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Voto de TOM REGAN:
8
6,7
48.695
Bélico. Drama
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). La batalla de Iwo Jima (1945), el episodio más cruento de la guerra del Pacífico, quedó inmortalizada en la foto de unos soldados que izaban una bandera norteamericana. El objetivo de esta batalla era la toma de un islote insignificante, pero de gran valor estratégico, pues desde allí los japoneses defendían su territorio. En la contienda cayeron más de 20.000 japoneses y 7.000 estadounidenses. ... [+]
5 de julio de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
103/11(19/06/15) Notable drama bélico del maestro Clint Eastwood que deconstruye con mordacidad la artificiosa edificación de héroes, analizan con saña la necesidad imperiosa de los estados de crear celebridades a las que admirar, aunque sean cometas que deslumbran un rato y luego desaparecen, figuras que usar y tirar, manoseadas por una visión distorsionada del patriotismo. Los guionistas William Broyles Jr. (“Naufrago”) y Paul Haggis (“Million Dollar Baby”), adaptan el libro homónimo escrito por James Bradley (hijo de uno de los izadores de la bandera, John "Doc" Bradley) y Ron Powers sobre 1945 Batalla Iwo Jima, centrándose en los protagonistas de la famosa foto de Rosenthal "Alzando la bandera en Iwo Jima", los derechos del libro fueron comprados por Dream Works en 2000, con la intención de que Steven Spielberg dirigiera el film, al final el gran interés de Clint consiguió el proyecto, produciendo los dos, Spielberg y Eastwood. Fue la producción de más alto presupuesto del realizador en su filmografía con 55 millones $, aunque disponía de 80, el resto lo invirtió en una original idea, hacer la contraparte de la batalla, y es que Eastwood recabando información sobre la batalla leyó sobre el General Tadamichi Kuribayashi, el encargado de la defensa de la isla y decidió el director dedicar un film desde la perspectiva japonesa, y hablado en el idioma original, sería “Cartas desde Iwo Jima”, estrenándose las dos el mismo año.
Eastwood a sus juveniles 76 años rueda con pulso firme, se le nota un poso de amargura en su visión del mundo, demuestra tener acidez crítica en su mirada, arremete con valentía y de modo punzante contra el Sueño Americano, contra la manipulación política, contra la hipocresía de las masas, contra la construcción de héroes con pies de barro, contra el horror de la guerra, contra el maniqueo orgullo patriótico, contra la demagogia de una sociedad americana que por un lado aclamaba a sus héroes y por otro no dejaba entrar en una bar a uno de ellos por ser indio, y es que con este personaje (Ira Hayes) arremete contra el nefasto racismo, arremete contra los medios de comunicación, que ensalzaron una foto como señal de victoria cuando faltaba aún un mes para finalizar la brutal batalla, contra los que manejan las guerras desde sus despachos, y que manejaron emocionalmente a unos jóvenes volubles haciéndoles participes de una medio mentira que les atormenta, arremete contra la sugestionable publicidad, esa que se promulgaba en el oeste de John Ford en “El hombre que mató Liberty Valance” (1962) <Este es el Oeste (en este caso la Guerra), cuando la leyenda se convierte en hecho, imprime la leyenda>, pero es un alegato antibélico que sobre todo sigue la máxima de <critica las guerras pero loa a los guerreros>. Y es que el film se convierte en emocionante tributo a todos aquellos que murieron anónimamente en esta o en cualquier guerra, a la camaradería imperante en los conflictos bélicos, a los héroes sin nombre que mueren y su rastro se lo lleva el viento.
Eastwood con gran arrojo despoja de mística y glamur a los supuestos héroes, hace una incisiva radiografía del heroísmo, sobre el culto a los héroes prefabricados por el sistema, ello como acto de propaganda para levantar la moral de la “patria”, se nos muestran supuestas gestas de heroísmo como actos de azar, simplemente están en el sitio justo, en el momento adecuado. Asimismo ahonda en el después de las guerras, como obras como “Los mejores años de nuestra vida”, para ello se hace un fresco poliédrico donde los tres jóvenes son una mirada distinta del tratamiento a los veteranos y de cómo estos afrontan el volver. El director está más preocupado por generar personajes humanos, con defectos, con dudas, con conflictos internos, que de la acción en sí, aunque hay bastantes escenas de acción guerrera, con demostración del infierno que es, con tiroteos, enfrentamientos cuerpo a cuerpo, explosiones, lanzallamas, mutilaciones, desgarradoras muertes, Eastwood está más a gusto mostrando las intrahistorias y la interacción entre los personajes, queriendo mostrar su tormento y las repercusiones que este les acarrea. En el film no hay buenos ni malos, solo grises, de hecho apenas en una escena se ve algún japonés, son simples sombras que disparan.
La estructura argumental despierta en mi sentimientos encontrados, por un lado hace que siempre estemos involucrados en la batalla, que siempre sobrevuele sobre el metraje, mezclándose en momentos espectacularmente turbadores, como en la recreación de los tres soldados en un estadio, donde los cañonazos de la batalla derivan en fuegos artificiales, trivializando la Guerra de modo pusilánime, o el sutil de cuando a “Doc” le sirven helado con forma de la imagen del izado de bandera y le hacen por encima fresa líquida, creando una estremecedora secuencia en la que el rojo-fresa es la sangre, escalofriante. Pero el defecto está probablemente en su metraje, quizás debería haber sido más, pues nunca llegas a saber realmente de ningún personaje, tanto salto provoca desorientación, los secundarios quedan en meros esbozos, tanto que apenas sabemos cuando mueren quien son, no hemos empatizado con ellos y deriva en no conectar con la camaradería que Clint quiere proyectar, con lo que la posterior angustia de los supervivientes nos llega distante, apenas conocemos al grupo de soldados que mueren, la fluidez de la historia se resiente de tener que ensamblar los tres tiempos, con dos seguro habría ganado en consistencia, con el de la batalla y el de la campaña de Bonos de Guerra, y es la idea nos llega nítida, pero es el desplazamiento entre tiempos resulta irregular. Tampoco las elipsis temporales resultan de ayuda, una batalla que duró 35 se nos exhibe en flashes que parece durará unos pocos, no nos llega la agonía letárgica del conflicto. (sigue en spoiler)
Eastwood a sus juveniles 76 años rueda con pulso firme, se le nota un poso de amargura en su visión del mundo, demuestra tener acidez crítica en su mirada, arremete con valentía y de modo punzante contra el Sueño Americano, contra la manipulación política, contra la hipocresía de las masas, contra la construcción de héroes con pies de barro, contra el horror de la guerra, contra el maniqueo orgullo patriótico, contra la demagogia de una sociedad americana que por un lado aclamaba a sus héroes y por otro no dejaba entrar en una bar a uno de ellos por ser indio, y es que con este personaje (Ira Hayes) arremete contra el nefasto racismo, arremete contra los medios de comunicación, que ensalzaron una foto como señal de victoria cuando faltaba aún un mes para finalizar la brutal batalla, contra los que manejan las guerras desde sus despachos, y que manejaron emocionalmente a unos jóvenes volubles haciéndoles participes de una medio mentira que les atormenta, arremete contra la sugestionable publicidad, esa que se promulgaba en el oeste de John Ford en “El hombre que mató Liberty Valance” (1962) <Este es el Oeste (en este caso la Guerra), cuando la leyenda se convierte en hecho, imprime la leyenda>, pero es un alegato antibélico que sobre todo sigue la máxima de <critica las guerras pero loa a los guerreros>. Y es que el film se convierte en emocionante tributo a todos aquellos que murieron anónimamente en esta o en cualquier guerra, a la camaradería imperante en los conflictos bélicos, a los héroes sin nombre que mueren y su rastro se lo lleva el viento.
Eastwood con gran arrojo despoja de mística y glamur a los supuestos héroes, hace una incisiva radiografía del heroísmo, sobre el culto a los héroes prefabricados por el sistema, ello como acto de propaganda para levantar la moral de la “patria”, se nos muestran supuestas gestas de heroísmo como actos de azar, simplemente están en el sitio justo, en el momento adecuado. Asimismo ahonda en el después de las guerras, como obras como “Los mejores años de nuestra vida”, para ello se hace un fresco poliédrico donde los tres jóvenes son una mirada distinta del tratamiento a los veteranos y de cómo estos afrontan el volver. El director está más preocupado por generar personajes humanos, con defectos, con dudas, con conflictos internos, que de la acción en sí, aunque hay bastantes escenas de acción guerrera, con demostración del infierno que es, con tiroteos, enfrentamientos cuerpo a cuerpo, explosiones, lanzallamas, mutilaciones, desgarradoras muertes, Eastwood está más a gusto mostrando las intrahistorias y la interacción entre los personajes, queriendo mostrar su tormento y las repercusiones que este les acarrea. En el film no hay buenos ni malos, solo grises, de hecho apenas en una escena se ve algún japonés, son simples sombras que disparan.
La estructura argumental despierta en mi sentimientos encontrados, por un lado hace que siempre estemos involucrados en la batalla, que siempre sobrevuele sobre el metraje, mezclándose en momentos espectacularmente turbadores, como en la recreación de los tres soldados en un estadio, donde los cañonazos de la batalla derivan en fuegos artificiales, trivializando la Guerra de modo pusilánime, o el sutil de cuando a “Doc” le sirven helado con forma de la imagen del izado de bandera y le hacen por encima fresa líquida, creando una estremecedora secuencia en la que el rojo-fresa es la sangre, escalofriante. Pero el defecto está probablemente en su metraje, quizás debería haber sido más, pues nunca llegas a saber realmente de ningún personaje, tanto salto provoca desorientación, los secundarios quedan en meros esbozos, tanto que apenas sabemos cuando mueren quien son, no hemos empatizado con ellos y deriva en no conectar con la camaradería que Clint quiere proyectar, con lo que la posterior angustia de los supervivientes nos llega distante, apenas conocemos al grupo de soldados que mueren, la fluidez de la historia se resiente de tener que ensamblar los tres tiempos, con dos seguro habría ganado en consistencia, con el de la batalla y el de la campaña de Bonos de Guerra, y es la idea nos llega nítida, pero es el desplazamiento entre tiempos resulta irregular. Tampoco las elipsis temporales resultan de ayuda, una batalla que duró 35 se nos exhibe en flashes que parece durará unos pocos, no nos llega la agonía letárgica del conflicto. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Puesta en escena apabullante en su realismo, gran diseño de producción de Henry Bumstead (“Vértigo”), recrea la isla de Iwo Jima en Islandia, asimismo se filmó en sur de California y Chicago, escenarios ensalzados formidablemente por la fotografía de Tom Stern (“Million Dollar Baby”), dotando de dinamismo a la acción, cámara en mano, planos generales extraordinarios, tomas aéreas impresionantes, siendo crucial para distinguir los diferentes tiempos, para Iwo Jima degradación de colores, mucho granulado, mucho gris, tanto que casi llega al b/n, jugando con claroscuros, penumbra, con radiantes travellings, destellos en la noche terroríficos, trasladándonos enorme sensación de terror latente, siendo más cromáticas las de la campaña de bonos, y la del presente, se añade la sutil música del propio Eastwood, nada intrusivo, con tema central intimista, melancólico y conmovedor, tocado a piano y guitarra, con momentos de orquesta de fondo que acentúa el tono dramático del relato, se suman temas de la época de Irving Berlin o Sammy Cahn, con otros más contemporáneos de Dianah Shore o Artie Shaw.
Los actores cumplen con mérito. Ryan Phillippe es la mirada objetiva, mesurada, la razón, no está de acuerdo con la manipulación a que es sometido, pero debe adaptarse, emite empatía y química con sus compañeros. Jesse Bradford como Rene Gagnon se siente a gusto en la campaña publicitaria, tipo matizado, sin caer en el cliché, se le nota no le gusta la guerra, sabe dotar de tridimensión a su rol. Adam Beach camina todo el tiempo entre la fina línea que separa la sobreactuación de la emoción, a veces se pasa, como cuando abraza a la madre en la recepción, se le nota pasado de vueltas, irregular, teniendo algunos buenos momentos, su personaje refleja el desencanto de la guerra, la integridad ante la manipulación a que es sometido, representa la angustia de la post-guerra, este dolor lo intenta apagar en el alcohol, esto aumentado por como él defendió a USA y esta le paga con el racismo, falleció en pobre y en el anonimato en 1955, a los 32 años, Johnny Cash y Bob Dylan le dedicaron una canción. Resaltaría entre los secundarios a uno que deja huella en su poco tiempo en pantalla, John Slattery, muy bueno en su rol sibilino de encargado de organizar la campaña publicitaria. Le achacaría que con el gran elenco de secundarios que tiene el film no se le saque provecho, queden desdibujados actores como Barry Pepper, Paul Walker, Jamie Bell o Robert Patrick no pasen de meros esbozos sin alma. Como curiosidad decir que aparece el hijo del realizador, Scott Eastwood en el papel de un soldado, Lundsford.
Frases: Un anciano John “Doc” Bradley <Buenos y malos, héroes y villanos, de eso siempre hay… pero la mayoría de las veces no son los que nosotros creemos>; Un desencantado Ira Hayes <No soporto que me llamen héroe. Lo único que hice fue intentar que no me mataran”, promulga>; <Tal vez lucharon por su patria, pero murieron por sus amigos, por aquellos que estaban allí luchando a su lado>; <Hay muchos imbéciles que se creen que saben lo que es la guerra, sobre todo aquellos que no han estado en una>.
Los estadounidenses desembarcaron en la isla el 19 de febrero de 1945, 70.000 marines frente a 20.919 japoneses, los japoneses esperaban agazapados en una interminable red de galerías y bunkers subterráneos, y con un entramado de trampas, minas, cañones escondidos, y con un espíritu de combate hasta la muerte, la lucha duró 45 días, hasta que el 25 de marzo pudieron cantar victoria, allí murieron 5.600 marines, 418 desaparecidos y 17.788 heridos en el bando USA, en el japonés 20.703 muertos y solo 216 heridos japoneses.
Recomendable a todos los que gusten de cine bélico de calado emocional, de los que desmenuza mitos, y da humanidad a las personas, solo son humanos en condiciones extremas. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2015/07/banderas-denuestros-padres.html
Los actores cumplen con mérito. Ryan Phillippe es la mirada objetiva, mesurada, la razón, no está de acuerdo con la manipulación a que es sometido, pero debe adaptarse, emite empatía y química con sus compañeros. Jesse Bradford como Rene Gagnon se siente a gusto en la campaña publicitaria, tipo matizado, sin caer en el cliché, se le nota no le gusta la guerra, sabe dotar de tridimensión a su rol. Adam Beach camina todo el tiempo entre la fina línea que separa la sobreactuación de la emoción, a veces se pasa, como cuando abraza a la madre en la recepción, se le nota pasado de vueltas, irregular, teniendo algunos buenos momentos, su personaje refleja el desencanto de la guerra, la integridad ante la manipulación a que es sometido, representa la angustia de la post-guerra, este dolor lo intenta apagar en el alcohol, esto aumentado por como él defendió a USA y esta le paga con el racismo, falleció en pobre y en el anonimato en 1955, a los 32 años, Johnny Cash y Bob Dylan le dedicaron una canción. Resaltaría entre los secundarios a uno que deja huella en su poco tiempo en pantalla, John Slattery, muy bueno en su rol sibilino de encargado de organizar la campaña publicitaria. Le achacaría que con el gran elenco de secundarios que tiene el film no se le saque provecho, queden desdibujados actores como Barry Pepper, Paul Walker, Jamie Bell o Robert Patrick no pasen de meros esbozos sin alma. Como curiosidad decir que aparece el hijo del realizador, Scott Eastwood en el papel de un soldado, Lundsford.
Frases: Un anciano John “Doc” Bradley <Buenos y malos, héroes y villanos, de eso siempre hay… pero la mayoría de las veces no son los que nosotros creemos>; Un desencantado Ira Hayes <No soporto que me llamen héroe. Lo único que hice fue intentar que no me mataran”, promulga>; <Tal vez lucharon por su patria, pero murieron por sus amigos, por aquellos que estaban allí luchando a su lado>; <Hay muchos imbéciles que se creen que saben lo que es la guerra, sobre todo aquellos que no han estado en una>.
Los estadounidenses desembarcaron en la isla el 19 de febrero de 1945, 70.000 marines frente a 20.919 japoneses, los japoneses esperaban agazapados en una interminable red de galerías y bunkers subterráneos, y con un entramado de trampas, minas, cañones escondidos, y con un espíritu de combate hasta la muerte, la lucha duró 45 días, hasta que el 25 de marzo pudieron cantar victoria, allí murieron 5.600 marines, 418 desaparecidos y 17.788 heridos en el bando USA, en el japonés 20.703 muertos y solo 216 heridos japoneses.
Recomendable a todos los que gusten de cine bélico de calado emocional, de los que desmenuza mitos, y da humanidad a las personas, solo son humanos en condiciones extremas. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2015/07/banderas-denuestros-padres.html