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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Ciencia ficción. Terror Un científico aparece muerto con extrañas deformidades en la cabeza. Este hecho hará que el sheriff y el médico del pueblo consulten la causa con un eminente profesor. Al no estar de acuerdo con las explicaciones del profesor, el médico se apersona en su laboratorio. El profesor explica que se está dedicando a producir una sustancia alimenticia para combatir el hambre en el mundo, pero el caso es que aplicada en los animales les ... [+]
5 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
222/10(12/08/23) Entretenido film de Monster-movies, ese subgénero que tiene como epicentro la década de los 50 (Hormigas, cangrejos, mantis, o en este caso una tarántula), donde sumergidos en la paranoia de la Guerra Fría y su vertiente Atómica se realizaron al amparo de esto películas con elementos remanentes de esta situación, donde se exponían los peligros que nos invadieran fuerzas extraterrestres, que eran en realidad alegorías de comunistas, o como en este caso, sobre los peligros de experimentar con fuerzas nucleares, en este caso el ‘Isótopo’ es el McGuffin, ello mezclado con elementos clásicos de Mad Doctor, para remarcarnos aquel mantra de que no se debe jugar a ser Dios, aunque en este caso son ínfulas megalómanas, pues la intención del experimento es conseguir comida suficiente para la demografía futura (en un diálogo el ‘Mad Doctor’ habla de la población multiplicándose y hace un vaticinio sobre la población que se espera en el 2000, diciendo 3600 millones, quedándose muy corto, la realidad superando la ficción, había más de 6000 millones). Dirigida por un experto en este sub género perteneciente a la serie b lleno de efectos visuales, como es Jack Arnold, con guion de Robert M. Fresco (“Monstruos de piedra”) y Martin Berkeley (“Muerte al atardecer”), basándose en una historia del director, que a su vez se inspiró en el guión de Fresco para la película de 1955 Episodio de Science Fiction Theatre "No Food for Thought", también dirigido por Arnold, donde el germen de la trama era meramente policiaco y procedimental, arrancando aquí con un cadáver desfibrado que aparece en el desierto y a través de desentrañar el misterio se da con algo mucho mayor. Versando aquí sobre un científico que desarrolla un nutriente milagroso para alimentar a una población humana en rápido crecimiento. En su estado no perfeccionado, el nutriente causa un crecimiento extraordinariamente rápido, creando un problema mortal cuando un sujeto de prueba de tarántula escapa y continúa creciendo más y más.

Film que desborda esa ternura de las películas de terror de esos núbiles años, teniendo los clichés de esta moda, donde todo acontece cerca de un pequeño pueblo en medio del desierto del medio oeste USA (era para ahorrar costes, pues se filmaba a pocos km de Los Ángeles, carreteras que eran fáciles de cortar, y daban bien en pantalla), hay una llegada inesperada, un accidente o como en este caso, un experimento que se va de madre, el monstruo tarda en aparecer, y siempre hay un desenlace en que el Ejército USA es clave, ello para hacer ver a la población del país norteamericano que estaban bien protegidos ante las amenazas. Ah, y siempre introducían un romance metido con calzador para intentar dar sentido dramático a algún rescate del héroe de turno, y como siempre esto es un postizo, pues al espectador del momento lo que le interesa es ver en acción al villano de turno, en este caso a la Tarántula. De hecho, las actuaciones eran algo marginal en estas cintas, no solía haber una interpretación a resaltar (esta peli protagonizada por John Agar, Mara Corday y Leo G. Carroll no es excepción), no ayudaba que el guion lso hacia clichés sin fondo alguno. Y donde todo acontece de modo lineal, sin subtramas, suelen ser argumentos directos, donde los protagonista humanos están reunidos en el rush final frente a la amenaza.

Aquí brillan (siempre con el filtro de estar en 1955) los efectos visuales, bien trabajados, sencillos y efectivos, involucrando a una araña real creada por Wah Chang (“El tiempo en sus manos” o “El amo del mundo”), incrustada gracias a la miscelánea con los efectos especiales fotográficos de David S. Horsley (“La novia de Frankenstein” o “El hombre invisible vuelve”) en escenarios en miniatura y con superposiciones, así como para los primeros planos unas buenas maquetas que hacen buenas las escenas del bicho, sobre todo las secuencias en que aparece moviéndose por el desierto, apareciendo sobre colinas, cortando el horizonte cual Armagedón negro amenazante, derribando postes de cables de luz, donde incluso se han preocupado de colocarle la sombra; También reseñable la labor de maquillaje Bud Westmore (“La mujer y bel monstruo” o “El mundo está loco, loco, loco, loco”), ello importante para representar la enfermedad acromegalia que deforma el rostro, llegando a su apogeo en la escena final que aparece el Dr. Deemer con la cara cual derretida, muy bueno para su tiempo.

El director sabe ir goteando las pistas para que el espectador vaya componiendo las piezas del puzle del porque hemos llegado a tener en este desierto a la Tarántula mastodóntica, con ese ayudante del doctor con una rara enfermedad que ha desarrollado en modo flash, esos animales con los que experimenta el doctor, ese ataque del ayudante al mismo que acaba muerto y con los animales sueltos, esas rocas que caen misteriosamente de un montículo, esas vacas devoradas y de las que solo quedan los huesos pelados, el rastro de líquido blanco que hay cerca de las víctimas, esos toques que el Dr. Deemer se da en el brazo, el rostro del mismo deformándose de forma que llega a parecer un antecedente del Hombre Elefante. Y ya en lo diáfano vemos a la Bestia en todo su esplendor atacando a las personas (todo hay que decirlo, bastante torpes ante el bicho). Son recursos narrativos bien manejados, donde el Dr. Matt Hastings se convierte en el detective y por tanto en héroe, nuestra brújula en la trama, entre medias un flirteo romántico que evoluciona de modo torpón.

La tensión se masca en cada escena del desierto, los ataques a los vaqueros, el espectacular ataque a la residencia del Dr. Deemer, con esa mirada del bicho a través de la ventana (homenaje a King Kong?), como vemos destrozar la casa, en una secuencia muy bien filmada, tuvo que ser ‘la leche’ para el espectador de entonces ver a la araña más grande que un edificio aplastar la casa, la huida por la carretera del arácnido gigante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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