385/26(25/11/20) Film sueco mejor cuando se cuenta que cuando se ve, aun así es entretenidillo. Dirigido por Felix Herngren, que también guioniza junto a Hans Ingemansson adaptando el exitoso libro homónimo de Jonas Jonasson, una odisea vitalista sobre Allan Karlsson (encarnado por un buen Robert Gustafsson, en el presente con un maquillaje que parece hecho por el de Joaquín Reyes) que lo conocemos con cien años que tras una peripecia explosiva acaba en un geriátrico, del que escapa por la ventana antes de la celebración de su centenario, con ello iniciando una aventura al que se irán uniendo varios disfuncionales personajes (y hasta una elefanta, ninguno con relevancia para dejar huella interpretativa), donde rememorará su pasado por medio de flash-backs, donde por azar se cruza con varios personajes importantes del SXX (Franco, Robrt Oppenheimer, Truman, Stalin o Ronald Reagan), ello en un tono ligero y caricaturesco, donde la personalidad infantil (no se sabe porque) del protagonista lo están meciendo de un lado a otro pasando por salvar la vida a Franco, la creación de la Bomba Atómica, conoce a al hermano gemelo de Albert Einstein (¿?), es preso en un gulag, el juego de espías dobles del Telón de Acero, o La Caída del Muro de Berlin, adornado todo por la suerte. Historia que recuerda indefectiblemente a un cruce low-cost entre “Zelig” (1983), “Forrest Gump” (1994) más “Big Fish” (2003). Intenta ser un canto a la vida, al carpe diem, donde se ensalce la amistad, y las ganas de vivir, queriendo transmitir buenrollismo.

Es una cinta que se pierde cuando quiere ser trascendente, y gana en algunos impactos de humor negro, pierde en emocionar y gana en lo vitriólico, tiene tramos que van de lo inane a lo tedioso, pero compensado con algunos otros solaces, con algo de surrealismo cercano a lo absurdo quedando un producto escapista efímero, donde te deja alguna sonrisa, y eso nunca es malo. Ello en un desarrollo caótico, sobre todo en lo que a los flash-backs se refiere, que se suceden sin ton ni son orgánico, ah, y en la parte del preséntelas situaciones e suceden por imperativo del guión, sin fluidez para que se nos hagan empáticos estos personajes, sumiese una banda sonora ‘chirigotescamente’ errada. Fue nominada al Oscar al mejor maquillaje, pero no ganó. Fue un gran éxito en los cines suecos, superó la marca del millón sobre el número de visitantes al cine.

Conocemos al pirómano jovial Allan Karlsson (el cómico sueco Robert Gustafsson) cuando escapa de la casa de un anciano en su cumpleaños número 100 e inocentemente se ve atrapado en una travesura criminal que involucra una maleta con dinero en efectivo, algunos matones tatuados, un cuerpo congelado y un elefante. Mientras tanto, recorremos la vida anterior de Allan cuando Allan se encuentra accidentalmente con todo tipo de figuras clave del siglo XX.

La cinta termina siendo una fábula que n os viene a decir que la vida pro muy ingenuo o ignorante que seas, siempre merece la pena vivirla, nada está escrito. Todo esto encauzado en una comedia con claras trazas de farsa donde tiene cabida unas sevillanas bailadas por Franco (¿? Un gallego, por Dios), que unos obreros de la construcción sepan del Proyecto manhattan que ni sabía el vicepresidente Truman, el que precisamente en el fil m presencia la prueba d ela Bomba Atómica, que nos upo del proyecto hasta la muerte de F.D. Roosevelt, que veamos a un supeusto hermano gemelo tonto de Albert Eisntein, que entremos en una absurda batalla de agentes dobles con información basura, o que la Caída del Muro de Berlín se debiera a una filtración de una conversación de Ronald Reagan con su jardinero. Todo cabe en este batiburrillo divertido a ratos. Con momentos inspirados como el tramo que empieza con el Esteban español revolucionario con constante soflamas, me recuerda a al amigo negro de Forrest Gump hablándole de gambas, y el final que tiene en claro homenaje a la famosa fotografía del húngaro Robert Cappa (El soldado que cae) del muerto en combate, bonita metáfora del absurdo de las guerras y sus fatuos idealismos; La parte del gulag donde Allan intenta escapar con el hermano tonto de Einstein; Está el tramo jocoso del espía doble pasando documentos ‘spam’ de una lado a otro durante la Guerra Fría, demostrando también el absurdo de esta tensión política y sus tejemanejes, que encima conlleva una cadena de asesinatos sin sentido; En el presente me quedo con la muerte por aplastamiento (no quiero spoilear el delirante motivo), como el carnet de un matoncillo skin sueco aparece en Djibuti y su ágil explicación; Y está la muerte de un capo de modo impactante y gracioso.

Todo esto llevados por un protagonista que nunca se entera de la gravedad y seriedad de lo que acontece a su alrededor, cual Forrest Gump pasa por el mundo y sus nucleares acontecimientos como una pluma, aunque aquí con la particularidad de que ponen al ínclito como motor de acontecimientos en su inocencia. Ello con ese primer deux machine que es un pirómano aficionado a las bombas (esto reflejado con unas muy apreciables f/x).

Pero la película tiene elementos que lastran el resultado final, además de los ya mencionados, en una película de casi dos horas se podría haber desarrollado mejor el personaje protagonista, ello se podría haber hecho anulando sub tramas que no van a ningún lado y que nada aportan. Me refiero a la del detective que intenta dar con Allan, que termina en nada, y la de la novia de uno de los jefecillos skin con este, meros parches que seguro en el libro tienen más recorrido pero aquí son cercenables 100%. Súmense algunos momentos de humor de brocha gorda, un romance insípido y anticlimático, o situaciones tan ridículas como cuando a Allan lo castran, sin saberse porque, ridículo, y como esto no tiene secuelas posteriores en el personaje, rol que además no tiene ya inquietudes con las mujeres (¿?). Esto me lleva a lo del título en español, “El abuelo...”, pero que abuelo si es un castrati!