063/25(16/02/10) Magistral obra que supuso en su día un punto y aparte en el tratamiento de los psico-thrillers, un icono del séptimo arte, copiado hasta la saciedad. Es un tenebroso film que aúna terror, suspense, un guión inteligente, dirección excelente, actores en estado de gracia con una puesta en escena colosal. El argumento va de un psicópata, ’Bufalo Bill’ (Ted Levine), inspirado en Ed Gein, que secuestra a mujeres para asesinarlas y despellejarlas, la única vía para descubrirlo es un recluso, el Dr. Hannibal Lecter (Anthony Hopkins), encerrado por asesinato y canibalismo, para entrevistarlo el F.B.I. manda a una aspirante a agente, Clarice Starling (Jodie Foster) especialista en perfiles de psicópatas, allí se establece entre ellos una gran complicidad. El Emperador del film es Anthony Hopkins, apenas aparece 15 minutos en pantalla, pero su presencia sobrevuela toda la cinta, crea a uno de los villanos más oscuros, tenebrosos y carismáticos de la historia del cine, uno de los Top, referente plagiado hasta el hartazgo, un Hannibal que es una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, un Dr. culto, refinado, sibarita, amanerado (no sería de extrañar fuera gay), y un Mr. salvaje, sádico, caníbal, un tipo con una mente privilegiada capaz de manejar a los demás a su antojo, un truculento antihéroe, Jodie Foster no tiene un papel tan sabroso como el de Hopkins, pero consigue bordarlo, erige a una muchacha de apariencia débil pero de fuerte carácter, inteligente y audaz. La historia posee su enorme fuerza en el descomunal duelo actoral que tiene lugar entre Hopkins vs. Foster, tienen solo tres encuentros, pero son los pilares que elevan a los altares la película, es lo que se te quedará para los restos, se crea entre ellos una especie de amor platónico, en medio de unos diálogos brillantes, con unos primeros planos de ellos bestiales, él transmitiendo un pavor escalofriante, con una mirada turbadora, y ella siendo la viva imagen de una fragilidad compleja, su química traspasa la pantalla, siendo de las más absorbentes que se hayan visto en una pantalla. No quiero dejar de mencionar la sensacional labor de Ted Levine, que tiene su culmen en la escena del baile ante el espejo, sobrecogedor. El realizador Jonathan Demme dirige su mejor trabajo hasta la fecha, y probablemente jamás se acerque a la maestría demostrada aquí, pues siempre se ha movido entre la mediocridad y obras del montón, es como si él no la hubiera hecho, no aprovechó la inercia de ‘El silencio …’, es de agradecer que no estropeara el brillante guión de Ted Tally basado en la fascinante novela de Thomas Harris.

Continua en Spoiler con tramo sin para después con.