Cinta que rezuma ingenuidad, queriendo mostrar el mundo de la política en dos bandos, los buenos y los malos, cuando todo es mucho más complejo, incluso la buenista idea del héroe de crear un campamento para niños financiado por ellos mismos donde se les educará en los valores americanos se puede discutir por su tufillo a campos dereeducación, o puede que hasta la presa que el “malvado” Taylor quiere construir sea buena para el estado, y es que nada es blanco y negro. Es una fábula bienintencionada desarrollada con mucha ingenuidad a la par que tendenciosa, donde se quiere hacer ver que la integridad y el honor deben triunfar por encima de las componendas y pasteleos. Me quedo con el modo en que se retrata al mundo de los medios de comunicación, han pasado ocho décadas pero la importancia del cuarto poder sigue siendo extrapolable de entonces a ahora, como malean estados de opinión, o como su monopolio puede crear realidades ficticias.
Capra estaba en una etapa de cine en la que gustaba de proyectar a héroes erigidos desde lo ordinario de nuestro mundo, ello como reflejo de que cualquier persona con fuerza de voluntad puede cambiar el mundo a mejor si es íntegro y se lo propone, el hombre común en la American Way Of Life de Roosevelt puede tocar el Sueño Americano. Y este lo encarna Jefffrey Smith (apellido escogido por ser el más común en USA), joven idealista cree que todo el mundo es bueno, organiza sesiones de orquesta en su casa para los jóvenes, con los que además organiza campamentos de Boy Scouts, perdón, Boy Rangers (los Boy Scouts prohibieron utilizaron su nombre en el film). Llega Washington DC de modo entusiasta, enfermo de la imaginería de los Padres Fundadores, cargado de ilusión, cargado de buenismo, cargado sobre todo de inocencia, y esta será hecha añicos por toparse con una realidad pragmática, donde reina el individualismo, el egoísmo, la avaricia, y sobre todo la corrupción. Demostrándose a sí mismo que su cándida felicidad solo esconde ser un infeliz, se da cuenta que ha sido escogido por su ingenuidad que lo hace manejable por el verdadero poder. Viéndose por el azar (menudo juego del destino forzado que es que su sueño de campamento de niños sea en el mismo lugar de la presa) en medio de una batalla contra Goliath (Taylor representando a los capitalistas corruptores del poder), se da de bruces contra las ruedas de molino cual Quijote (como bien le llama la co-protagonista Saunders en varias ocasiones), se encuentra solo y siendo triturado por una maquinaria bien engrasada, pero Capra acostumbra a dar un vía de esperanza a sus Quijotes, en este caso el llamado filibusterismo del senado (bloquear el senado tomando la palabra y no dejándola). James Stewart lo encarna de modo superlativo, la gran expresión del “every man”, su límpida mirada ilusionada, su entusiasmo, su evolución, su forma de expresar la frustración, la rabia, la pasión, como durante el clímax proyecta su físico como se va encorvando y enjutando, esos andares, el modo de hablar, lo vemos al borde de derrumbarse, sensacional.
Capra deja su sello de elegancia en multitud de momentos, como ese inicio de teléfonos ardiendo en que se van pasando la noticia de la muerte del senador y deben buscar a otro, ejemplo de ritmo y presentación de situación; forma en que veremos por vez primera al protagonista Smith, no lo veremos aceptar su elección, asistiremos a la ceremonia de despedida de su pueblo, sentiremos como lo quieren los niños, y lo iremos conociendo en su idealismo utópico charlando en el tren a Washington DC; modo en que tras darse cuenta que sufrió una encerrona de la prensa hay un montaje de cámara en subjetivo,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… Smith comienza a dar puñetazos a periodistas que encuentra por la calle (muy demócrata Smith, pero para resolver problemas acude a la violencia), hasta llegar al club de prensa, allí es acorralado y le ponen de vuelta y media, y para acentuarlo le dicen "sólo nosotros podemos permitirnos ser honestos, no tienen que reelegirnos" (slogan propio de las dictaduras); cuando Smith conoce a la hija del senador Payne, se ve el nerviosismo de Smith ante la belleza de ella con primer plano del manoseo al sombrero con sus manos hasta caérsele; Como precioso modo muestra la caída al vacío de Smith y decide este dejarlo todo yendo antes a ver el monumento a Lincoln, allí Saunders lo lleva a la penumbra a alentarlo a luchar, para en clara alegoría verlo que vuelve a la luz; exultante es el modo (muy tramposo) b hse desarrolla el clímax con acciones en paralelo, con epicentro del senado, guerra mediática fascinante, ello en una trepidante edición con mucho sin palabras, con montajes de portadas de periódicos, propio del cine silente, con elipsis bien manejadas; para desembocar eso sí en un final apresurado, como si Capra viera que se le agotaba el tiempo o el presupuesto, un tremendo lunar.
Jean Arthur resulta maravillosa en su rol de secretaría descreída y cínica, desprendiendo simpatía, vitalidad, quintaesencia de personajes femeninos de Capra, chica que comenzaba a salir del hogar para ser secretaria resuelta de aquellos años y aquellas películas. Teniendo una tremenda química tanto con Stewart como con Thomas Mitchell, su rostro mientras Smith hace su filibusterismo en el senado es de una expresividad fabulosa, su gestualidad electrizante, brillante; Claude Rains borda con gran elegancia ese rol que tan bien manejaba el actor londinense, de ambiguo villano con aristas y matices que incorporaba de modo que empaticemos con su complejidad sardónica, aunque en su debe tiene un final grimante (spoiler); Thomas Mitchell desparrama credibilidad en su rol de periodista mordaz y borrachín, dando una charla lapidaria a Smith sobre para que se le quiere de senador, además de aportar su excelente vis cómica; Edward Arnold es otro que desborda la pantalla con esos roles de villano sofisticado, con carisma y mucho carácter, aunque sin sutilidad también; Harry Carey como presidente del Senado, sin apenas palabras, cuasi-solo apoyándose en su portentosa expresividad da una lección de cómo generar empatía con su mirada y gestualidad.
Spoiler:
La utilización para los niños para trabajen y arriesguen su vida por Smith resulta cuanto menos grimante; Que en apenas 24 horas se monte esta contienda mediática enorme en el estado de Smith me resulta inverosímil; El final es metido a empujones, parece el guión no encuentra salida victoriosa para el héroe y se saca de la manga el senador Payne se viene abajo porque Smith se desmaya, primero parece intenta pegarse un tiro (¿?), y luego actúa de arrepentido y a gritos declara su culpabilidad e inocencia de Smith, pegote vergonzante orgánicamente, acaba de traer miles de telegramas en contra de Smith cual jaque mate y al hundirlo con esto, lo más racional es que a renglón seguido Payne se destape (puaj!), menudo pegote, se arroja la compleja personalidad del personaje al retrete.
Buen entretenimiento que para disfrutar de él hay que dar muchas licencias y así puedes llegar a conectar con un cuento moralista con picos de emoción que Capra manejaba muy bien, sobre todo en montajes muy bien hilados, y capitaneado por unas actuaciones magníficas. Pudiéndome en la puntuación mi yo nostálgico. Fuerza y honor!!!
PD. La cara de un anciano negro con los ojos llorosos ante el monumento a Lincoln resultan de una condescendencia que da dentera en un país que aún faltaban décadas para acabar con la segregación racial de las Leyes de Jim Crow en muchos de sus estados que duró oficialmente hasta 1965.
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/11/caballero-sinespada.html
Jean Arthur resulta maravillosa en su rol de secretaría descreída y cínica, desprendiendo simpatía, vitalidad, quintaesencia de personajes femeninos de Capra, chica que comenzaba a salir del hogar para ser secretaria resuelta de aquellos años y aquellas películas. Teniendo una tremenda química tanto con Stewart como con Thomas Mitchell, su rostro mientras Smith hace su filibusterismo en el senado es de una expresividad fabulosa, su gestualidad electrizante, brillante; Claude Rains borda con gran elegancia ese rol que tan bien manejaba el actor londinense, de ambiguo villano con aristas y matices que incorporaba de modo que empaticemos con su complejidad sardónica, aunque en su debe tiene un final grimante (spoiler); Thomas Mitchell desparrama credibilidad en su rol de periodista mordaz y borrachín, dando una charla lapidaria a Smith sobre para que se le quiere de senador, además de aportar su excelente vis cómica; Edward Arnold es otro que desborda la pantalla con esos roles de villano sofisticado, con carisma y mucho carácter, aunque sin sutilidad también; Harry Carey como presidente del Senado, sin apenas palabras, cuasi-solo apoyándose en su portentosa expresividad da una lección de cómo generar empatía con su mirada y gestualidad.
Spoiler:
La utilización para los niños para trabajen y arriesguen su vida por Smith resulta cuanto menos grimante; Que en apenas 24 horas se monte esta contienda mediática enorme en el estado de Smith me resulta inverosímil; El final es metido a empujones, parece el guión no encuentra salida victoriosa para el héroe y se saca de la manga el senador Payne se viene abajo porque Smith se desmaya, primero parece intenta pegarse un tiro (¿?), y luego actúa de arrepentido y a gritos declara su culpabilidad e inocencia de Smith, pegote vergonzante orgánicamente, acaba de traer miles de telegramas en contra de Smith cual jaque mate y al hundirlo con esto, lo más racional es que a renglón seguido Payne se destape (puaj!), menudo pegote, se arroja la compleja personalidad del personaje al retrete.
Buen entretenimiento que para disfrutar de él hay que dar muchas licencias y así puedes llegar a conectar con un cuento moralista con picos de emoción que Capra manejaba muy bien, sobre todo en montajes muy bien hilados, y capitaneado por unas actuaciones magníficas. Pudiéndome en la puntuación mi yo nostálgico. Fuerza y honor!!!
PD. La cara de un anciano negro con los ojos llorosos ante el monumento a Lincoln resultan de una condescendencia que da dentera en un país que aún faltaban décadas para acabar con la segregación racial de las Leyes de Jim Crow en muchos de sus estados que duró oficialmente hasta 1965.
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/11/caballero-sinespada.html