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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Comedia. Intriga William Gridley, un diplomático americano destinado en Londres, alquila una lujosa mansión y se enamora de la dueña, Carly Hardwicke, una atractiva viuda que es sospechosa de asesinato... (FILMAFFINITY)
22 de agosto de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
232/20(21/08/23) Decepcionante comedia, muy acomodada en que su reparto de campanillas Kim Novak, Jack Lemmon y Fred Astaire, sea suficiente para dar frescor a un argumento que aspira a ser una especie de parodia de los clichés hitchcockianos del thriller, y al final se queda en un conjunto de gags que van de no inane a lo insípido. Dirige Richard Quine, con un guión de Blake Edwards y Larry Gelbart (“Golfus de roma” o “Tootsie”), adaptando el relato breve “The Notorius Tenant” (1956) de Marguery Sharp. Quine y Blake Edwards habían colaborado en la elaboración de 7 guiones, si bien en esta su octava colaboración el guión es de Edwards y Gelbart. Novak es la musa de Quine, la dirige en 4 ocasiones: “La casa nº 322” (1954), “Me enamoré de una bruja” (1958), “Un extraño en mi vida” (1960) y “La misteriosa dama de negro” (1962). Lemmon cumple su cuarta colaboración con Quine y, como en las anteriores, hace el papel de un hombre corriente. Lemmon y Novak habían aparecido juntos en pantalla dos veces anteriormente, en “Phffft!” (1954) y en “Bell, Book and Candle” (1958), en ambas Novak interpretó a una casera. Lo dicho, es una producción que juega con la supuesta conjunción de astros para que mane una buena comedia romántica de suspense, pero el resultado, dados los participantes, y con ello las expectativas, es bastante poca cosa. Se nota disfrutando a todos los intérpretes, jugueteando con sus roles estereotipados, pero sin chicha alguna.

Posee un ritmo atrompicado, donde las situaciones discurren de forma un tanto teatral y forzada, como es en el inicio la visita de Lemmon a Novak para alquilarle una habitación, todo me resulta acartonado en como se siente atraída por ella, y como ella corresponde coquetamente a sus insinuaciones, acabando en que centran juntos, todo muy de vodevil facilón. No ayudan unas actuaciones funcionales: Con una Kim Novak que demuestra por que la llamaban la Reina de Hielo, cualquier atisbo de expresividad es un fallo en matrix, no se sabe si siente o padece, es tan hermosa como inexpresiva, un tempano que hace que cualquier química con su partenaire sea imposible. Se nota que quine la adora, y por ello la labor de cámara en glorioso b/n de Arthur E. Arling ("Confidencias a medianoche"), que acaricia con su objetivo la sensualidad de la diva rubia, da brillo a su figura y hermoso rostro, incluso en una (gratuita) secuencia de desnudo en una bañera luce radiante; Jack Lemon parece tan suelto como pasado de vueltas, escenas balbuceando, otras nervioso, otras sorprendido, pero siempre sobreactuado, y este si es uno de los grandes del olimpo de los actores, pero aquí se dedica a pasárselo bien, en detrimento de ser bueno en la actuación; Fred Astaire está en un papel prescindible, aporta entre zero y nada, fuera de su salsa de bailar y cantar es un pez fuera del agua, cuando lo vemos caminar pareciera se va a arrancar a danzar con ese paraguas. Se divierte tanto como es intrascendente en un personaje que no se sabe de qué va.

La intriga resulta tan liosa como banal, jugando al falso culpable, con la sospecha, con una puerta que guarda algo bajo llave, con todo en contra, con el puritanismo, con un bote de arsénico, incluso mete de rondón trenes, uno de los mantras de AH, incluyen música de órgano (uno de los leit-motive del género suspense), y hasta recurren las calles en niebla de Londres. Ello sumando en un coctel recursos de comedia con los sobreentendidos, los equívocos, las falsas apariencias, y para remate un insulso tramo de homenaje al cine mudo y el slapstick, dando como resultado elementos muy macilentos, sin gracia alguna.

Hay un tono de humor tontorrón, muy simplón, como es la de vergüenza ajena de la cena con barbacoa que acaba en incendio en el patio ante las mitradas inquisitivas de todo el vecindario desde las ventanas, y esto pretende produzca risas? Los giros de la trama son previsibles, sin ingenio, hay un tramo de juicio ridículo, en el peor de los sentidos, pues tampoco es que sea grácil en comedia, pues todo ocurre de modo atropellado. Apareciendo personajes de rondón en este tramo que luego son cruciales. Para desembocar en un tramo clímax que ansia ser un tributo al cine cómico silente, y ese queda en algo muy soso. El guionista Blake Edwards hizo uno mucho mejor al slapstick en su mejor dirección “El Guateque”. Carece de diálogos a recordar, como tampoco quedarán en la retina escenas de una película que en la mente de los cr3eadores seguro era mucho más divertida de lo que les quedó.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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