50/07(08/03/15) Sugestiva propuesta de los australianos nacidos en Alemania, los hermanos Michael y Peter Spierig, los realizadores, realizan una singular inmersión en el subgénero de los viajes en el tiempo, alejados de la parafernalia de la acción y del cine del escapismo se centran en un juguetón guión, que juega con el espectador en un desarrollo que se mueve en ambientes de asfixia existencial, transitando mas por terrenos intimistas. El guión de los propios hermanos se basa en el relato corto (13 páginas) de Robert A. Heinlein, "Todos Usted Zombies"(1959), considerado entre los maestros del género de la ciencia-ficción. Toda la idea del film se sustenta una idea en la que al parecer creía Heinlein pero no la diga pues es la clave (spoiler). Si esperas tras leer la sinopsis que sea un film de trepidante acción te llevfaras un chasco.

Un agente especial temporal (Ethan Hawke), trabaja para la Oficina Temporal, viaja por el tiempo utilizando un estuche con forma de funda de violín, su trabajo es atajar delitos antes que se produzcan, y su última misión es detener a un terrorista apodado "Bombardero Fizzle", que en marzo de 1975 asesinó a 11000 personas en Nueva York. Para ello pone en marcha un plan, viaja a la década de los 70, se hace pasar por camarero en un bar, todo para entablar relación con un cliente, John (Sarah Snook), al que reta le cuente una historia extraordinaria, y le relata su disfuncional vida, nació mujer y llamado Jane, fue abandonado al nacer en un orfanato.

Se adentra por senderos ya muy trillados en otras cintas como “La máquina del tiempo”, “Regreso al futuro”, “Terminator”, “12 monos”, “Looper” o la española “Los cronocrimenes”, y recordando en lo de detener delitos antes de que se produzcan a “Minority Report”, y consigue encontrar su hueco, con una compleja trama en la que cuesta entrar, resultando por momentos confusa, pero si la aguantas te encontraras con un estimulante producto que nos habla sobre las segundas oportunidades, sobre nuestras raíces, sobre la búsqueda de nuestra identidad, sobre si podemos escapar a nuestro destino o no, con someras dosis metafísicas, existencialistas y nihilistas. Es una producción de bajo presupuesto, gran parte rodada en interiores, aprovecha bien los pocos medios que posee, haciendo de la necesidad virtud, ejemplo la simplista forma en que se viaja por el tiempo, un simple estuche de violín en el que se pone una fecha y ya estás de ruta temporal.

Lo malo son sus defectos de forma, orgánicamente resulta difusa y enrevesada, cuesta entrar en la historia, tras un prólogo nebuloso, vamos a un flash-back que se ha lánguido, melodrama romántico fatalista, la historia que cuenta el cliente del bar se nos hace algo espesa y dramática, le falta ritmo, cayendo por momentos en el tedio, esto puede alejar al espectador del relato, cuando volvemos al presente resulta demasiado frenético todo, las pistas que han dejado caer harán que un espectador vivo coja el meollo de todo, y llegamos a un clímax final que deriva en apresurado, con mucha prisa por acabar, le falta pausa para que se pueda digerir tanta información kafkiana, y para que los personajes puedan llegarnos con sus sentimientos y no de forma liviana, acartonada, le falta mesura en su recta final, importándole más el hilo conductor que los personajes. A esto se suman paradojas temporales difícil de creer (spoiler).

El mejor momento del film es el encuentro que el agente temporal tiene consigo mismo en una lavandería, el del pasado le cuenta como poder escapar a todo lo que le sucede, nos da una opción a huir de nuestro sino.

Ethan Hawke realiza una aceptable actuación, pero no va más allá de cumplir el trámite. La que sorprende es la australiana Sarah Snook, compone un complicado rol, muy complejo, al que sabe darle matices, credibilidad, sentimientos, emociones, melancolía, muy a tener en cuenta en el futuro. No hay peso en los secundarios.