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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Bélico. Drama Durante la Segunda Guerra Mundial, dos partisanos soviéticos se apartan del grupo, que está hambriento, para ir a una pequeña granja a coger provisiones. Pero como los alemanes han llegado primero, tendrán que seguir recorriendo territorio ocupado para encontrar otro sitio donde abastecerse. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2022
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
61/23(24/02/22) Punzante drama bélico soviético, cuarta y última película de la escritora (aquí guioniza junto a Yuri Klepikov, adaptando una novela de Yuri Klepikov) y directora ucraniana Larisa Shepitko, murió a los 40 años en un accidente de tráfico en 1979 mientras filmaba en exteriores la irónicamente titulada "Adiós a Matiora”, película completada por su esposo, el afamado director ruso Elem Klimov. Historia de dos partisanos soviéticos que en medio de enfrentamientos contra los nazis van en busca de comida, y con ello derivan en una odisea de supervivencia, con ribetes de existencialismo en el modo de la directora abordarlo. Con el trasfondo de la WWII nos habla sobre el sacrificio por un bien mayor, de la amistad, de la traición, del martirio, de la dignidad, del sentimiento de culpa, del valor de la resistencia, ello en un crescendo de claros tintes espirituales con reminiscencias a la Pasión de Jesús con la subtrama de Judas, este subtexto religioso le llevó problemas con la censura bolchevique. Una historia de fuerte intensidad dramática, marcada ya desde su gélida y asfixiante atmósfera, filmada por los DP Vladimir Chukhnov y Pavel Lebesheven un blanco y negro de sentidos contrastes grisáceos, creando sensaciones pesadillescas, que con sus amplios planos generales proyecta un entorno blanco en sus parajes infinitos nevados que transmiten sensación de aislamiento en la inmensidad.

Durante la Gran Guerra Patriótica (Segunda Guerra Mundial), dos guerrilleros soviéticos van a un pueblo bielorruso en busca de comida. Después de quitarle un animal de granja al líder colaboracionista (buen Sergei Yakovlev), regresan a su unidad, pero son descubiertos por una patrulla alemana. Tras un tiroteo prolongado en la nieve en el que muere uno de los alemanes, los dos hombres escapan, pero Sotnikov (desgarrador y elegiaco Boris Plotnikov) recibe un disparo en la pierna. Rybak (excelente encarnación de las debilidades humanas Vladimir Gostyukhin) tiene que llevarlo al refugio más cercano, la casa de Demchikha (Lyudmila Polyakova), la madre de tres niños pequeños. En la trama tendrá importancia el colaborador local Portnov (magnífico en su papel de villano Anatoli Solonitsyn, atronador con esos ojos penetrantes, rol que ejemplifica a los fariseos que cambian de chaqueta según venga el viento; Arrollador en el interrogatorio), un ex director de la casa club soviético y maestro de coro infantil que se convirtió en el jefe local de la Policía Auxiliar de Bielorrusia, leal a los alemanes, y Basya Meyer, la hija adolescente de un zapatero judío.

La travestía del tándem de protagonistas pasa por varias fases a modo (quizás) de etapas del vía crucis, desde la presenta del escenario estepario blanco infinito, el grupo de partisano enfrentándose al ejército alemán invasor, un entorno hostil, la violencia del combate; La segunda parte sería el periplo de la pareja protagónica, la relación de amistad que se teje entre ambos, su incursión en granjas buscando avituallamiento, y como se quiere dar un mosaico de como los lugareños enfrentan al invasor; La tercera parte se da cuando (no quiero spoilear) en estadio de torturas (rodado con gran sentido doloroso) y sus reacciones en cada uno, aquí se la simbólica bajada a los Infiernos (epítome esa ‘mazmorra subterránea), donde uno aspira a dar sentido al título, y el otro será el Judas; Y tenemos un rush final desgarrador en su tono espiritual religioso, donde las ansias de redención se dan la mano con el sacrificio por los pecados de los demás (¿?); Para llegar a un final cargado de emoción en como bullen las sensaciones.

Todo esto narrado visualmente con un estilo crudo, seco, adusto, con ásperos primeros planos de los protagonistas que sonsacan y hacen veraz su sufrimiento, un viaje hacia la desesperación donde no parece haber lugar a la esperanza, bañando todo la cineasta de fatalismo. Un tránsito con dilemas morales en que los dos partisanos se enfrentan a su propio yo interior, el que emerge en situaciones extremas.

Se rodó en enero de 1974 cerca de Murom-Vladimir Oblast (Rusia), en terribles condiciones invernales, tal como lo exige el guión, basado en la novela Sotnikov de Vasil Bykaŭ. La película ganó el Oso de Oro Golden en el Festival Internacional de Cine de Berlín en 1977. Fue seleccionada como la entrada soviética a la Mejor Película en Lengua Extranjera en los Oscar, pero no fue aceptada como nominada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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