314/10/14/10/11) El iconoclasta, singular e irregular director alemán Werner Herzog ofrece aquí un sobrevalorado y pedante film, una plomiza y pretenciosa producción. Basada libremente en hechos reales, relata la odisea de un grupo de conquistadores/exploradores comandados por Pedro de Ursua (nulo Rui Guerra) que se embarcaron por el Orinoco río abajo en busca la mítica El Dorado, por el camino el salvaje Lope de Aguirre (sobreactuado Klaus Kinski) conspira y derroca a Ursua, con estos mimbres evoluciona un relato con multitud de posibilidades, Herzog elige la más soporífera posible, es una agonía que solo acaba con el final, dura apenas hora y media, pero se hacen día y medio, el guión no tiene ni pies ni cabeza, si es que lo hay, pues dudo que cuando empezaron lo tuvieran, cuando la rodaron tampoco y acabaron y no se dieron cuenta que habían estado sin él, y es que todo parece mala improvisación. La puesta en escena es pobrísima, el vestuario es patético, los diálogos rozan lo risible, las situaciones van de lo absurdo a lo ridículo, el protagonista está calamitoso, parece estar interpretando a Nosferatu, el que años después haría con su amado enemigo Herzog, es un zombi con un comportamiento estrambótico, obsesionado con la mítica figura de Hernán Cortés, pero es que el resto de personajes son un pegote plano, hay cero destacable, personajes monigotes que transmiten menos que Chuck Norris. La cinta pretende ser un descenso al infierno, una caída en la oscuridad de la mente humana cuando la ambición desmedida llega a lo enfermizo, a la demencia, esto que también haría Coppola en ‘Apocalipsis Now’, aquí es un patético sinsentido, no creo que el realizador italoamericano copiara a Werner, si no que más bien los dos tomaron ideas de ‘El Corazón de las Tinieblas’ de Joseph Conrad. El espectacular escenario es desaprovechado, parece que estén siempre en el mismo sitio, da la impresión que en su eterno descenso no avanzan y siempre la cámara nos muestra en el mismo paisaje, nada que ver con el gran partido que le saca Herzog años después a la selva amazónica en Fitzcarraldo. Los airados problemas que tuvieron Herzog y Kinski es posible que quedaran en el pacto de hacer una gran nada pero muy llena de vacío, pues lo consiguieron, pues para contar lo malos y salvajes que fueron los colonizadores hispanos hay modos más amenos y pedagógicos que este somnoliento producto para gafapastas, donde su letárgico ritmo es confundido con trascendencia cuando detrás hay un hueco de ideas, donde algunos ven poesía yo veo ovejas que contar para dormirme, su pueril moralina es un bucle-tostón, es una redundancia agónica, y es que cuando no tienes algo que contar no lo cuentes. (Continuaq en spoiler sin spoiler)