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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Drama En la escuela del pueblo de Koker, al norte de Irán, Mohamed no ha hecho los ejercicios en el cuaderno, y el profesor le amenaza con expulsarle de la escuela si vuelve a repetir la misma falta. Esa misma tarde, su compañero Ahmed toma por equivocación el cuaderno de Mohamed; cuando se da cuenta, decide ir a buscar la casa de su amigo para devolvérselo. (FILMAFFINITY)
23 de septiembre de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
145/03(07/08/16) Sugestivo film iraní del más aclamado realizador proveniente de esta nación, Abbas Kiarostami, guión propio y haciendo gala de sencillez abrumadora, con argumento nimio exhibe maestría compone una obra de calado emocional, relato que dentro de su simpleza despliega un arco de sublecturas, apoyado esto en una puesta en escena frugal pero a la vez desprovistas de artificios que desvíen la atención. Una narración sustentada en la inocente y límpida mirada de un niño que ve el mundo sin maldad, sin la complejidad que con los años la gente adulta añade a la sociedad, una cinta que loa la amistad, la solidaridad, la bondad, la comunicación intergeneracional, y arremete con valentía (teniendo en cuenta la dictadura islámica persa) contra la cerrazón, contra la educación arcaica, contra imponer disciplina inflexible, contra la tradicional impostura de la violencia para aplicar obediencia, lo hace con una visión pura, aprovechando su escaso metraje de apenas 80 minutos para inundar la historia con un canto al costumbrismo de los pueblos rurales, a su parco modus vivendi. El realizador filma con estilo neorrealista, con escasez de medios, en exteriores realistas, y con actores no profesionales que imprimen gran frescura. El título de la película deriva de un poema de Sohrab Sepehri, se considera la primera película de Kiarostami trilogía de Koker, siendo el motor de la misma el devastador terremoto que asoló la región en 1990, a este film anterior al cataclismo siguió “La vida continua...” (1992) y “A través de los olivos” (1994), todos los cuales tienen lugar en Koker, Irán. Esta película se encuentra entre los primeros diez puestos de la lista del BFI de “Las 50 películas que deberías ver a los 14 años”.

La cinta resulta un fresco entrañable 24 horas de un niño en una aldea rural iraní, a través del chaval lo veremos (casi, lo única escena donde no está Ahmad es la conversación entre el abuelo del niño con otro anciano sobre la disciplina a palos) todo, Kiorastami tiene la gran virtud de para sentirnos el pequeño colocar la cámara a la altura de sus ojos, en ocasiones no veremos el rostro de sus interlocutores, solo medio cuerpo, chico acompañado de modo naturista por los sonidos de la naturaleza, ello en un desarrollo fluido¡, donde todo sucede de modo rápido, pero dosificando y acentuando los momentos importantes para hacernos reflexionar, en un increscendo dramático muy bien llevado, para desembocar en un final precioso por toda la carga de profundidad que conlleva el que quizás el ciclo “tóxico” de insolidaridad se rompa. Un conmovedor lienzo en favor de los buenos valores, de que la verdadera educación no reside en la disciplina rígida, si no en la comprensión, en el escuchar, en comunicarse, un relato que se convierte en una especie road-movie, cambiando la carretera por las laberínticas y estrechas calles de unas aldeas y por un camino en pendiente zigzagueante a modo de alegoría de lo que en la vida, no hay camino directo al lugar que deseamos. Es una aventura con grandes dosis de poesía humanista, una travesía iniciática de maduración en la que el chico mediante la gente con la que se encuentra irá empapándose de cómo es la vida, y por la mañana será un poquito mejor que el día anterior, las dotes de observación le serán recompensadas, mediante sus interrelaciones con los adultos será testigo de las muchas lacras que residen en la sociedad, como es el poco caso que se le hace a los niños (profesores, madres, abuelos, adultos...), lo poco que se les escucha, convirtiéndose en una barrera complicada de salvar, es una batalla del chico contra la incomunicación, contra la soledad, contra el egocentrismo de los mayores, contra las barreras entre generaciones, de cómo un niño amable es invisible a los ojos de los mayores, donde nadie le hace caso, le hacen el vacío, choca contra un muro, contra unas generaciones enraizadas en una educación ancestral que ha ido pasando de padres a hijos donde la disciplina estricta es lo más fácil, si hay que llegar a dar palizas (aunque no haya motivo) es incluso recomendable (¿?), todo con tal de sembrar la sumisión absoluta, no por convencimiento, si no por miedo, esto manifestado en la conversación entre el abuelo de Ahmad y otro anciano. En este aspecto reluce un subtexto crítico a la sociedad iraní, a como las autoridades oficiales pueden ser vistas como los adultos del film, que imponen su ley a base de propagar el miedo entre sus ciudadanos, que serian exponencialmente los niños sufren la condescendencia de todo por tu bien, aunque tenga que apalizarte, aquello del fin justifica los medios, es por ello que veo en Kiarostami bastante arrojo en esta fábula moral, atreverse a arremeter contra el poder establecido. Pero el realizador lanza un rayo de esperanza depositado en las nuevas generaciones, la de los niños que pueden romper este círculo vicioso de impostura del temor, representan el futuro y este puede ser mejor que el pasado, el ejemplo el protagonista de esta cinta.

Esto se entrelaza con equilibrio con una lírica visual que te acaricia con ternura en su brillante descripción de un lugar anclado en su tradicionalismo, en su costumbrismo detenido en el tiempo, en sus paisajes rebosantes de candor rural, en sus métodos de educación primitivos, donde se exige más obediencia ciega que conocimiento, asistimos a los quehaceres diarios de una madre en su casa, como lava la ropa, la hamaca para mecer al bebe, y como en Abbas es norma, dando relevancia e importancia al papel de la mujer en la jerarquía familiar, al de la madre abnegada en sus duros (por rústicos) quehaceres domésticos.

En su poco minutaje hay tiempo para la grieta intergeneracional quede expuesta entre los adultos y los ancianos, esto expresado en una metáfora alegórica como salto delante de los tiempos, no siempre a mejor, acerada y ácida reflexión donde una labor como la de hacer puertas se convierte en reflejo del salto generacional,... (sigue en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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