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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Musical. Terror Paul Williams escribió la partitura de este clásico del cine musical de terror, en el cual participa interpretando el papel del malvado magnate de la música perseguido por un compositor desfigurado al que mete en prisión para robarle sus composiciones. Una vez en libertad, el fantasma se enamora de la nueva estrella de la canción promocionada por el magnate, comenzando así su particular venganza. (FILMAFFINITY)
6 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
241/29(30/08/23) Atractivo musical de terror muy setentero, donde aprovechaba el tirón de musicales rock exitosos en Broadway como The Rocky Horror Picture, Hair o Jesucristo Superstar, para Brian De Palma rear algo en esta onda, original, pero con diáfanas influencias. Dirige y guioniza De Palma en su primer salto a una gran producción tras deambular por pelis serie b, pasando a una producción de la Twenty Century Fox. Mezcla varias referencias de literatura clásica, desde la propia referente titular al Fantasma de la Ópera de Gaston Leroux, Fausto de Goethe, y El Retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde, hay guiños notorios a la cultura pop de varios films, como la hitchcockiana (no podía faltar en De Palma guiño a su ídolo) Psycho, con parodia de la mítica escena de la ducha, a la marxiana Una Noche en la Ópera con leonino contrato por firmar, hay elementos de Frankenstein (Beef dándole vida), Eva al desnudo (el modo de trepar por la fama a costa de eliminar rivales), o Sed de mal (plano secuencia que añade pantalla dividida), Ha nacido una estrella (Phoenix). Con tributo Jimmy Hendrix en la figura del estrafalario rol de Gerri Graham, los Juicy Fruits emulando a los Sha Na Na, o los sonidos a lo Beach Boys. Para un agitado metraje musicalizado por (el creador entre otras de la sintonía de la intro de “Vacaciones en el mar”) Paul Williams (nominado al Oscar por una canción, ganó la de “El Gran Gatsby”), que además protagoniza con el nombre de Swan (los aves tiene mucha importancia en la película: Paul Williams es el Cisne, William Finley lleva una máscara con pico, y Jessica Harper es el Ave Fénix, y el logo de la compañía de música es un pájaro muerto) en el rol del villano riéndose de sí mismo, que como comenta al inicio la voz en off (no acreditada) de Rod Serling es el productor más poderoso que la industria musical, y su sello, Death Records (Swan Song en los borradores del guión hasta que Led Zeppelin demandó) , que paradójicamente (Williams) hace del productor que roba temas musicales al coprotagonista encarnado por un sobreactuado William Finley (amigo de la Universidad de De Palma)como Winslow Leech, que a su vez queda prendado de la cantante a la que da vida Jessica Harper (en su debut en cine).

Una muy divertida sátira, a la que le falta hondura dramática por la forma ligera con que trata el tema de la crítica a la Industria de la música, de cómo vale más una cara bonita que un buen artista, microcosmos donde se dan la codicia, la envidia, el abuso del poder, la hipocresía, o el chantaje sexual, habiendo lugar para atacar al fenómeno fan y su volatibilidad manipulable, también hay lugar para la crítica al poder alienante de la tv en un nivel con similitudes con la posterior “Network” (1976). Como bien muestra la cinta, para llegar a la fama muchas veces deberás elegir si vender tu alma al diablo, y con ello perder tu humanidad en pos de tu corrupción moral. Todo ello sorteado de delirantes y pintorescos números musicales rock, regados de protagonista exagerados, pasados de vueltas en su caricatura, para eso sí, un film con mucho de comic. Fresco deprimente del mundillo de la música con mucho de comedia oscura retorcida

Ello con un director, creando un show colorido y muy bizarro, rozando lo psicodélico, filtrado por una ultra cromática fotografía con trazas de expresionismo gótico de Larry Pizer (“A las nueve, cada noche” o “La leyenda de Bill Doolin”), con mucho primer plano de los rostros, algunos para hablar a cámara al espectador, de cromatismos fulgentes, destacando el rojo pasión-sangre, con decorados; con un muy vistoso diseño de producción de Jack Fisk (“Pozos de ambición” o “Renacido”), con decorados obra de Sissy Spacek (luego sería la protagonista de un exitoso film de terror de De palma, “Carrie”), que rememoran en algunos momentos a cinta muda de culto alemana “El gabinete del Dr. Caligari”, por sus formas asimétricas, con ese toque doivertoid de que las puertas sean todas a la altura baja de Swan. Imprimiendo de Palma gran ritmo narrativo, lo que hace que sus carencias se puedan ocultar mejor, como con el recurso de la cámara rápida por mor de la vibrante edición de Paul Hirsch (“Star wars” o “Misión Imposible”) en tramos para proyectar los delirios de Winslow.

Swan está a punto de abrir el palacio del rock más grande que el mundo haya conocido, The Paradise, y está buscando un nuevo sonido, un nuevo tipo de música para bautizarlo. Entra el desgarbado compositor Winslow Leach (William Finley). La música de Swan es lo que busca, pero Winslow no le sirve, por lo que su matón secuaz Philbin (George Memmoli) le roba sus composiciones. En venganza, el compositor adopta una nueva personalidad amenazante y procede a aterrorizar la nueva sala de conciertos de Swan, insistiendo en que su música sea interpretada por su cantante adorada, Phoenix (Jessica Harper).

Tiene un sugestivo inicio con un número musical de los Juicy Fruits en un auditorio seguido por una especie de demiurgo desde lo velado, cual Ojo de Dios, en subjetivo seguimos la actuación, generando curiosidad. Tras ello comienza una especie de juego de reflejos donde un compositor pretende vender un musical inspirado en Fausto. Ello con el escaparate del tema que entona Winslow al piano electrónico mientras la cámara gira alrededor suyo envolviéndolo. Y a la vez nos vemos arrastrados por una serie de personajes que se convierten en modernos Faustos, ello con un bufonesco running-gag de ver el mamotreto de miles de páginas que es el contrato que varios firman con su propia sangre. A medida que avanza la trama los temas musicales de Winslow van degenerando en varios estilos, desde el rock, country, el doo-wop, góspel hasta llegar al heavy metal, hasta que la cantante la dota de la magia de una balada. Teniendo un desarrollo ágil, con tramos frenéticos, ejemplo cuando Winslow va a parar a prisión, como huye, irrumpe en Death Records y sufre el accidente, es un prodigio de sentido cercano al toon.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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