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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Cine negro La película narra la trayectoria criminal de un hombre. Rico comenzó su vida ejecutando pequeños robos y terminó su existencia como jefe de la banda de mafiosos más importante de la ciudad. Película clave del nacimiento del cine negro americano, pues a partir de esta libre adaptación de la historia de Al Capone el género basado en el relato de gángsters vería un gran auge en Hollywood. (FILMAFFINITY)
16 de agosto de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
267/27(15/08/20) Envejecido clásico del cine de gangster de la compañía pionera en el género, la Warner, muy taquillero en su tiempo, contribuyendo al apogeo del cine del mencionado estilo gangsteril, sobre todo por la carismática presencia de Edward G. Robinson como un villano antológico. Dirigido por el artesano Mervin LeRoy, con guión (nominado al Oscar, perdiendo ante el de “Cimarron”) de Francis Edward Faragoh (“El Dr. Frankenstein”), que adapta la novela de 1929 “Little Caesar” (inspirada en aspectos de la vida de Al Capone) de William R. Burnett (especialista en el género llevadas al cine con éxito como como “El último refugio” o “La Jungla de Asfalto”), por cierto que Burnett contribuyó al guión de la muy mejor “Scarface”, al que aña de puntos en común entre ambas como es el punto débil del antihéroe en su amigo. Tiene el reclamo de ser considerado el primero del género, me ha decepcionado bastante, y no me vale el año en que se hizo, pues entonces también se estrenaron “Enemigo público” (1931) y “Scarface” (aunque se terminó el año anterior, pero problemas de censura le impidieron estrenarse antes), que son mucho más violentas y transgresoras.

Es una película falta de referentes morales, solo tenemos al blandengue Joe embestido por un mimosín Douglas Fairbanks, pero su desarrollo resulta naif, hasta desembocar en un final pobre. Cinta desprovista de momentos recordables de acción (los escaso tiroteos que vemos resultan sin chispa alguna), restando unos secundarios sin carácter, diálogos que desbordan candidez en su simplismo, con un desarrollo trepidante que a su vez es su peor enemigo, pues no deja componer un poso para que el clásico auge y caída de un ‘matoncillo’ (que película de gangster no cuenta esto, al menos esta fue la original), se sienta real, y no una sucesión de momentos atropellados, donde un tipo duro amenaza a su superior y toma su puesto, sin violencia, solo con pose de sanguinario intimidatoria y el otro se aparta, roza el ridículo. No hay grandes planes para acabar con el rival, todo se sustenta en te amedrento y pasamos al siguiente nivel, no hay mínima imaginación en este sentido, aderezado por recursos de argumento sin sentido (son tres socios mafiosos, y uno de ellos atraca al otro en Nochevieja para la recaudación? Y el atracado no se entera? Y qué casualidad al que Rico mata, ni una aguja en el Sahara), por todo es una trama lisa, ejemplo es el modo increíble en que Rico asciende a lugarteniente de un capo, tras un atraco en una gasolinera, al leer en un periódico las ‘hazañas’ de los gangsters de la gran ciudad decide que debe entrar en estos ‘círculos criminales’, lo siguiente que lo vemos es entrevistarse con el capo Sam Vettori (buen Stanley Fields), y sin más ya es su mano derecha, sin haberle dado argumento alguno aparte de retórica bad-ass, un pequeño impasse y comete un atraco y ya le ‘roba’ el puesto al jefe, no hay capacidad orgánica para dar realismo a este empujón continuo de acontecimientos, todo muy de esbozo y poco trabajado. Súmese lo previsible ya desde su sobreimpresionado prólogo (San Mateo capítulo 26, versículo 52). Por cierto nunca nos enterramos realmente a que se dedican estos mafiosos, nunca se habla del tráfico de alcohol, ni de la prostitución, ni del juego, solo hay un atraco y punto. Todo para desembocar en un rush final blandito y moralizante, lo digo también porque aún no existía el Código Hays, por lo que podría haber habido valentía.

Película que visto hoy día casi 90 años después de su estreno resulta plana en su evolución, donde tiene el aliciente de algunos momentos visualmente trabajados, pero sobre todo es recordable por el apoteósico Rico (Caesar Enrico Bandello) encarnado por Edward Goldenberg Robinson, crea una figura icónica del séptimo arte con su traje, sombrero y puro, y esa sonrisa que te mata (literalmente), con ese aprovechamiento sublime de su rostro de ‘bulldog’ (parodiado hasta el hartazgo, hasta se hizo una caricatura suya animada para los Looney Toon), apabulla con sus ademanes, gestualidad, verbalidad seca y adusta, componiendo a un criminal sediento de poder, narcisista, egocéntrico, megalómano, que tiene su debilidad en su gran amigo Joe (Douglas Fairbanks Jr., homoerotismo claro), rol que lo lanzó a la fama. Pero su rol resulta antipático, nunca te sientes en conexión con él, ves a un tipo carismático, pero no empatizas con su ambición desmedida, donde no ves grietas de dilemas morales sobre lo que hace para ir subiendo, es un enfermo patológico del poder y punto. Lo que intenta dar sustancia a su personaje es la relación que mantiene con su ‘amigo’ Joe (Douglas Fairbanks Jr., con una subtrama sonrojante sobre un ladronzuelo que aspira ser un bailarín), pero esto se siente prefabricado, nunca sientes que esa afinidad de Rico por Joe sea viceversa, nunca ves a Joe como un gangster al que Rico pueda presionar para ser su ‘socio’. En realidad lo que ves es un Rico reprimido sexual, que esconde su homosexualidad tras una pátina de asexualidad, nunca lo vemos con mujeres, nunca las ansía, y cuando Joe le dice que está enamorado de una (Olga a la que da vida una correctita Glenda Farrell) lo desprecia. En un momento dado Rico apunta a Joe para matarlo, pero su rostro se viene abajo y claudica, por amor. Rico es gay y lo confirma su gusto metrosexual (ya sé que esto no es suficiente), pero súmese la pose de amanerado (con pañuelo) cuando está frente a un espejo, además de tener a un acólito en Otero (correcto George E. Stone), que no hace más que adularlo de modo algo más que de amistad. Este substrato gay si es loable para su tiempo. Cuando se estrenó la película, el autor Burnett aparentemente llegó a la misma conclusión sobre la versión cinematográfica del personaje. Habiendo escrito a Rico como explícitamente heterosexual en su novela, Burnett escribió una carta de queja a los productores de la película sobre la conversión del personaje a gay en la adaptación cinematográfica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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