404/15(19/12/22) Divertida sátira escrita y dirigida por el mordaz Preston Sturges, donde con bisturí fino ofrece un relato con mucho de comedia donde se ridiculizan las ansias de los pueblos de encumbrar a héroes que sean a su vez símbolos puros que los guíen en situaciones complicadas, aunque estos puedan ser unos farsantes, pero las prisas por entronizar a sus superficiales Tótems son mayores que entrar en el fondo de ellos. Muy valiente Sturges al arremeter contra el papanatismo de los populismos que surgen de las guerras, ello en plena vorágine de la WWII, donde cualquiera que no siguiera la línea marcada del patriotismo rígido podía ser tildado de anti-americano. Ello mediante un muy ágil desarrollo, plagado de enredos, mentiras, farsas, medias-verdades, ingeniosos gags, diálogos puntiagudos, con un estilo que me recuerda a Frank Capra en como disecciona a las masas y su anhelo por las causas que hacen suyas, atacando con vigor las maquinaciones políticas, su amoralidad, entrando en deconstruir las debilidades humanas que nos pueden hacer caer en contradicciones o romper con nuestros principios, pues de hecho el protagonista no está de acuerdo con que sus nuevos amigos lo endiosen por quedar bien con la madre, pero en realidad fue él mismo quien e empujo la bola de nieve cuesta abajo.

Tiene de protagonistas al elenco fetiche del director, con unos muy eficaces Eddie Bracken en la probablemente mejor actuación de su carrera, Ella Raines y William Demarest, Raymond Walburn, Franklin Pangborn, Elizabeth Patterson, Bill Edwards y Freddie Steele. Sturges había diseñado la película para que fuera a una escala relativamente pequeña y reutilizó los decorados sobrantes de “El milagro de Morgan's Creek”, rodada por él, este mismo 1944. La película estuvo nominada al Oscar al Mejor Guion Original (El ganador de esta categoría fue Lamar Trotti por la película biográfica “Wilson”).

Arranca en un club de fiesta en San Francisco durante la WWII, donde llega un sexteto de veteranos condecorados infantes de marina de Guadalcanal, allí hay un tipo amargado en la barra, Woodrow Lafayette Pershing Truesmith (notable Eddie Bracken), este invita a los militares que están a dos velas (solo tiene para una copa a compartir por los seis). Estos van a agradecerle el gesto al civil, y este les cuenta el porqué de su hastío. Y es que proviene de una familia de héroes de guerra de un pequeño pueblo californiano llamado Oakridge, y él no pudo alistarse por serle detectada la fiebre del heno, y lleva un año mintiendo por carta a su madre con que está en Guadalcanal en el frente del Pacífico. Al decir el nombre del padre, el sgto. Sturges (gran William Demarest, aportando carisma y poderío amenazante) se da cuenta de que este fue su superior en la guerra y junto al soldado Bugsy Walewski (buen Freddie Steele), que reverencia a las madres por ser él huérfano, lo meten en un lío al obligarlo a viajar a su pueblo para dar una alegría a su madre. Pero la cosa se desmadra con el recibimiento de héroe que le hacen por las historias que tergiversan estos particulares ‘hados padrinos’. Donde Woodrow será preso de una espiral que no podrá contener, con una estación con banda de música para recibirlo en loor de multitudes, con un reverendo, Upperman (buen Arthur Hoyt), quemando la hipoteca de la casa de la madre (la ha saldado el pueblo), y entre vítores de la multitud será encumbrado a candidato a alcalde (las elecciones son en dos días), para ‘pelear’ contra el demagogo alcalde Everett Noble (con un apellido nada casual en su ironía, encarnado de modo enérgico y muy divertido por Raymond Walburn; genial cuando dicta su discurso contradictorio), el candidato que le deja su lugar es Doc Bissell (correcto Harry Hayden), tipo honrado, pero sin carisma, dicen que solo le votaría su hermano, e incluso hay dudas que le votara su esposa sobre ello. También tendrá importancia en la historia la joven Libby (Ella Raines), ex de Woodrow, ahora comprometida con el hijo del alcalde Noble, Forrest (Bill Edwards).

Hay una sub trama algo forzada en la relación que Woodrow tiene con su ex Libby, como si siempre tuviera que haber un romance en una comedia, elemento totalmente prescindible, aunque Ella Raines está preciosa en su rol.

Todo para desembocar en un clímax algo moralista (siendo benévolo), seguro provocado por el Código Hayes de censura, con libertad seguro Sturges hubiera concluido de modo diferente. Teniendo el zenit el film en el discurso que da Woodraw ante un recinto de seguidores de sus ‘hazañas’. Aunque su epílogo puede tener más ambigüedad de la que se puede suponer a primera vista*.