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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama Narra la historia real de cómo el pequeño Saroo Brierley, con tan sólo cinco años, se montó solo en un tren para, dos días después, perderse en las calles de Calcuta, a miles de kilómetros de casa. Tras un largo periplo acabó siendo adoptado por una pareja australiana. Veinticinco años después, con la única ayuda de Google Earth, Saroo intentará encontrar a su familia biológica... (FILMAFFINITY)
8 de febrero de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
28/05/06/02/17) Sobrevalorado drama al que solo se le entienden las seis nominaciones al Oscar (Mejor Película , Mejor Actor de Reparto para Patel, Mejor actriz de reparto para Kidman y mejor guión adaptado) por el poder en la Academia de la compañía Weinstein, quizás si no estuviera precedida por tantos elogios la vería con mejores ojos, pero el peso de tanta loa la torpedea, pues no es para tanto. Y es que el debut en un largometraje del australiano Garth Davis (fogueado en el mundo de la publicidad y en la serie neozelandesa “Top of the Lake”) tiene la buena e incisiva capacidad de saber atraparte en su primera parte en la India, un relato con tintes dickensianos que te saben enganchar por la naturalidad con que se cuentan y por la frescura del protagonista en este tramo, Sunny Pawar, pero luego la narración se desplaza a Tasmania en Australia y ahí cuando el metraje debe impulsarse, hace lo contrario se estanca en un reguero de lugares comunes, cayendo en lo convencional, en lo manido, alargándose en demasía, con constantes atropellados flash-backs resultando redundante, edulcorada, sensiblera. El guión de Lucas Davis (“Life”) adapta el libro de no ficción “Un largo camino a casa” de Saroo Brierley y Larry Buttrose, basándose en la odisea personal del primero.

Estamos en 1986 en un lugar indeterminado de la India, el niño de cinco años Saroo (de pequeño Sunny Pawar, Dev Patel de mayor)) ayuda a su hermano mayor Guddu (Abhishek Bharate) en la cantera para ayudar a sobrevivir a su humilde familia liderada por su madre (Priyanka Bose). Una noche acompaña a Guddu en un viaje en tren para trabajar, pero Saroo se queda dormido y al despertar se encuentra solo en la estación, metiéndose a buscarlo en un tren vacío, pero se vuelve a quedar dormido en el vagón y al despertar se encuentra cruzando la India en un tren fantasma, dos días después está en Calcuta, a miles de km de su casa, encontrándose perdido en medio de una enorme urbe, sumándose que el habla un dialecto diferente al de allí, que no sabe el nombre de donde viene, y que a su madre solo la conoce por “madre”. Tendrán importancia en la historia Sue (Nicole Kidman) y John Bierley (David Wenham), un matrimonio australiano, Lucy (Rooney Mara), una estudiante, y Mantosh (Divian Ladwa), un chico atormentado hindú.

Una cinta que va claramente de más a menos, con una enorme grieta entre sud dos diferenciadas partes: El cautivador segmento en la India es exprimido con inteligencia por el realizador, primero transmitiendo un hermoso sentimiento de cariño familiar del protagonista con sus hermanos y madre, sonsacando dignidad de las penurias (esa madre que acarrea piedras...), y luego con la catarsis de la separación, extrayendo un realismo crudo de los turbadores parajes indios, ello sin caer en lo contradictorio preciosista de ensalzar la miseria, sino proyectando un universo descarnado visto por los inocentes ojos de un niño, exponiendo de modo penetrante las penurias por las que pasa este infante, haciéndonos empatizar con su sufrimiento, con su desorientación, su desamparo, destilando un aroma al Dickens de Oliver Twist, nos hace sentir su dolor, una odisea física (teniendo que dormir entre cartones...) y existencial por la que Saroo intenta subsistir un mundo de carroñeros de lobos con piel de cordero (la “buena” samaritana que en realidad intentará venderlo, el orfanato donde abusan de los niños...), gente que dicen querer ayudar, cuando solo ven en él carne fresca de la que sacar provecho. Ello contado con un formidable estilo narrativo, con apenas palabras, no apoyándose maniqueamente en música manipuladora, hablando las líricas imágenes por si solas, sin subrayados lacrimógenos simplistas y superficiales, manejando con soltura las elipsis temporales, otorgando un ritmo fluido, con lo que gana en solidez, llevando el peso de modo sublime el imberbe Sunny Pawar, extraordinario en su expresividad fresca y entrañable, desbordando sinceridad, todo bañado en un hondo humanismo potenciado por la sensación de que Saroo es una pluma desvalida en la inmensidad de la caótica e infinita ciudad, intentando sobrevivir combatiendo el hambre, el frío, la soledad, los peligros de los “carroñeros”, un fresco desolador se respira y te cala, donde se habla con bisturí acerado de los fuertes lazos familiares, pobreza, de la explotación infantil o de una sociedad egoísta; Pero entonces llega Saroo a Australia y todo lo bueno, sutil, y bien armado de las desventuras del protagonista se tornan en rutinaria búsqueda de la lagrima del espectador, pornografía sensiblera atrofiadamente construida, donde la sensación de impostura, de artificiosidad plañidera, un remasticado sofrito de situaciones machaconas una y otra vez, donde la torpeza con las imágenes aéreas sin sentido se mezclan con flash-backs (lo de la comida hindú que ve Saroo y tienen que meternos los recuerdos, es tomar al espectador por amnésico) y momentos oníricos mal engarzados, todo orgánicamente letárgico, con una relación entre Saroo y sus padres sin fuste, cayendo en tópicos del drama familiar, llegando esta subtrama a crisparte por lo manido (grima da el momento cena en que Saroo arremete contra su hermanastro Mantosh y este se golpea...),...(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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